“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”
“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”
La paz a la fuerza es la última incorporación a nuestro repertorio de paradojas cotidianas. La convivencia se cimenta en la violencia; los nuevos paraísos, sobre los escombros de la destrucción. El abuso y el absurdo del poderoso se aplauden, sin tapujos ni disimulos, como logros diplomáticos. Quien está en posición de debilidad solo tiene la libertad de capitular. La clave de la negociación es halagar al líder, árbitro arbitrario que forja pactos para hacer negocios y colocar una medalla más en su pecho tintineante. La humanidad, tras un breve paréntesis de fe en una imperfecta comunidad internacional, regresa a las viejas costumbres del dominio arrollador de las grandes potencias.
Recuerdo cuando las plataformas eran herramientas de contacto y creación de comunidad. Un espacio social donde interactuar con otros bajo la certeza de que tanto la persona al otro lado como la conversación eran reales. Pero ¿las redes hoy en día siguen siendo sociales? Lo que empezó como una vía para conectar personas se ha convertido en una fábrica de contenido: para marcas, para algoritmos o para el mantenimiento de una identidad digital que debe ser alimentada cada día. Hoy, más que socializar, consumimos contenidos con el mismo automatismo con el que miramos la televisión, con la diferencia de que la pantalla nos observa, nos mide y nos indica qué debemos ver a continuación. Es triste y paradójico que, bajo la premisa de cohesión global, surja una forma de soledad donde millones de personas conectadas al mismo tiempo realizan un consumo individual.
El Tribunal Supremo acogió en noviembre un único juicio al entonces fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, pero de las seis sesiones de la vista oral han salido dos versiones diametralmente opuestas. La sentencia firmada por la mayoría (cinco de los siete miembros del tribunal) concluye que él “o una persona de su entorno inmediato y con su conocimiento” filtró el correo del abogado de Alberto González Amador; y que, al día siguiente, redactó una nota de prensa que también revelaba datos confidenciales de la pareja de Isabel Díaz Ayuso. La minoría (dos magistradas) consideran que no existen pruebas de que García Ortiz fuera el autor material de la difusión del mail, y que el comunicado no constituye ninguna infracción. La cara y la cruz. La noche y el día.
El olor a matalauva y ajonjolí vuela por las azoteas y endulza el petricor de la lluviosa mañana de diciembre. Dos lebrillos están hasta el borde de pestiños recién fritos y la miel se deslía como el agua en un perol hirviente. No está ni terminada la primera tanda y ya viene la segunda. Sor Ana extiende el rodillo y una enorme y fina masa se expande como el papel sobre una mesa de mármol de cuatro metros. Sor Corazón, la más mayor y bromista del convento, tira de retranca: “Cualquier día nos tiramos de rodillas en el claustro a hacerlos, que ahí hay sitio”. Apenas son las nueve de la mañana y la jornada en el obrador será, de nuevo, a destajo. No se puede parar, en los previos de la Navidad, el torno del Monasterio de las Concepcionistas de El Puerto de Santa María, en Cádiz, que está rueda que rueda, como cantó el célebre Carlos Cano en su Alacena de las Monjas.
Lo que más le sorprende a Carlos Moreno (Tunja, Colombia, 1959), padre del concepto de la “ciudad de los 15 minutos”, es que países y ciudades del Golfo Pérsico estén tratando de aplicar un modelo inventado para París después de ver cómo los lujosos Ferraris o los Lamborghinis flotan como corchos cada vez que llueve. Autor de una decena de libros sobre urbanismo, profesor de la Universidad de la Sorbona y asesor de decenas de alcaldes de todo el mundo, Moreno insiste en un modelo en el que los ciudadanos no tengan que desplazarse más de un cuarto de hora desde su domicilio, ya sea andando o en bicicleta, para acceder a cualquier servicio básico, satisfacer sus necesidades e inquietudes o, incluso, trabajar. Invitado por el Colegio de Arquitectos, donde esta semana participó en el Madrid Foro Urbano Internacional, Moreno incorpora ahora un nuevo concepto, la “proxilencia”, con el reto de crear empleos y aliviar la presión que asfixia el centro de las ciudades.
Héctor Alterio llegó a Madrid en los años setenta cuando, amenazado de muerte por la Triple A, tuvo que huir de su Argentina natal. Pero pronto fue aceptado como uno más entre la profesión actoral madrileña, hasta el punto de que no llevaba ni un año en España cuando ya iba por los sitios donde entonces un actor conseguía trabajo. El café Gijón del Paseo de Recoletos y el Dolly de la calle Príncipe. Entonces no es que no hubiera móviles. No había forma de localizar a los actores, tan dados a pensiones y a brujulear por casa de amigos.
Urdabai es la pequeña Doñana vasca. Es una joya natural que la Unesco elevó en 1984 a la categoría de reserva de la biosfera, la única existente en el País Vasco. Este paraje de Bizkaia está protegido por un régimen jurídico recogido en una ley del Parlamento vasco aprobada por unanimidad en 1989. En esta privilegiada localización situada a unos 40 kilómetros de Bilbao, el Guggenheim Bilbao tiene proyectado expandirse con la construcción de un museo con dos sedes, una en Gernika y otra en Murueta, unidas por una senda y una pasarela de casi seis kilómetros en total. El plan ha puesto en pie de guerra a una gran parte de la ciudadanía y a los ecologistas, que se han opuesto frontalmente a la ocupación del Urdaibai por el daño ecológico irreversible que aseguran que esas instalaciones culturales causarían a un ecosistema único. El patronato del Guggenheim se reunirá este próximo martes para decidir si sigue adelante con el proyecto museístico o le da carpetazo. “Salvo sorpresa de última hora”, aseguran fuentes conocedoras del proceso, “todo apunta a la paralización del proyecto”.
Hubo un momento, a medidos de los 2000, en que la gran constelación de museos Guggenheim que iba a desplegarse por el mundo se apagó. En 2016, el centro para Helsinki no superó, por segunda vez, la idea de proyecto y, ese mismo año, cerró sus puertas el de Berlín, abierto en 1997. Por el camino, ya se habían quedado el de Salzburgo, Río de Janeiro, Guadalajara (México), Seúl, Taichun (Taiwan) y el del sur de Manhattan, una supuesta segunda sede para Nueva York. Quedaron entonces solo dos instituciones por sacar adelante: la de Abu Dabi y la de Urdaibai, en una reserva de la biosfera en el País Vasco. Dos espacios que se unirán, a la espera de confirmación, al de Manhattan, Bilbao y la Colección Peggy Guggenheim en Venecia, las tres únicas sedes que mantiene la Fundación Solomon R. Guggenheim.
El Madrid viajó el 24 de noviembre de 1998 a Milán para enfrentarse al Inter. Los blancos venían de ganar la séptima Copa de Europa, el título más perseguido, y esa temporada la habían empezado torcida. A cuatro puntos del Barça en Liga, en el Giuseppe Meazza cayeron por 3-1; sin embargo, los jugadores hablaron esa noche de que se abría una nueva etapa, que al fin habían recuperado la actitud. “Hoy, por primera vez, hemos sido un equipo”, proclamó el locuaz Roberto Carlos. Pero no. La desventaja con los azulgranas siguió creciendo y el entrenador, Guus Hiddink, fue despedido tres meses más tarde después de dejar varias advertencias: “Tras los éxitos de la Champions y la Intercontinental, hay que pedir más. El equipo debe recuperar el corazón de amateur”. Con su sucesor, John Toshack, el curso se cerró sin títulos.
¿Cómo se mide el legado de una leyenda? Zeljko Obradovic dimitió hace un par de semanas como entrenador del Partizán de Belgrado y su marcha ha dejado un vacío imposible de llenar en el baloncesto europeo. Hay un antes y un después de Obradovic tanto por lo ganado como por lo enseñado. Si el mito se cuenta al peso, nadie luce un palmarés semejante, coronado por nueve Copas de Europa: Partizán 1992, Joventut 94, Real Madrid 95, Panathinaikos 2000, 2002, 2007, 2009 y 2011, y Fenerbahçe 2017. En perspectiva, el siguiente escalón lo ocupan cuatro entrenadores (Gomelsky, Ferrándiz, Maljkovic y Messina) con cuatro coronas cada uno. Y si la eternidad se juzga por su influencia en el juego y en las siguientes generaciones, ahí tampoco admite comparación el viejo sabio. A los 65 años, después de 34 en la pizarra, Obradovic ha creado escuela como entrenador de entrenadores. Él mismo calcula que 150 jugadores que han pasado por sus manos se han convertido en técnicos “a todos los niveles”.
El ahora president Salvador Illa asumió el cargo de ministro de Sanidad en enero de 2020, uno de los más discretos del Gobierno, sin imaginar remotamente que dos meses después irrumpiría la feroz crisis de la covid que obligaría a confinar a la población. Cinco años después, su consejero de Agricultura, Pesca y Alimentación, Òscar Ordeig (Vic, 47 años), tampoco debió intuir que como titular de esa cartera viviría un otoño horribilis. La lista empezó con el sacrificio de cientos de cabezas de ganado por la dermatosis nodular, el confinamiento de gallinas por la gripe aviar, el brote de la peste porcina africana (PPA) y las negociaciones saldadas ayer para que la UE permita a los pescadores faenar 140 días al año. Eclipsado hasta ahora por consejeros con carteras de más peso, Ordeig se ha erigido en la cara del Govern en la crisis porcina que le ha catapultado además porque coincidió la primera semana del brote con el viaje de Illa a México.
Las grandes batallas, especialmente las que se libran contra el silencio de las amenazas, necesitan símbolos para ganarlas. Italia lo descubrió en los años 90, cuando la Cosa Nostra o la Camorra desafiaron al Estado y algunas personas de la sociedad civil decidieron no callarse, aunque les costase la vida, como al periodista Peppino Impastato. O la libertad, como al escritor Roberto Saviano. Desde hace años, Francia se enfrenta también a un nuevo y cada vez más violento y poderoso fenómeno de crimen organizado. Ciudades como Marsella han experimentado un crecimiento de la violencia tan impresionante que incluso se las ha comparado con ciudades mexicanas donde los carteles controlan la vida de la gente.
La estabilidad del Gobierno, en España, depende, durante toda la legislatura, de los apoyos parlamentarios que le permitieron la investidura. La pérdida de esta confianza puede llevar a la dimisión del presidente, a la aprobación de una moción de censura por parte de un candidato de la oposición, que necesita la mayoría absoluta para investir a un nuevo presidente, o a una cuestión de confianza, que presenta el propio presidente en ejercicio y que requiere mayoría simple para ratificar el apoyo al Gobierno. Así lo explica cualquier pregunta sobre el tema que se formule con inteligencia artificial.
Es un cuerpo pequeño que domina la escena sin levantar la voz, una autoridad silenciosa. En un discreto hotel de cinco estrellas escondido en un lateral de los Campos Elíseos, Jodie Foster aparece envuelta en la luz oblicua que se filtra por las persianas e ilumina una habitación pintada en colores terracota y antracita, los tonos convertidos en el nuevo estándar del lujo internacional. Lleva un esmoquin gris perla de corte masculino diseñado por Thom Browne, de esos que parecen trazados con regla; una camisa blanca abotonada hasta el cuello y una corbata ancha y centrada. El corte recto de su melena y su perfil puntiagudo prolongan la geometría del conjunto. Todo en ella sugiere control y rigor, pero también algo más difícil de definir, un insondable misterio.
Pensar sobre tecnología supone, hoy en día, pensar en todo lo que nos hace humanos. Supone pensar sobre economía y en cómo las plataformas extraen y venden nuestros datos con objetivos publicitarios o políticos. Supone pensar en el trabajo y en la promesa de que la inteligencia artificial nos ayudará a hacerlo mejor o en la amenaza de que nos reemplazará porque, aunque lo haga peor, lo hará más barato. Supone pensar en política, porque la influencia de las plataformas en los debates públicos es indudable: basta con ver el ejemplo de Elon Musk, que ha puesto X al servicio de Donald Trump y del resto del populismo autoritario mundial. Supone pensar en cultura y en si queremos leer novelas y ver películas escritas por un programa que se limita a repetir patrones que ha aprendido gracias a un entrenamiento que no ha respetado los derechos de autor de escritores e ilustradores.
Shoshana ZuboffNacida en Nueva Inglaterra, Estados Unidos, en 1951, es filósofa y profesora emérita de la Harvard Business School. En La era del capitalismo de la vigilancia analiza el modelo de negocio de las plataformas basado en la extracción de datos.
Kate CrawfordEsta australiana nacida en 1974 es investigadora en inteligencia artificial en Microsoft Research y autora de Atlas de IA: política, poder y costes planetarios (2023, Ned Ediciones).
Byung-Chul HanFilósofo y ensayista surcoreano, afincado en Alemania (Seúl, 1959). Destaca por sus libros breves que critican el capitalismo, la tecnología y la visión actual del trabajo. Es premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades.
Meredith WhittakerNacida en Los Angeles, es presidenta de Signal y cofundadora del instituto AI Now. Trabajó en Google durante 13 años, donde en 2018 lideró una huelga tras un caso de acoso sexual.
Éric SadinNacido en París (Francia) en 1973. Filósofo tecnocrítico, ha escrito sobre los mecanismos y el impacto de la tecnología. Su libro más reciente es El desierto de nosotros mismos (2025)
Timnit GebruCientífica en computación, nació en Adís Abeba (Etiopía) en 1983. Fue despedida de Google por negarse a retirar un informe que alertaba de los riesgos de la IA
Carissa VélizEsta pensadora hispano-mexicana es profesora en el Centro de Ética y Humanidades de la Universidad de Oxford, y autora de Privacidad es poder (Debate, 2021). Prefiere no revelar su lugar y fecha de nacimiento, precisamente, por proteger su privacidad
Donna HarawayNació en Denver en 1944 y es conocida por el Manifiesto cíborg, publicado en 1984. Es profesora emérita en la Universidad de California en Santa Cruz
Luciano FloridiFilósofo italiano (Roma, 1964). Es director y fundador del Centro de Ética Digital de la Universidad de Yale y autor de libros como Ética de la inteligencia artificial (2024, Herder)
Daron AcemogluNacido en Estambul, Turquía, en 1967, es premio Nobel de Economía y autor de Por qué fracasan los países (2012) y de Poder y progreso (2023)
El método y el juradoEsta lista se elaboró pidiendo a 35 expertos de diferentes ámbitos (tecnología, filosofía, periodismo) que eligieran a los que, a su juicio, son los 10 pensadores que más nos ayudan a entender cómo nos afecta la tecnología.
El jurado estuvo compuesto por Borja Adsuara, Fernando Broncano, Eurídice Cabañes, Bernat Castany, Natalia Castro Picón, Enrique Dans, Antonio Diéguez, Jorge Dioni, Lorena Fernández, Patricia Fernández de Lis, Raquel Ferrández, Marta Franco, Yayo Herrero, Daniel Innerarity, Lorena Jaume Palasí, Kiko Llaneras, Paloma Llaneza, Ramón López de Mántaras, Lola López Mondéjar, Máriam Martínez-Bascuñán, Miceli Milagros, Nuria Oliver, Anna Pagés, Manu Pascual, Marta Peirano, Jordi Pérez Colomé, Jahel Queralt, Delia Rodríguez, Javier Salas, Víctor Sampedro, Jaime Serrano, Juan Luis Suárez, Carissa Véliz, Santiago Zabala y Jesús Zamora Bonilla.
La actriz y cantante Barbra Streisand se sentía, literalmente, “devastada”. Después de 14 años de compañía, cariño incondicional y “amor eterno”, su perra Samantha había fallecido y ella quería conservar “algo de ella”. Así que, según explicaba a The New York Times en 2018, envió su ADN a los laboratorios de Viagen, una empresa texana, líder en el mercado de la clonación de mascotas. Y obtuvo dos cachorras, Miss Violet y Miss Scarlett. Algo similar hizo el presidente argentino, Javier Milei, clonando a su perro Conan también con Viagen; nacieron cinco cachorros, aunque no se sabe cuántos de esos perros viven a día de hoy. El último famoso en sumarse a la tendencia ha sido el ex jugador de fútbol americano Tom Brady, que acaba de clonar a su perra Lua. “La ciencia de mantenerlos vivos”, proclama Viagen en su página web, para convencer a los humanos que adoran a sus mascotas de que paguen los cerca de 50.000 euros que cuesta clonarlas. Pero la realidad es que el proceso de clonación no puede duplicar personalidades. Es la paradoja de una industria que crece un 15% anual afirmando algo que no puede cumplir: “Mantener vivo” a un animal muerto.
La extrema derecha nunca ha gobernado en Chile desde el regreso a la democracia en 1990, después de la dictadura, y todos los presidentes han manifestado su distancia con Augusto Pinochet en cada uno de los planos. Incluso Sebastián Piñera, fallecido en un accidente en 2024, el único político derechista en llegar a La Moneda, en dos ocasiones, en los últimos 35 años. La tendencia, sin embargo, comenzará a cambiar este domingo si las urnas confirman las encuestas de opinión y dan el triunfo a José Antonio Kast, líder del Partido Republicano, una formación de extrema derecha que llega a la segunda vuelta arropada por toda la oposición al presidente Gabriel Boric.
Lleva menos de dos meses como primera ministra japonesa y Sanae Takaichi (64 años) ya está dando mucho que hablar. Mientras se agrava la crisis diplomática iniciada por sus afirmaciones sobre un hipotético conflicto armado con China para defender Taiwán, se jacta también de la popularidad de su forma de vestir y de su poder para influir en las ventas de sus productos de uso personal favoritos. En la sesión parlamentaria del pasado 9 de diciembre, por ejemplo, mostró a los diputados una pluma rosa y comentó su involuntario papel en el aumento de ventas de esta ya icónica herramienta y de un bolso negro de piel que está agotado pese a su alto precio.
En la hora escasa que pasamos charlando con Biel Rossell (Igualada, 21 años) en la cafetería del Institut del Teatre de Barcelona, se acercan a saludarlo una productora y dos compañeras de reparto. El actor está en su salsa. Cuenta que ha encontrado a su tribu, la de “la farándula”, el ecosistema humano en el que se siente cómodo, y ya ni siquiera se imagina dedicándose a ninguna otra cosa. Pese a todo, no parece del todo dispuesto a pagar “peajes”. Le incomoda que empiecen a reconocerlo. Se resiste a perder el anonimato, el privilegio de pasear, “observando sin ser observado”, como ha hecho siempre y como considera que deben hacer los actores si aspiran a entender el mundo para poder interpretarlo.
Durante los últimos meses, la figura de la tradwife —esposa tradicional—, ha mutado en una mujer que, además de cuidar de su marido, se ocupa con gran diligencia de los niños. Las tradwifes son también supermamás con imposibles rutinas de cuidado de hijos, que consisten en levantarse a las cinco de la mañana para cocinar sushi para desayunar o elaborar complicadísimos almuerzos para el recreo. También hacen completas rutinas de belleza y ejercicio antes de despertar a los niños para llevarlos al colegio. En Instagram y TikTok, se celebra la imagen de una mujer que nunca se queja, siempre tiene una apariencia impecable y se mueve con gracia y soltura en una casa inmaculada donde la comida está hecha, los niños se portan bien, están peinados y salen de casa con los zapatos abrillantados. Es el caso de cuentas como @endlessmomdiary o @tammyhembrow, en los que parece que la maternidad puede vivirse constantemente de una forma productiva en la que da tiempo a todo y, además, sin ayuda.