“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”
“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”
Cuando a las puertas de la sede del Partido Socialista en Madrid estallaba el escándalo de denuncias de acoso contra Paco Salazar, con media militancia todavía caliente por el bochorno de los audios de Ábalos y Koldo al referirse a unas mujeres, una concejala que estaba a más de 500 kilómetros al sur de ahí comenzó a sentirse un poco menos sola. Era a principios de julio. El presidente, Pedro Sánchez, prometió en respuesta la creación de un órgano independiente para denunciar el acoso sexual en la agrupación. Y ella creyó que por fin alguien de ahí arriba (Madrid) la escucharía. Había pasado un mes desde que decidiera dar un golpe sobre la mesa que le había costado años y estaba dispuesta a romper la omertá a la que se había sometido para no hacer daño al partido. Aún no sabía que se iba a sentir todavía más sola y que ese silencio no la protegería de nada. Tenían que pasar cuatro meses más.
Paco Salazar (Montellano, Sevilla, 57 años) ha puesto patas arriba al PSOE. La gota que colmó el vaso de las feministas del PSOE tras las grabaciones y andanzas de José Luis Ábalos y Koldo García. Un tipo de pueblo el que ha indignado y conmocionado a una organización de alrededor 150.000 militantes por dos denuncias de acoso sexual y abuso de poder formuladas por dos militantes socialistas y trabajadoras en el equipo de Salazar en la Moncloa. “Se subía la bragueta en tu cara, escenificaba felaciones y pedía vernos el escote”, contó en exclusiva elDiario.es.
La Guardia Civil y la Policía Nacional han desarrollado esta semana dos macro-operaciones con detenciones y más de una veintena de registros por toda España que afectan a cargos que fueron de confianza dentro del Gobierno, como Vicente Fernández, el ex presidente de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), a quien colocó la vicepresidenta del Ejecutivo, María Jesús Montero, o la exmilitante del PSOE Leire Díez que ya estaba bajo sospecha por trabajar supuestamente a las órdenes del ex secretario de Organización del partido Santos Cerdán. Con el exministro de Transportes José Luis Ábalos y su exasesor Koldo García en prisión provisional, La Moncloa no deja de recibir golpes de corrupción en distintas tramas que se entrelazan entre sí y que comparten personajes. La justicia mantiene en el foco una decena de investigaciones que van desde los pagos en efectivo que se realizaron en Ferraz durante siete años hasta el amaño de contratos públicos en distintas entidades.
José Antonio Magán, director de la biblioteca de la facultad de Matemáticas, contaba la historia esta semana sin forzar la voz, mientras paseaba bajo la lluvia por la avenida Complutense: “Hace más de diez años, yo participaba con colegas de Harvard y de Oxford en un proyecto para digitalizar fondos sufragado por Google. Ellos los suyos. Nosotros los nuestros. La biblioteca de la Complutense es la segunda mayor de España, después de la Nacional. Y así logramos digitalizar casi 150.000 libros del siglo XIX. Pero a partir de 2018, como ya no había personal para catalogar y seleccionar los libros, hemos dejado de acudir en ese programa. Ya no vamos con Harvard ni con Oxford”. Y luego, con la misma voz neutra, bajo la misma lluvia pesada, añadía: “Es más: desde ese año, junto con mis compañeros de la facultad de Matemáticas, apañamos y arreglamos con pasta de cola y tijeras los manuales rotos de nuestra biblioteca porque ni siquiera tenemos fondos para reponerlos. Lo mismo hacemos con los sillones”.
La Universidad Complutense de Madrid, el campus presencial más grande de España, se ha convertido, bien a su pesar, en el emblema de la necesidad de defender una enseñanza pública dignamente dotada frente a una crónica infrafinanciación que no siempre responde a razones económicas, sino a una apuesta ideológica contra lo público. Todas las universidades públicas españolas se hallan en una preocupante situación financiera, pero el auténtico drama lo padecen las seis de la Comunidad de Madrid y, en particular, la Complutense.
En Estados Unidos lo dicen en voz alta. Christopher Rufo, uno de los arquitectos de la ofensiva de Trump contra las universidades, ha explicado la estrategia sin pudor: utilizar la presión financiera para sumergirlas en un “terror existencial” hasta que la única opción viable sea rendirse. En la Comunidad de Madrid nadie confiesa nada, pero los números son elocuentes: la región más rica de España tiene la universidad pública peor financiada. Lo que allí se proclama, aquí se ejecuta en silencio. Ningún consejero ha explicado qué modelo educativo quiere la Comunidad, qué papel reserva a la investigación, cómo pretende que la universidad contribuya a la prosperidad de la región. No se habla de diagnósticos ni de estrategias porque obligaría a reconocer que el objetivo no es mejorar la universidad pública, sino reducirla hasta hacerla irreconocible.
La última vez que Alén Ayerdi habló con Robe fue el martes pasado, el mismo día que al artista extremeño le dejó de latir el corazón. El manager del músico lo cuenta a este periódico con la pena agarrada a la garganta. Sobre lo que trató la conversación, pertenece solo a ellos. Al resto nos queda un cancionero como pocos en la música español.
Lo que sigue es un compendio de letras tenebrosas que ningún periodista querría tener que escribir. Rezuman crueldad y dolor y su protagonista es un niño de solo cuatro años. Lucca. Un chiquillo de vivarachos ojos negros y pelo acaracolado nacido en Caracas (Venezuela) el 16 de mayo de 2021, que apenas comenzaba a pronunciar frases enteras. Su cuerpo, con toda clase de signos de violencia, fue hallado por agentes de la Guardia Civil el pasado 3 de diciembre por la noche en un viejo búnker de la playa de Garrucha (Almería), junto a una vela blanca prendida…
Europa afronta uno de los momentos más inciertos y peligrosos en décadas. La amenaza histórica y tradicional de Rusia, que tras invadir Ucrania hace casi cuatro años ha intensificado su guerra híbrida contra los aliados europeos de Kiev, hizo despertar al Viejo Continente. Europa empezó a rearmarse, a hablar de volver al servicio militar. Ahora, cuando es del todo consciente de su dependencia y vulnerabilidad del paraguas de seguridad estadounidense, abre los ojos a otra realidad traumática: que el Estados Unidos de Donald Trump también busca debilitarla, dividirla y desestabilizarla. La UE está bajo asedio. Fuerzas externas e internas se movilizan para abolir el proyecto europeo, una estructura multinacional, política, económica; una unión de valores que defiende el mundo multipolar basado en reglas mientras la voracidad de otros grandes actores quieren desbaratarlo. Europa afronta momentos clave para su supervivencia.
Europa termina 2025 amenazada por los drones armados de Putin y por las cargas políticas de profundidad de la Administración de Donald Trump. Potencias hostiles libran una guerra híbrida por tierra, mar, aire y redes contra la Unión Europea en un inusitado empeño: precipitar la voladura descontrolada del marco político e institucional que ha dado al Viejo Continente uno de los períodos de paz más largos de su historia moderna y contemporánea. Esta pinza entre Washington y Moscú, con China atenta para sacar tajada, coloca a Europa ante un momento de refundación del club so pena de ser hecho pedazos si responde mal o a destiempo ante tan concertados ataques.
A Hanadi Ali Qana le pudo más la emoción que el bolsillo. Hace un año, el 8 de diciembre de 2024, escuchaba emocionada desde Líbano ―donde llevaba años refugiada― cómo los rebeldes derribaban por sorpresa al régimen de El Asad y decidió regresar a su país, Siria, aún a sabiendas de que casi 14 años de guerra sin apenas cuartel habían devastado tanto la economía como su casa, en la ciudad de Alepo. “Al día siguiente, ya estaba aquí”, cuenta, al recordar que era el sueño de su marido, fallecido de cáncer poco antes, aún en el exilio. Qana pasó 14 de sus 52 años de vida fuera de Siria, por miedo a los bombardeos o a que las autoridades arrestasen o alistasen a los varones de la familia. Como todo eso forma parte del pasado, no está sola en su decisión: hasta 1,2 millones de refugiados ―principalmente desde las vecinas Turquía (42%), Líbano (35%) y Jordania (18%)― han regresado a Siria en este primer y delicado año de transición a la democracia, celebrado este lunes. Y otros casi dos millones de desplazados han regresado a sus localidades de origen. Comparado con otros conflictos, es un ritmo muy alto y ―aunque marcado por la ilusión― añade un reto a un país con muchos otros: absorber con pocos medios a tanta gente.
Un periodista ha centrado esta semana buena parte de la instrucción judicial y el debate político sobre la gestión de la dana que en octubre de 2024 acabó con la vida de 230 personas en Valencia. Se trata de José Manuel Cuenca, el todopoderoso secretario autonómico del gabinete del expresidente valenciano Carlos Mazón. Era su sombra, su amigo, su confidente, su compañero entre semana del piso que compartían, no muy lejos del Palau de la Generalitat. Y la persona que hablaba en nombre del jefe. De ahí la relevancia de su testimonio sobre sus llamadas y mensajes de WhatsApp el día de la riada y que haya sido requerido dos veces como testigo por la jueza que investiga los posibles delitos de homicidio imprudente y negligencia. El fiscal le espetó el pasado viernes que parecía que fuera él “el vicepresidente y el segundo de a bordo” en la toma de decisiones en un día de “tanta importancia” en lugar de un secretario autonómico, un jefe de gabinete, un periodista sin ninguna experiencia en emergencias que hizo de intermediario del presidente de la Generalitat durante una de las mayores catástrofes de la historia de la Comunidad Valenciana.
Cuatro secuencias de una campaña electoral con el tradicionalismo disparado.
Calles abarrotadas, flujos constantes de mercancías y comerciantes, obras majestuosas… La Antigua Roma fue la primera ciudad del mundo en alcanzar el millón de habitantes, entre los siglos I y II d. C. Ese hito coincidió con una etapa de apogeo económico que, salvando las distancias, sirve para ilustrar el papel estratégico de la demografía en el crecimiento: a mayor población, mayor actividad y mayores necesidades de abastecimiento. Hoy somos más que nunca —8.300 millones de personas— y también más ricos que nunca. A la expansión demográfica se ha sumado una mejora sostenida de la productividad, que ha impulsado las rentas muy por encima del crecimiento de la población.
Jonathan Andic sabía dónde aparcar el coche y qué sendero tomar cuando, la soleada mañana del 14 de diciembre de 2024, condujo a su padre, Isak Andic, hasta una de las innumerables rutas que atraviesan Montserrat, montaña mítica por su silueta singular y emblema del nacionalismo catalán. Habían quedado para hacer, a pie, una breve excursión por el camino de tierra que lleva al monasterio benedictino. No pretendían completar los nueve kilómetros del itinerario porque el fundador de Mango había quedado más tarde. Pero tenían temas de los que hablar. Y a Isak le gustaba eso, mantener conversaciones con amigos y familiares mientras caminaba, como un filósofo peripatético.
En tiempos de taquilla en retroceso y presupuestos encogidos, el rey del mundo aprieta el acelerador. James Cameron (Kapuskasing, Canadá, 71 años) regresa a Pandora con Avatar: fuego y ceniza, la tercera entrega de la saga, “la más dramática y centrada en las emociones de sus protagonistas”, aseguraba la semana pasada el director, menos soberbio de lo esperado, durante una entrevista en un hotel de París. La película, que se estrena en cines el próximo viernes, ha costado más de 400 millones de dólares (340 millones de euros), en una fase de contracción del mercado que pone en peligro la existencia de este tipo de superproducciones.
El 23 de marzo de 2025, Rafael de Julia salió vivo de milagro de la corrida inaugural de la temporada de la plaza de toros de Las Ventas de Madrid después de matar no sabe ni cómo los dos toros que le tocaron en suerte. No es una metáfora. La anorexia que le fue diagnosticada días más tarde, cuando accedió por fin a recibir ayuda, lo tenía al borde de la muerte, según le dijeron los médicos. Han pasado casi nueve meses, pero hay procesos que requieren más tiempo que una gestación y De Julia anda aún en el camino de su recuperación. Cita en Loeches, el pequeño pueblo madrileño donde vive, cerca de la populosa Torrejón de Ardoz, donde creció y, donde, a los 6 años, se puso por primera vez delante de una becerra. Hablamos en un café, desierto a esas horas, donde le conocen y tratan con callada deferencia y respeto. El animoso ambiente navideño que reina fuera choca con la profunda tristeza de sus ojos.
EL HIJO DE JULIARafael Rodríguez Escribano (Madrid, 46 años) eligió llamarse Rafael de Julia en los carteles taurinos como homenaje a su madre, una mujer fuerte que sacó sola a sus hijos adelante. El niño Rafael creció al calor del bar de sus padres en la localidad madrileña de Torrejón de Ardoz, lleno de fotos de toreros, y rodeado de aficionados. A los 6 años se puso delante de su primera becerra y, de joven, inició una discreta carrera como torero, con éxito de crítica. En 2013 se retiró de los ruedos y se centró en su trabajo como profesor de la Escuela de Tauromaquia de Madrid. En 2022 volvió a intentar lograr sus sueños de vivir del toreo. Tras varias actuaciones meritorias, el pasado 23 de marzo de 2025 estaba, en teoría rozando el cielo. Formaba parte del cartel inaugural de la temporada taurina de la plaza de toros de Las Ventas de Madrid. Pero la procesión iba por dentro. Su extrema delgadez y debilidad llamaron la atención del público, que no tenía ni idea del infierno por el que estaba atravesando el diestro. Casi no sale vivo del coso. Al día siguiente, aceptó ponerse en manos de los médicos y, desde entonces, está de baja y sigue un tratamiento en un hospital público de Madrid contra la anorexia nerviosa que le fue diagnosticada y que, sin saberlo, llevaba tiempo arrastrando. Considera esta entrevista parte de su recuperación. Está en el camino.
Recuerdo un día ya lejano en que mientras estaba escribiendo dejé en el cenicero rebosante de colillas la mitad de un cigarrillo encendido. De pronto me di cuenta de que tenía otro cigarrillo, también encendido, humeando en los labios. Me estaba fumando dos cigarrillos a la vez. Ese día decidí dejar de fumar al comprobar que el tabaco dirigía mi inconsciente y mandaba mucho más que yo. Un pestilente olor a humo frío se había apoderado de toda la casa, del interior del coche, de la piel entera de mi cuerpo. Pensé que mis pulmones también estarían abrasados puesto que los tenía sometidos a dos cajetillas diarias de Marlboro. Esa sensación de estar totalmente intoxicado es parecida a la que siento después de oír la degradación sistemática de la política española en las noticias por la radio, de seguir las tertulias de varios canales de televisión todas poseídas por los mismos gritos que porfían por ver quién acarrea más basura de uno y otro bando a la superficie hasta lograr que la atmósfera sea irrespirable. La derecha ataca al Gobierno por tierra, mar y aire, y el Gobierno no cesa de dar motivos para perder ese combate. ¿De qué pozo ciego han salido tantos progresistas rijosos, babosos, depredadores? ¿Queda todavía algún político decente que no esté pringado? ¿Cesará de una vez ese sucio manantial de escándalos del partido socialista? He tenido que cortar por lo sano como hice con el tabaco para evitar que la depresión me cause un vuelco ideológico irreversible. Hace tiempo que dejé de creer en la superioridad moral de la izquierda después de descubrir que muchos la han usado como una coartada para envolver sus latrocinios, su machismo, sus bellaquerías. No solo la extrema derecha nos lleva al reinado del mono, también la izquierda, según se ve, está sometida a unos instintos primarios. Hoy ya no sabes a quién das la mano, por eso hace tiempo que juzgo a las personas una a una, no por lo que dice sino por lo que hace. Se acabaron los sueños. Es como quitarse del tabaco.
A los 20 años, cuando mi vida estaba toda por hacer, me dio por escuchar a Edith Piaf, y cantaba como si me fuera la vida en ello aquella canción, Non, je ne regrette rien. Como pocos errores me había dado tiempo a cometer había algo cómico en mi vehemencia. Ahora, cuando ya me separan tantos años de aquella chica, pienso a veces en lo que pude evitar o no me atreví a hacer.
Los errores en el periódico se han convertido este año en uno de los asuntos por los que más protestan los lectores. No hay día sin que alguien señale algún fallo que ha escapado al control de calidad. La gran mayoría se refiere a pequeños detalles, como el aviso que dio Segundo Rodríguez el martes, cuando afeó que en la noticia sobre la reactivación del caso residencias de Madrid aparecía escrito “las miles de personas”, en lugar de “los miles de personas”. La falta se corrigió enseguida y no tendría más importancia si no fuera por la reincidencia.