“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”
“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”
En apariencia, el presente otoño ha regalado dos de las páginas más brillantes de la historia del esquí alpinismo en las laderas del Everest. Pero muchos especialistas cuestionan los hechos y opinan que se trata solo de un espejismo: en realidad se ha dado una involución. El pasado 23 de septiembre, Red Bull, patrocinador principal del esquiador polaco Andrzej Bargiel, anunció a bombo y platillo que este había efectuado el primer descenso integral del Everest sin ayuda de oxígeno artificial. En los titulares no se mencionaba que el esquiador alcanzó la cumbre a rueda de un pelotón de sherpas fijando cuerda y abriendo huella. Dicho dato fue reflejado en el comunicado oficial, pero relegado al fondo de la noticia, como un detalle sin importancia. Muy poco después, el 15 de octubre, National Geographic anunciaba: El descenso sobre esquís más importante de la historia, refiriéndose al completado por el estadounidense Jim Morrison en la cara norte del Everest. Recorrió el ‘supercorredor’ que une el Horbein con el de los japoneses, una línea de 2.800 metros de desnivel. Ningún comunicado de National Geographic, ningún post en las redes sociales de Morrison, aludía al uso, tanto en el ascenso como en el descenso, de oxígeno embotellado.
Hace 20 años, más de la mitad de la población mundial vivía en democracias más o menos perfectas, dentro de las limitaciones de ese tipo de sistemas. Ese número sigue desde entonces una tendencia descendiente, hasta el punto de que en 2024 solo el 28% de los ciudadanos convive en democracias y para el 38% de ellos las condiciones empeoraron el año pasado. La ciudadanía se muestra insatisfecha con el rendimiento de la democracia en cualquier país donde se pregunta, y los indicadores de democratización elaborados por instituciones especializadas muestran un retroceso lento pero continuado a escala planetaria.
Carme Chaparro (Salamanca, 52 años) lleva nueve meses alejada de la televisión y no sabe cuándo va a volver. La enfermedad que padece, a la que, por el momento, no quiere ponerle nombre, le impide trabajar. Sin embargo, lo primero que hace cada mañana es ver las audiencias televisivas del día anterior. Muchas noches sueña con que regresa a la redacción de informativos de Telecinco. En realidad, tiene una pesadilla recurrente. “Sueño mucho con la tele, pero, al final, nunca consigo llegar al plató, no consigo hacer mi trabajo. Hay algo que siempre se tuerce. Anoche, por ejemplo, tenía las manos llenas de aceite y no podía escribir en el teclado”, explica.
La influencia del ofrecimiento de Donald Trump de conceder un inédito paquete de ayuda financiera a Argentina, mejor dicho a su actual presidente, Javier Milei, que se sometía a unas elecciones parlamentarias parciales, quizás no ha sido tan decisiva en la inesperada victoria de Milei como algunos expertos aseguran, pero sí plantea una pregunta: ¿hasta qué punto la Administración de Trump quiere recuperar un liderazgo estadounidense desproporcionado en América Latina, como ejerció en épocas pasadas?
“Dicen que con el tiempo el dolor se olvida. No comparto esa opinión. Me acuerdo del dolor. Lo que en realidad se olvida es el amor”, escribió Nora Ephron en su libro de memorias No me acuerdo de nada (Libros del Asteroide, 2022). Lily Allen no solo quiere que su dolor sea recordado, también lo quiere diseccionado, coreado y convertido en un espectáculo pop. Porque en su disco West End Girl hace una descarnada radiografía a su matrimonio. Tras siete años sin sacar disco –hasta hace poco, se enorgullecía de ganar más dinero vendiendo fotos de sus pies en OnlyFans que con la música– su divorcio del actor David Harbour ha sido el que la empujado a la cantante a escribir en 16 días 14 canciones en las que habla de infidelidades, juguetes sexuales y vasectomías.
El ser humano es ese animal fascinante capaz de asumir las consecuencias sísmicas de la paternidad sobre una rutina más o menos hecha. Y una vez ejecuta la procreación y de manera nada imprevisible ve su vida puesta del revés, tiene la indecencia de quejarse y de decirle a todo aquel que quiera escucharle, esté o no predispuesto al ítem conversacional bebés, que tener hijos “te cambia mucho la vida.” Ese ser humano soy yo, escribiendo estas líneas bajo el gorjeo musical de un lactante de tres meses.
Londres, 2050. Sobre la mesa de un apartamento, la portada apocalíptica de The New Journal: “La cosecha mundial ha fracasado. ¿Qué comeremos?”. La cocina es un verdadero laboratorio de fabricación de alimentos. Gusanos criándose en harina. Setas y coles brotando bajo lámparas. Desde la ventana se divisan turbinas eólicas y viviendas ocupadas por refugiados climáticos con invernaderos en los tejados.
Hace unos meses, el Tribunal Administrativo Central de Recursos Contractuales obligó a un órgano de contratación a reevaluar una oferta firmada con un “garabato”. El tribunal planteó sus dudas sobre el “grafismo ilegible” de la firma, estampada en un contrato de más de 120.000 euros. Este es solo un ejemplo de los riesgos de la gestión documental que inundan los archivos de la Administración y que mueven ingentes cantidades de dinero. La labor de los peritos, crucial para desenmascarar a los tramposos, tiene ante sí el reto de cazar los fakes casi perfectos de la inteligencia artificial (IA).
La honradez del peritoEl abogado Mateo Juan recuerda un conflicto en el que un potencial cliente negaba haber firmado un documento de reconocimiento de deuda. El éxito del caso dependía de la autenticidad de la rúbrica. Sin embargo, el letrado contrató un perito que confirmó sus sospechas: “El dictamen determinó que las declaraciones manuscritas del documento y la firma habían sido realmente emitidas por mi cliente, en contra de lo que él perjuraba”. Finalmente, el susodicho confesó haber firmado el documento con un garabato para defender a posteriori que esa no era su firma. El perito hizo un trabajo impecable y evitó un mal mayor.
La llegenda fa així: Guillem de Cabestany, trobador del Rosselló, s’enamora de Saurimonda de Navata, a qui festeja i escriu cançons d’amor. El marit de Saurimonda, gelós, mata l’enamorat, li arrenca el cor, el rosteix, el salpebra i l’ofereix per dinar a la dona. Després de menjar-se’l, ella salta per la finestra. Tant el rei com el poble simpatitzen amb els amants morts. Els enterren davant l’església de Perpinyà. Al marit li cremen el castell i el tanquen a la presó, on mor repudiat per tothom.
La fi de l’amorEva Illouz Traducció de Lourdes Bigorra Eumo 444 pàgines. 25 eurosLa fi de la novel·la d’amorVivian Gornick Traducció de Martí Sales L’Altra 176 pàgines. 18,90 eurosAbrir una cuenta bancaria ya no es solo un trámite. En los últimos meses, los bancos españoles han mantenido una guerra por captar nuevos clientes a través de tentadoras promesas de dinero en efectivo, regalos o mejores condiciones financieras, ofreciendo desde vuelos hasta cheques de cientos de euros a los nuevos clientes. Sin embargo, detrás de cada promoción suele esconderse una realidad más compleja: requisitos de domiciliaciones, compromisos de permanencia y penalizaciones si no se cumplen todas las condiciones.
En la industria de la gestión de activos quedan profesionales con experiencia de décadas en los vaivenes de la Bolsa más influyente del mundo, con sus crisis profundas y sus fulgurantes remontadas, y con un conocimiento profundo de los gigantes estadounidenses que han llevado, en épocas sucesivas, a los máximos históricos en Wall Street. Grant Cambridge es uno de ellos y en su veteranía se muestra hoy como un entusiasta defensor de los gigantes de la inteligencia artificial y su efervescencia bursátil. Forma parte del equipo gestor de uno de los fondos más emblemáticos de renta variable estadounidense, el Investment Company of America, un gigante con un patrimonio de 230.000 millones de dólares y una antigüedad de 91 años. Pertenece a una de las mayores gestoras de EE UU, Capital Group, con 3,3 billones de dólares bajo gestión.
Un niño cruza un camino convertido en un río en la ciudad senegalesa de Diourbel. En época seca, ese lugar suele ser una vía sin pavimentar, pero el terreno, de varios centenares de metros, está inundado desde agosto. Durante el día, se ven algunos mosquitos revoloteando sobre el agua estancada. Por la noche, el número se multiplica y, entre la nube de insectos, se esconden los de la especie Anopheles, que propagan la malaria, la enfermedad más mortal del mundo transmitida por un mosquito.
Hay más de 6.000 kilómetros de distancia entre el lago Sebago, en la costa este de Estados Unidos, y la ciudad de Turín, en el norte de Italia. Pero Marco Tamponi (Massa y Carrara, la Toscana, 43 años) se pasa el día pensando en Sebago, uno de los parajes más bonitos de Nueva Inglaterra. Su oficina, ubicada en un edificio de los años cincuenta del siglo pasado en el pintoresco distrito turinés de Aurora, está llena de souvenirs de esa zona. Hay maquetas de veleros clásicos, fotografías del faro de Marshall Point, banderas estadounidenses y banderines de las universidades de la Ivy League, anuncios antiguos y pares de mocasines y náuticos.
Durante el siglo XIX, Funchal se consolidó como un importante destino para la élite europea. Su clima subtropical, benigno durante todo el año, convirtió la isla de Madeira en un lugar ideal para el descanso, la convalecencia y el disfrute de la naturaleza. La rivalidad por poseer el jardín más exótico y admirado tenía raíces sociales y también culturales. La considerable presencia de residentes británicos introdujo una estética paisajística influenciada por el modelo inglés, que valoraba la naturalidad, la espontaneidad, la variedad de especies y un cuidado ornamental sin formalismos. Madeira, en medio del Atlántico, era un punto crucial en las rutas del comercio marítimo, lo que facilitó la llegada de plantas exóticas provenientes de África, Asia y América.
Si alguien se propusiera preparar un gazpacho y, al acercarse a la tomatera, encontrara un tomate rojo junto a otro aún verde, entendería que no tiene sentido apurarlo. De poco serviría intentar forzar su ritmo: en cuestión de días, el tomate verde alcanzará por sí solo el color y la madurez del rojo. Esa misma lógica de la naturaleza, afirma el maestro del método Montessori Pedro Valenzuela (Murcia, 44 años), debe aplicarse en el proceso de aprendizaje de lectura de los niños. En su segundo libro, Enséñame a leer (RBA libros, 2025), explica, desde la neurociencia, que el cerebro infantil también madura, como las frutas y verduras, a su propio ritmo, y que ese proceso puede extenderse desde los tres años hasta los siete y medio.
Miles de miles, miles de millones, billones. Fotos y más fotos se agolpan en las memorias de los móviles, de los ordenadores, de las tabletas. Gigas y gigas de información visual, a las que se les añade los metadatos de la localización, del tipo de cámara, del obturador y de la velocidad de disparo de la lente. Y en muchas de estas imágenes las grandes protagonistas son las plantas, sobre todo si la persona propietaria del aparato fotográfico es amante del mundo botánico que le rodea.
Coincidiendo con las apasionantes revelaciones sobre los defectos de construcción del Endurance, el barco de Ernest Shackleton, que hubiera hecho mejor llevándolo a Ibiza que a la Antártida, Tato se ha bebido mi preciada botella de whisky consagrada al célebre explorador polar. La guardaba como oro en paño para honrar en algún momento señalado —con una cogorza antártica— la memoria de uno de los héroes de la conquista del continente blanco y uno de mis personajes favoritos. Apenas han quedado unas gotas, insuficientes para más que hacerle un enjuague a un pingüino.
“Lo que hace especial y singular una cocina no son solo las recetas, ingredientes y técnicas culinarias, sino también las historias y tradiciones que rodean la comida”, escribe Edson Díaz-Fuentes en Ciudad de México (Cinco Tintas). El libro salpica los recuerdos de juventud, las mesas familiares repletas de platillos, los aromas y sonidos de los vendedores ambulantes. El punto de encuentro, Ciudad de México, el fin: narrar la pluralidad y riqueza gastronómica que habita en los restaurantes, taquerías y mercados de la ciudad y en extensión, del país.
Lo que comenzó como un sueño, teminó siendo un proyecto de vida para Miguel Sanguino Sancho (46 años, Jaca, Huesca). Este productor de informativos —en la actualidad en las mañanas de Aragón Televisión— se ha convertido, gracias a su pasión y formación autodidacta, en un experto en aceite. “Tuve una pareja de Barbastro cuya familia tenía olivos y hacían aceite para casa. Un día nos dio por hacerlo nosotros también, le pedimos al abuelo coger sus olivas y no nos las quiso dar”, recuerda riendo. Pero esto no le frenó, sino que le impulsó a seguir investigando.