“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”
“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”
El monarca Jigme Khesar Namgyel, quinto rey dragón de Bután y figura importante del budismo, esperaba a la delegación extremeña en uno de sus palacios de trabajo en Timbu, la capital del país, en medio de los preparativos del Día Nacional del estado asiático. Aquella visita del 4 de diciembre de 2022 con representantes de tierras lejanas no era habitual, ni tampoco el proyecto que traían bajo el brazo para presentárselo: la construcción en Cáceres de un macrocomplejo de peregrinación budista de unas 110 hectáreas coronadas por una estatua de un buda de 47 metros sobre un pedestal de otros 20. Ese supersantuario también requería la superfinanciación de unos 40 millones de euros, uno de los motivos principales que motivaban el viaje de esas personas.
Greg Peters (EE UU, 54 años) y Ted Sarandos (Nueva Jersey, EE UU, 61 años) y forman, juntos, una suerte de Reed Hastings mejorado; el fundador histórico de Netflix que cedió el testigo a estos dos ejecutivos tras décadas al timón. Sarandos, más mediático y carismático, no sería lo mismo sin la visión estratégica y el rigor técnico de Peters. Ahora ambos afrontan una de las operaciones más decisivas en la historia de Netflix: la oferta de 83.000 millones de dólares para adquirir Warner Bros. Discovery.
Un pequeño homenajeEn 2019, Ted Sarandos produjo The black godfather (El padrino negro), un documental original de Netflix sobre su suegro, Clarence Avant, influyente productor musical.
Las músicas españolas y latinoamericanas viven el mejor momento desde que comenzó el siglo XXI. Y no ya por su posicionamiento entre los más escuchados en las plataformas digitales. También en listas como la de Babelia, elaborada por con las votaciones de una veintena de especialistas, todos vinculados a EL PAÍS. Siete discos de artistas españoles se cuelan entre los 25 álbumes más destacados de 2025, entre ellos el mejor, Lux, de Rosalía. Otros cuatro los firman músicos expresándose en castellano del otro lado del Atlántico. El duelo entre Rosalía y Bad Bunny cayó del lado de la catalana por poco. Los dos son discos inmensos que coronan una cosecha diversa con espacio para el flamenco, el hip hop, la electrónica, el pop comercial, el rock o las tendencias experimentales. Un buen año este 2025. CARLOS MARCOS
La televisión que nos enfrenta de bruces con la realidad. La que nos pone un espejo delante en el que reconocernos. La televisión que se ríe de ella misma. La que mira a nuestro pasado para explicarnos nuestro presente. La televisión más inclasificable y la de toda la vida. El medio más maleable y rápido para retratar la sociedad ha vuelto a mostrar en 2025 su capacidad para sorprender. Lo hizo en marzo cuando Netflix estrenó, sin ningún tipo de fanfarria, la serie británica Adolescencia, la mejor del año para los críticos y periodistas que han participado en esta selección. El boca a boca convirtió en todo un fenómeno a una historia que se coló en las conversaciones, en los informativos, los institutos e incluso entre la clase política. Si, de primeras, los espectadores llegaban por su alarde técnico de rodar cada episodio en un único plano secuencia, su capacidad para despertar debates sociales sobre la masculinidad tóxica, la manosfera o las redes sociales fue lo que la asentó como la serie que, definitivamente, había que ver.
Los otros sistemas literarios españoles son plenamente autónomos, casi siempre desconectados los unos de los otros. Por ello esta acelerada selección, como cada año, tiene como primera virtud redescubrirnos el vigor de unas tradiciones culturales nacionales. Es vigor desconocido y, sobre todo, es calidad contrastada. Lo que nos proponen Carlota Rubio, Iban Zaldúa y María do Cebreiro Rábade —espectadores privilegiados de la literatura catalana, vasca y gallega respectivamente— es mostrarnos autores de primer nivel que practican desde el cómic al cuento, de la historia a la poesía, el teatro o el ensayo. Algunos trascienden su tradición —como Marina Garcés o Eider Rodríguez—, pero la mayoría no. Y vale la pena leerlos. La selección de literatura catalana es la elegida por el equipo de críticos de Quadern, el suplemento cultural catalán de EL PAÍS.
Yo, señor, fui un científico, y a los de ese gremio se nos supone una aversión natural a la filosofía. No es mi caso. Yo no querría vivir en un mundo sin filósofos, porque creo que andaríamos todos más desorientados que un burro en un garaje. Es verdad que Aristóteles me cae gordo: su ocurrencia de que el mundo no podía estar hecho de átomos ya que se caerían todos al suelo confundió a los estudiosos durante dos milenios, como también lo hizo su manía de que las cosas pesadas caían más rápido que las ligeras. Por cierto, que le habría bastado tirar una piedra grande y otra pequeña desde un precipicio para ver que estaba equivocado.
Desengáñese. El mejor libro del año no es aquel que le ofrecemos hoy en estas páginas después de sesudos análisis y votaciones para ayudarles a elegir. Pero en qué estábamos pensando, panda de iluminados. Déjense de Javier Cercas, de Arundhati Roy o de Samanta Schweblin y tengan un poco de paciencia. El mejor libro del año es el que está por escribir y que nos promete Leire Díez, que ha hecho todo lo que ha hecho porque es una investigadora nata, en acción, que avanza con tesón hacia un best seller que no ha llegado a tiempo esta Navidad a las librerías, pero sí al juzgado. A falta de un escritor de apoyo, los jueces la están ayudando y lo hacen a toda máquina.
Semanas atrás, en la Feria del Libro de Monterrey, se acercó un muchacho a pedir que le firmara un libro. Me entregó una foto, una imagen de la localidad de San Miguel de Allende, y me dijo: “Mira, quiero decirte que yo tengo afantasía”. Le pregunté: “¿Qué es eso?”. Me respondió: “No tengo imaginación”. Di un respingo: “¿Cómo?”. Me dijo: “Si yo te digo que imagines una manzana, tú la ves. Yo no puedo imaginar una manzana. Mi mente sólo genera conceptos, no imágenes”. “O sea, una mente ciega”, le dije, un poco bruta. Me respondió: “Sí, y por eso para mí es muy difícil leer. No puedo imaginar las descripciones, los personajes”. Soy periodista, así que tengo el hábito de la sospecha. Pensé que, apenas pudiera, iba a chequear si esa condición existía. El muchacho me puso delante el libro para que se lo firmara. Es un volumen de textos cortos que hablan sobre la infancia, los padres, el amor, la pérdida. Me dijo: “Quiero agradecerte mucho. Este es el primer libro que pude leer completo porque habla de cosas abstractas. Ahora estoy intentando, de a poco, leer otros”. Le pregunté qué hacía. Me dijo que estudiaba Arquitectura. ¿Arquitectura? ¿Imposibilitado de “ver” formas? Me dijo que sí, que de hecho le resultaba muy difícil. Le firmé el libro, nos despedimos. Al regresar al hotel busqué información sobre la “afantasía”. En efecto, existe (dos días después, en Ciudad de México, encontré a una chica que tenía lo mismo). No es una enfermedad, no interfiere con la inteligencia, se estima que entre el 1% y el 5% de la población podría verse afectada, quienes la portan se llaman “afantas”. Busqué en mi bolso la foto de San Miguel de Allende. La di vuelta. Detrás, el muchacho había escrito: “Gracias por verbalizar mi mente neurodivergente”. Hay una canción del Indio Solari titulada Y mientras tanto el sol se muere. Dice: “Todavía no usé mi milagro de hoy”. Ese día, en Monterrey, sentí que yo ya lo había usado.
Com cada any, els experts de Quadern trien els millors llibres. Cadascun d’ells ha votat, per ordre de preferència, deu llibres de qualsevol gènere literari, escrits originalment en català i publicats durant l’any 2025. Del resultat, se n’ha extret aquesta llista que trobeu a continuació.
Una semana demoledora para el Gobierno, con dos crisis que se solapan, la de la corrupción y la del acoso sexual dentro del PSOE, acaba del peor modo posible, con los socios presionando ya abiertamente a Pedro Sánchez para que haga un movimiento drástico para reencauzar la legislatura. Esa exigencia ya ha llegado al corazón del Gobierno, a través de Sumar, miembro de la coalición, que reclama a Sánchez, como explicó Yolanda Díaz, una “remodelación profunda” del Ejecutivo.
No es la primera vez que la exmilitante y exconcejala del PSOE Leire Díez, el empresario vasco Joseba Antxon Alonso y el que fuera presidente de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) Vicente Fernández Guerrero se sientan ante un juez como imputados. Sin embargo, cuando lo hagan este sábado en la Audiencia Nacional lo harán con algunas diferencias frente a sus anteriores experiencias. En esta ocasión los tres acudirán tras haber pasado tres días en los calabozos de la Guardia Civil y, además, se enfrentarán a preguntas sobre una causa de la que desconocen el alcance ya que el juez Antonio Piña mantiene el secreto sobre ella y, por tanto, sus defensas no han tenido aún acceso a los indicios que supuestamente les incriminan.
Javier Cercas es el escritor español con mayor prestigio internacional y en El loco de Dios en el fin del mundo se ha enfrentado de nuevo a grandes temas universales: en este caso la fe y la esperanza contadas con honestidad desde la mirada de un ateo. La exploración de lo real y lo vivido, con las buenas herramientas de la literatura, está presente en otros de los libros mejor valorados de este 2025: al abordar las relaciones familiares con madres y padres por parte de Arundhaty Roy, Marcos Giralt Torrente y Julio Llamazares o en la novela real de Juan Gabriel Vásquez sobre la escultora colombiana Feliza Bursztyn.
Andrea Aguilar, periodista.
En una escena de Romería (2025), última y autobiográfica película de Carla Simón, la protagonista, huérfana, escucha a sus primos deslizar que los abuelos “escondieron” a su padre en casa en sus últimos meses de vida. Adicto a la heroína, falleció a consecuencia del sida en 1992, como muchos de su quinta que compartían jeringuillas sin conocer las posibles consecuencias. Simón había perdido a su madre por igual motivo en 1989, antes de que ella cumpliera los tres años. La catalana, que lleva abordando el tema desde su debut en el largometraje Estiu 1993 (2017), es una de las más destacadas creadoras de una generación que, poco a poco, está reconstruyendo el relato de una epidemia que dejó una herida profunda en nuestro país.
Tiene el rostro del tipo corriente, con esa mueca en la comisura de los labios que denota años de penurias. Viste una sudadera, lleva el pelo rapado. Lo has visto mil veces por la calle. Podría ser cualquiera de ellos: uno de los miles de repartidores de paquetes que zumban por Pekín. Hu Anyan lo fue hasta hace no demasiado. Ahora tiene delante una hamburguesa y una cerveza que sorbe mientras desgrana su historia: “Mucha gente desconoce cómo un pedido puede llegar a su casa en un solo día”.
Hay regalos que duran toda la vida. Cuando nos despedíamos al final del último curso en la universidad, un amigo me regaló una edición barata de El gran Gatsby, que traía en la portada una foto de Robert Redford en esmoquin, reclamo evidente por la película de mucho éxito basada en la novela. Con distraído esnobismo de universitario, adicto a las severidades de los cineclubs, yo no había hecho caso a la película, y la portada de la novela no me había llamado la menor atención, imaginando que sería una historia romántica de las que abundaban entonces, a la zaga del éxito de Love Story. No hay ignorancia que no sea despectiva. El gran Gatsby, cada vez que vuelvo a ella, me parece un modelo de esa perfección que se alcanza tantas veces en la música, y creo que con bastante menos frecuencia en la novela. El gran Gatsby apareció en el mismo año prodigioso en el que Virginia Woolf publicaba Mrs. Dalloway y John Dos Passos Manhattan Transfer, y un año después de nada menos que La montaña mágica, de Thomas Mann. Proust había muerto en 1922, pero los últimos volúmenes de En busca del tiempo perdido seguían editándose, y en ese mismo año la heroica y muy sufrida librera Sylvia Beach le había costeado a James Joyce la publicación de Ulises, que en algunos capítulos tiene concordancias misteriosas con Luces de bohemia, impresa en libro en 1924. El “Madrid absurdo, luminoso y hambriento” de nuestro Valle-Inclán se parece mucho en ciertos pasajes de esperpento y desgarro al Dublín de Joyce, por donde también deambulan un maestro y un discípulo tan beodos como Max Estrella y don Latino de Hispalis.
José Antonio González, diputado de Unidas por Extremadura, lo llama “el cóctel perfecto”. Primer ingrediente: el Gobierno del PP en la región, encabezado por María Guardiola, ha eliminado a la puerta de las elecciones la prohibición de que los jefes de servicio de la sanidad pública puedan compatibilizar su trabajo con la privada. Segundo ingrediente: en sus dos primeros años en el poder, el Ejecutivo ha aumentado un 59% las derivaciones para pruebas en clínicas concertadas, con el consiguiente pago, según documentación a la que ha accedido EL PAÍS. Tercer ingrediente: Quirón, un transatlántico sanitario, tiene previsto acabar en 2026 un nuevo hospital en esta región de un millón de habitantes. “Nuestra sospecha es que han visto que hay negocio, y el negocio no es el aseguramiento privado, sino las derivaciones de la pública”, opina el diputado.
El domingo 30 de noviembre, cuando la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, aseguraba ante sus seguidores concentrados en el templo de Debod que “ETA está preparando su asalto al País Vasco y Navarra”, en una burda identificación de ETA con una EH-Bildu en previsible auge, acababa de celebrarse en Berriozar (Navarra) el octavo congreso de la organización estudiantil abertzale, Ikasle Abertzaleak, cuyo resultado ridiculizó aún más la arenga de la lideresa derechista. “El congreso de Ikasle Abertzaleak rompió con las juventudes de Sortu, sucesora de Batasuna y núcleo duro de EH-Bildu. Lo ganó el grupo disidente, de orientación comunista, GKS (Gazte Koordinadora Socialista) que se ha impuesto sobre Sortu en el ámbito estudiantil y juvenil. Critica su aburguesamiento y el de EH-Bildu considerado partido socialdemócrata”, señala José Antonio Pérez, historiador y profesor de la Universidad del País Vasco.