“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”
“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”
Cinc anys després de l’esclat dels primers pòdcasts sobre llibres en català, l’oferta a les ones s’ha multiplicat i diversificat en projectes que s’han professionalitzat i d’altres que segueixen, voluntàriament o no, oferint programes més casolans. Aquella primavera del 2020, quan van començar a emetre, reclosos a casa per la pandèmia de covid, pòdcasts com Mentrimentres, sobretot d’entrevistes, o Tàndem, dedicat a la literatura infantil i juvenil (LIJ), poc s’esperaven que avui encara serien a l’aire i, a més, que s’haurien convertit en referents. De seguida s’hi van anar sumant altres projectes, i el panorama va quedar ben nodrit de programes enfocats en els llibres, una parcel·la menystinguda a la televisió.
La Fiscalía destacó en su memoria que el fallo en el volcado de datos del sistema Cometa ―el que se ocupa del seguimiento de las llamadas pulseras antimaltrato― había supuesto una “potencial desprotección de las víctimas” y “una gran cantidad de sobreseimientos provisionales o absoluciones de agresores”. No quiso dar cifras. Pero este jueves publicó una nota en la que matizaba esas afirmaciones y remarcaba que “las víctimas estuvieron protegidas en todo momento, porque los dispositivos funcionaron”. Además, detalló que las absoluciones referenciadas fueron “mínimas”. La nota habla de “fallos puntuales” e insiste en que el dispositivo funcionaba. Añade, además, que “la mayoría de los casos en los que no se pudieron aportar datos [de las pulseras] se resolvieron posteriormente, pues los sobreseimientos provisionales se reabrieron una vez recuperados los datos”.
Dolores Delgado (Madrid, 62 años) coordinará la investigación de la Fiscalía española sobre los crímenes en Gaza, autorizada mediante un decreto firmado esta semana por el fiscal general del Estado. Delgado, fiscal de Sala Coordinadora de Derechos Humanos y Memoria Democrática, asegura que España puede aportar material en la investigación internacional de los ataques de Israel a Gaza. En su opinión, hay claros indicios de que se está cometiendo un genocidio, pero advierte de que, aun en el caso de que no se consiga que los responsables rindan cuentas, la propia investigación ya es en sí una forma de hacer justicia.
Bárbara Lennie (Madrid, 41 años) tiene dos acentos y los intercambia con gesto burlón. Pasa de hablar un español madrileño a vosear desde un acento argentino perfecto. Eso es lo primero que hace cuando le pregunto qué tiene de Argentina. La actriz, que nació en Madrid de padre argentino y madre española, vivió en Buenos Aires hasta los seis años, edad a la que volvió a Madrid de donde regresaba a Argentina para pasar los veranos con sus abuelos. Lo que no sabía en aquellos felices encuentros es que su padre, Alberto Lennie, perteneció a la guerrilla popular montonera, que su tía Cristina fue una desaparecida de la dictadura y que los militares secuestraron a sus abuelos y a su tía Sandra, a la que torturaron en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Bárbara Lennie vivió ajena a lo que había ocurrido antes de su nacimiento, balanceándose entre dos acentos y dos costumbres en su casa de Madrid, pero no vivió ajena a sus consecuencias: el exilio y la migración. Habla de ello con serenidad, con la misma calma que ha mostrado en la sesión de fotos. Esa contención y esa mesura las utiliza de forma magistral en su próxima película, Los Tigres, que se estrena el 31 de octubre, en la que interpreta a una mujer dura y solitaria que vive para cuidar a su hermano, un buceador industrial desastrado y adicto al juego. Fue el rodaje más duro de su vida, y eso que ha participado en casi 30 películas con directores como Isaki Lacuesta, Elena Riera, Jaime Rosales o Pedro Almodóvar, cuya próxima cinta protagoniza. Esta vez se ha puesto a las órdenes de Alberto Rodríguez en una historia intensa para la que pasaron 10 horas en un barco cada día con equipaciones de buceo pesadísimas y al sol. Además, aquella era la primera vez que rodaba desde que nació su hija, de la que tuvo que separarse para trabajar en el sur de España. Allí, en el paisaje de las petroquímicas, se desarrolla una película sobre una realidad muy masculina con su personaje, duro y desencantado, en el centro. “Es verdad que me fui cargando de todo eso y terminé que... Mira, el último día me compré un rímel y eso que yo no me pinto mucho pero me tuve que maquillar. Dije, basta de este nivel de descuido, de poca ternura”. Hay ternura, sin embargo, en su personaje, que a veces se percibe bajo la fachada de piedra. Hay fuego también. Igual que detrás de la templanza de Bárbara Lennie asoma su pasión.
EstilismoJuan Cebrián
Maquillaje y peluqueríaJordi Fontanals (Ana Prado) para Chanel Beauty y Miriam Quevedo
ManicuraLucero Hurtado
Diseño de setVirginia Sancho
ProducciónCristina Serrano
Asistentes de fotografíaDaniel Gallar y Nano López
Asistente digitalJessica Rodríguez
Asistentes de estilismoPaula Alcalde y Carmen Cruz
En otoño de 2008, Juliette Binoche (París, 61 años) echó pie a tierra y decidió que, en un giro radical, bailaría. Pero no de cualquier manera, sino que lo haría de la mano del prestigioso bailarín y coreógrafo británico Akram Khan. Y ni siquiera con una pieza previa, sino que juntos investigarían, crearían y armarían durante casi seis meses de ensayos una obra que sumara lo mejor de ambos mundos, y sacaría partido de sus aparentes debilidades y de sus contradicciones: Binoche acabó bailando y Khan actuando, y en la obra In-I se fusionarían los miedos de un hombre que habría sufrido racismo y discriminación por su color de piel y su religión musulmana y de una mujer acosada en un mundo, el de cine, aún tirano de los cuerpos y de las jerarquías. Al año siguiente la representaron en 100 funciones —con escenografía de Anish Kapoor y música de Philip Sheppard— por todo el mundo, sin mayor ambición ulterior, hasta que Robert Redford apareció en el camino de Binoche.
Exterior, día. El cielo está despejado en Gaza. Brilla el sol y un montón de papelitos blancos caen desde arriba. No sabemos quién los lanza, pero sí quién los recibe: cientos de niños que saltan y ríen hasta atraparlos. En las manos de uno de ellos vemos que llevan un texto impreso: “Si encuentras este folleto, estás en una zona peligrosa de combate. Debes evacuar inmediatamente”. Son las órdenes de evacuación del ejército israelí.
La tranquila amenaza de los días perfectos. La frase surgió de la nada o, mejor, de lo que estaba sucediendo. Porque era un día perfecto. Sábado 2 de agosto. Había sol, estaba en Buenos Aires con la perspectiva de quedarme allí un buen tiempo después de haber saltado de un país a otro durante más de seis meses. Las sábanas se secaban bajo una proporción más que adecuada de temperatura y humedad. Las gatas dormían. Nada se estaba rompiendo en la casa ni en el corazón. La cabeza funcionaba como una turbina a la que habían inyectado combustible nuevo. Los ruidos de la ciudad llegaban atenuados, pero sin el silencio paralizante de los domingos. Y de pronto, tras un aleteo de inquietud, vino la frase: la tranquila amenaza de los días perfectos. Esa mañana había leído el espléndido artículo de Guillermo Altares, publicado en Babelia, acerca de obras literarias y cinematográficas nacidas a partir de un hecho atroz: la bomba atómica arrojada por los norteamericanos en Hiroshima. “Nada podía haber salvado a Hiroshima”, escribió Altares, “pero hubo un factor que hizo que muchas personas muriesen en los segundos posteriores a la explosión: casi nadie estaba en los refugios porque se había desactivado la alerta aérea (…) De repente, como surgido de la nada, un único B-29 surcó el cielo (…) un solo avión en una clara mañana no desató el pánico”. Después, la bomba. Cayó el 6 de agosto de 1945, al parecer en una mañana tan clara como la de ese sábado perfecto que yo, 80 años después, vivía en Buenos Aires. Conecté directamente la lectura del artículo con esa sensación difusa que podía resumirse en una frase torpe: “En cualquier momento va a pasar algo”. A lo mejor, me dije, es el grito de la especie. A lo mejor, me dije, algo muy antiguo avisa que nunca estamos a salvo. O a lo mejor, me dije, lo que pasa es que las guerras nunca son ajenas. Ni las de ahora ni las de antes. Por acción o por omisión, las hacemos entre todos.
El retablo barroco que sirve de adorno al altar en las iglesias suele constar de tres cuerpos divididos por columnas corintias donde se exhiben figuras del santoral en distintas hornacinas. Imagino que estos santos podrían ser sustituidos por algunos personajes políticos y crear con ellos un nuevo retablo ibérico. En este caso la hornacina del cuerpo principal lo ocuparía el rey don Juan Carlos, solo o con su familia, tal como la pintó Antonio López. En los cuerpos laterales, a la izquierda podría figurar Jesús Aguirre, duque de Alba, en actitud beatífica con un libro de Walter Benjamín en la mano, y a la derecha la imagen de Carmen Díez de Rivera como una virgen exhibiendo una palma del martirio. Las pequeñas tablas de la predela en la parte inferior del retablo en las que se exhiben diversas escenas de la vida de un santo, Adolfo Suárez es quien reúne más méritos para ocuparlas.
En la comunidad judía española, especialmente entre sus principales altavoces, la condena pública a los ataques del Ejército de Israel bajo las órdenes del Gobierno de Benjamin Netanyahu a la población de Gaza es claramente minoritaria, incluso marginal. “Yo represento a la judería española. Mi obligación es defender al judaísmo español de lo que nos está ocurriendo a causa de una guerra que fue provocada por el atentado [de Hamás] del 7 de octubre [de 2023]. De Israel no hablamos, entendemos que eso le corresponde a la Embajada de Israel, al Gobierno de Israel o al Estado de Israel”, explica David Obadia, presidente de la Federación de Comunidades Judías de España (FCJE).
Dos meses y siete días ha tardado Esquerra Republicana (ERC) en consumar su amenaza de registrar en el Congreso una proposición de ley para que la Generalitat o cualquier otra comunidad autónoma pueda recaudar el Impuesto de la Renta. La bancada republicana ha dado el paso este viernes, y en solitario, en un claro movimiento de presión hacia los socialistas con la negociación presupuestaria en el horizonte. Un paso que además responde a la intención de los republicanos en centrar su acción política de este curso en lograr que avance el nuevo modelo de financiación autonómico.
La Ley del Mar está por encima de las ideologías. El almirante jefe de Estado Mayor de la Armada (Ajema), Antonio Piñeiro, el máximo cargo militar de la Armada, salió a la palestra este viernes para hablar claro y, a preguntas de Vox, negar de plano las reiteradas pretensiones de la formación ultra para que las Fuerzas Armadas bloqueen las pateras. El almirante general mentó ante Vox la norma sagrada que rige para todo marinero, civil o militar. Pero también esgrimió un puro elemento humano. Al mando de un barco, Piñeiro se ha visto en situaciones en las que ha tenido que priorizar entre náufragos para sacar del agua al mayor número de personas, sin alcanzar a salvarlas a todas de morir ahogadas.
Volkhart Müller era corresponsal en España y Portugal del Der Spiegel. La madrugada del 27 de septiembre de 1975 hacía guardia en el exterior de Carabanchel, como otros periodistas. Allí pasaban sus últimas horas tres militantes del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota. Juzgados en consejos de guerra, como permitía la nueva legislación antiterrorista, habían sido condenados a muerte. Las pruebas para condenarles habían sido declaraciones obtenidas tras torturas en la Dirección General de Seguridad y durante el proceso los acusados no tuvieron garantías legales. La sentencia declaraba que habían sido autores o cómplices del asesinato de dos policías. A las cinco Müller hizo una serie de fotos en las que late una espera inquietante: el espeso silencio del exterior de la cárcel oculta la tragedia que se desarrollaba en tres celdas en su interior. En una de ellas estaba quien al cabo de cinco horas sería el último ejecutado por la dictadura: Xosé Humberto Baena.
Mañana matarán a DanielAroa Moreno Durán Random House, 2025 182 páginas, 19,90El verano de los inocentes. El secreto del último fusilado del franquismoRoger Mateos Anagrama, 2025 388 páginas, 22,90 eurosTerrorismo y represión. La violencia en el ocaso de la dictadura franquistaGaizka Fernández, María Jiménez y Josefina Martínez (coord.) Tecnos, 2025 327 páginas, 23,95 eurosMemòria dibuixada. Presó de Yeserías (1974-1975)Roser Rius i Camps L'Avenç, 2025 182 páginas, 25 eurosNunca se extingue el hedor de aquellos días. Han pasado 50 años y quienes éramos muy jóvenes entonces lo hemos preservado en una zona particular de la memoria que es inmune al tiempo, y que rebrota para infectarlo todo de nuevo, para revivir aquella sensación extrema de asco y de impotencia y sórdida resignación. Todo pasó más rápido de lo que ahora se recuerda: los verdugos tenían prisa por culminar su infamia, sabiendo ellos mismos que era tan monstruosa que también hacía falta que fuera cuanto antes irreparable. El 17 de septiembre se hicieron en pocas horas los consejos de guerra, el 26 se confirmaron las cinco penas de muerte; 12 horas más tarde caía abatido el último de los ejecutados Xosé Humberto Baena, delante de un foso de tierra pelada que en las fotos de 50 años después sigue supurando un horror sin palabras, sin posibilidad de simbolismos heroicos ni redentores, ni de forma alguna de consuelo. No hay una inscripción, ni una lápida. Pero ese mismo despojamiento vuelve más sobrecogedor ese lugar neutro contra el que una vez se recortaron las tres figuras sucesivas, de los fusilados, hombres jóvenes, despeinados, vestidos de cualquier manera, con las señales de la tortura y la prisión, con los ojos abiertos para mirar de frente, no al amanecer, sino en la luz hiriente de las nueve y las diez de la mañana de septiembre tardío, de veranillo de San Miguel.
Se estima que más de 2.000 millones de personas utilizan Google Drive de forma habitual: estudiantes, trabajadores, docentes y empresas usan este servicio de almacenamiento en la nube a diario para guardar documentos, compartir carpetas y colaborar en proyectos. Pero, ¿saben que tiene muchísimas otras funciones que ayudan a ser más eficiente, organizarse mejor y ahorrar tiempo? Hay tres que es imprescindible dominar: la búsqueda avanzada, la edición sin conexión y los atajos de teclado.
Uno de los deportistas que en su día generó más fascinación en todo el mundo fue Abebe Bikila: ganó el oro en la prueba de maratón de los Juegos Olímpicos de 1960 celebrados en Roma (Italia). Corrió descalzo toda la prueba, ya que las zapatillas que le proporcionaron no le quedaban bien, creándole ampollas, y prefirió competir del mismo modo que entrenaba, descalzo.
Han cambiado multitud de cosas en la caótica vida de Kanye West (Atlanta, 48 años) en la última década. Por ejemplo, su nombre: en 2021 pasó legalmente de ser Kanye Omari West a Ye, sin más. Esa ha sido, probablemente, la menos polémica de sus excentricidades. Hace tiempo que el rapero es más famoso por sus continuas crisis reputacionales que por su música, pero, lejos de esconder su deriva, ha decidido llevarla al cine. Este viernes 19 de septiembre se ha estrenado en un millar de salas estadounidenses In Whose Name?, un documental que captura la “genialidad, crisis, triunfos, caos, paranoia e intensidad creciente” de seis años de la vida Ye, según la sinopsis. Todavía no puede verse en España, pero, a juzgar por las reseñas de los medios estadounidenses, la cinta está mucho más cargada de caos que de genialidad.
El mundo no está dando a The Morning Show (Apple TV+) la importancia que merece. No existe otra serie en este momento —y es un momento que dura años, estamos hablando de su cuarta temporada— que refleje la crisis del periodismo y la transformación de aquello que entendemos por conciencia colectiva. Nadie está dejando tan claro, y de forma tan didáctica y hasta experiencial —el espectador es un integrante más de la cadena, entiende como nunca en qué consiste tener las manos atadas—, que la idea de una única verdad ha muerto. Con ella también lo ha hecho cualquier posibilidad de credibilidad en unos medios tan dependientes de los reajustes de deuda que cualquier riesgo de no contentar a alguien —tomando partido, es decir, haciendo auténtico periodismo— es inasumible. ¿Que aún no se han atrevido a verla? Háganse un favor y no pierdan el tiempo. Está radiografiando el mundo como si fuese, ella misma, el único periódico que está contando la verdad, o la parte más lamentable de ella.
Casi la misma unanimidad que desató en Europa la presentación del informe del expresidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, provoca un año más tarde el balance de la aplicación de sus recomendaciones por parte de las autoridades comunitarias y de los gobiernos de la Unión Europea. Los avances en esa “brújula de la competitividad” que la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, asumió como propia para su nuevo mandato han sido claramente insuficientes para revertir la tendencia de declive competitivo del continente. Así lo ha certificado también el propio Draghi, que ha criticado la inacción de los gobiernos y, en especial, la ausencia de una vía clara para financiar las inversiones necesarias.