“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”
“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”
Ante, punto, lana, terciopelo… Con la llegada del frío, los materiales más calentitos toman todo el protagonismo para sobrellevar las bajas temperaturas y, en términos estilísticos, no hay invierno sin borreguito. Y si hay una prenda que mejor lo represente, esa es la chaqueta: tiene el rol principal de todos los armarios este invierno.
Cada vez hay más incertidumbre cuando se habla de comprar una casa en España, los precios poco asequibles y el déficit de oferta se convierten en protagonistas del mercado inmobiliario. Aunque encontrar un lugar perfecto donde vivir puede requerir de una gran inversión, la pregunta es hasta dónde estarías dispuesto a pagar.
“¡Yo soy el león! [...] ¡Soy el rey, te destrozaré!”, dice la canción que el presidente argentino, Javier Milei, suele bramar en sus actos. Entre radiante y sorprendido, la repitió el domingo pasado para festejar el triunfo de la ultraderecha en las elecciones de medio término. En el discurso que pronunció luego, además de celebrar el 40% de los votos cosechado a lo largo de Argentina, dijo: “Hay decenas de diputados y senadores de otros partidos con los que podemos encontrar acuerdos básicos”. Y agregó: “Queremos invitar a la gran mayoría de los gobernadores a discutir en conjunto estos acuerdos”. Del monarca leonino pasó, en pocas palabras y menos minutos, al líder democrático.
Paz Luján, de 37 años, vivía en Valencia con su pareja cuando por motivos laborales tuvieron que mudarse a Madrid. Buscaron piso durante tres meses, de octubre a diciembre de 2021. Muchos de los anuncios que vieron los gestionaba la empresa Alquiler Seguro. Llamaron a uno. “Mi sorpresa fue cuando entre los mil disparates que te piden para entrar (una copia de tu contrato de trabajo, tu vida laboral, las últimas nóminas, tres meses de fianza, etc.) querían también pantallazos de mis movimientos bancarios. No acepté. Y a partir de ahí, cada vez que veía un anuncio en el que aparecían ellos como mediadores, ya sabía lo que me esperaba y los evitaba”, reconoce por correo electrónico.
Ángeles, empleada de hogar de 37 años, atiende por teléfono a EL PAÍS mientras hace la compra. “Así no escuchan todo lo que tengo que decir”, dice esta peruana, interna en una vivienda en la que cuida de una anciana dependiente. Trabaja en situación de irregularidad, con un horario de lunes a viernes y con una única pausa de 16.00 a 18.00. El resto del tiempo, incluyendo toda la noche por si surge algún problema, está a disposición de sus empleadores. “Cobro 900 euros por algo que ocupa toda mi vida. Mi jefa dice que al no tener papeles no tengo derecho a nada. Es muy deprimente”. Aún falta algo más de un año para que Ángeles pueda regularizar su situación, momento en el que intentará abandonar el empleo doméstico: “Buscaré otra cosa. Es un trabajo muy cansado, durísimo”. Sueña con abrir un restaurante peruano, como el que dirigía en su país de origen.
Retos a futuroTanto Juncay como Jacinto reclaman a la Administración que aborde el anticipo del retiro de las empleadas de hogar y de las cuidadoras profesionales, dada la exigencia física que soportan. Los colectivos de camareras de piso también reclaman este derecho, que el Ministerio de Seguridad Social articula a través de un nuevo vehículo normativo. Sindicatos y patronales pueden pedir los coeficientes reductores (mediante los cuales un periodo cotizado cuenta computa como una fase más larga) en los sectores con más bajas, más largas y más siniestralidad y, mediante una evaluación objetiva, el ministerio concede o no este derecho, que ya beneficia a mineros o policías autonómicos. "No puede ser que a los 65 años estemos limpiando cristales", dice Jacinto.
Por su parte, Otxoa critica que el Gobierno no reconozca los periodos cotizados para el desempleo anteriores a octubre de 2022 y que la futura obligación de registro horario mediante un sistema electrónico y accesible a la Inspección de Trabajo excluya al sector. “Esto es especialmente duro en el trabajo interno, en el que la gente mete muchas horas no demostrables”, denuncia esta especialista. Asegura que cuatro de cada diez empleadas de hogar internas “trabaja de día y no descansa de noche porque tiene que atender a la persona que cuida, cuyas jornadas superan las 60 horas”.
“A veces vemos burbujas”. Michael Burry, el inversor que se hizo millonario al anticipar el colapso inmobiliario de 2008, ha lanzado este viernes un mensaje a los mercados con ecos del pasado. El pasado martes el Ibex 35 alcanzó máximos históricos al borde de los 16.000 puntos, niveles que no tocaba desde noviembre de 2007. Aquella euforia cimentada en el ladrillo y el crédito fácil implosionó junto con un sistema financiero internacional aquejado, también, de sobredosis de confianza, complejidad y deudas. El resultado fue la mayor crisis de la era moderna. Hoy, el índice español renace en un clima de optimismo renovado, pero el eco de la burbuja tiene un nuevo rostro que España observa de reojo: la fe en el poder de la inteligencia artificial (IA).
El martes por la mañana, cientos de trabajadores de Amazon en centros de trabajo de Estados Unidos recibieron un mensaje de texto en su teléfono. La empresa les informaba de que revisaran el correo electrónico corporativo antes de ir a la oficina. El mensaje insistía en que, en caso de que no hubieran recibido ningún correo de la empresa, debían contactar con el servicio técnico antes de ir a trabajar esa mañana. Así comunicó la mayor empresa de comercio electrónico del mundo los primeros despidos del plan de recorte laboral que afectará a 14.000 trabajadores del área corporativa en todo el mundo. Se trata del segundo mayor ajuste de la plantilla desde 2022, cuando el grupo fundado por Jeff Bezos prescindió de 27.000 trabajadores tras la pandemia y la crisis de las cadenas de suministro.
Henrik Lenkeit, pastor cristiano y coach de parejas afincado en la Costa del Sol española, se despertó un día del verano de 2024 con las típicas preocupaciones de cada día y con su vida de siempre, más o menos previsible. En unas horas todo cambió y él pasó a ser otro. Lo cuenta un año después, en un buen español, este alemán casado con una mexicana y padre de tres hijos.
“La Casa Blanca es muchas cosas en una… Ninguna otra residencia refleja de manera tan significativa los afanes y las aspiraciones del pueblo estadounidense”. Así comienza un memorando de 1961 que atesoraba entre sus papeles Jacqueline Kennedy, quizá la habitante de esa vivienda que más haya hecho para transformar el número 1600 de la avenida Pennsylvania de Washington en un museo vivo. “Todo lo que está en la Casa Blanca tiene que tener una razón para estar ahí”, decía la carismática primera dama.
Los cielos se abrieron el jueves sobre Nueva York, parte de la ciudad acabó inundada y dos personas murieron ahogadas en un sótano. Pero la tormenta no detuvo la imparable campaña electoral que con mucha probabilidad llevará el próximo martes al demócrata socialista Zohran Kwame Mamdani a convertirse en el primer alcalde musulmán y, a sus 34 años, el más joven en la memoria reciente de la ciudad más poblada de Estados Unidos.
Griegos, romanos, bizantinos, otomanos y eslavos: los hilos con los que se entretejen las calles de Sofía cuentan una historia milenaria. En la capital búlgara, las cicatrices del comunismo aún dialogan con las promesas evanescentes del liberalismo. Recién llegado de Viena, el politólogo Ivan Krastev (Lukovit, 60 años) recibe en la sede del Centro de Estrategias Liberales. El objetivo es hacerle reflexionar en voz alta sobre Europa. La entrevista se demora por una razón de peso: Krastev, uno de los intelectuales más brillantes en estos tiempos de venganza y fundamentalismo, ofrece al periodista una deliciosa comida libanesa junto a su equipo. Su último libro termina citando una novela de Rudyard Kipling que tiene dos desenlaces: había un final trágico, pero su madre le exigió que incluyera también un segundo final feliz. Con Europa sucede lo mismo: puede pasarse la vida de luto por el desplome del orden liberal, o puede tratar de regresar a un escenario plagado de alternativas en medio de una pelea apasionante y feroz. ¿Cuál de los finales de Kiplig prefiere para Europa? Bajo la luz alimonada de su despacho, Krastev se alinea con la estirpe —infrecuente— de los pensadores esperanzados. “Hay que escapar del velo del pesimismo europeo que todo lo envuelve, porque es una estupidez y porque acaba convirtiéndose en una profecía autocumplida. La madre de Kipling tenía razón”.
Las ruinas de Ciudad de Gaza no son solo piedras y muros. “Esos escombros son ahora los testigos de nuestro dolor”, dice Doaa Ulyan, de 38 años, en un audio con la voz rota enviado desde esa tierra palestina que fue el escenario de su infancia y su juventud. A pesar de todas las dificultades ligadas a la ocupación israelí y del bloqueo que Israel impuso en 2007, Doaa se había construido “una vida feliz”. Amaba su trabajo en un programa de desarrollo financiado por el Banco Mundial. Tenía una casa llena de luz desde la que se atisbaba el Mediterráneo. En ella vivía con su marido y sus dos hijos, Rezeq y Abdullah, de 14 y 10 años. Dos niños como tantos otros, que iban al colegio y jugaban al fútbol.
“¡No os rindáis!”, grita Vito Quiles al megáfono, a hombros de un guardaespaldas. ¿Rendirse ante qué? Ante los “nidos de ratas marxistas” en los que se han convertido facultades como Filología, en la Universidad de Valencia, contra la que lanzaba su diatriba del pasado lunes. “Es muy complicado sentirse patriota” allí, lamentaba. “¡Pero por eso sois los tíos con más cojones de España!”.
Tratar de hablar con Maribel Vilaplana, la periodista que almorzó con el president Carlos Mazón durante la dana que provocó 229 muertos en Valencia, es toparse con un muro. Desde que trascendió hace un año que compartió mesa durante casi cuatro horas con el barón popular en el restaurante El Ventorro mientras se inundaba la provincia, la informadora se ha mantenido hermética.
Álvaro García Ortiz, fiscal general del Estado, se sentará mañana en el banquillo de los acusados. En realidad lo hará en estrados junto a su abogado, pero igualmente como acusado. Será una imagen inédita, una excepcionalidad histórica. El Tribunal Supremo ha decidido llevar hasta sus últimas consecuencias una instrucción extraordinariamente controvertida en un proceso extremadamente polémico contra una de las más altas instituciones del Estado. El supuesto delito cometido: una revelación de secretos, la presunta filtración de un documento a los medios de comunicación.
El Tribunal Supremo vivirá este lunes una de las escenas más extrañas desde que la Constitución de Cádiz lo creó en 1812. En el banquillo de los acusados se sentará un hombre ataviado con la misma toga judicial que los siete magistrados que lo van a juzgar. Una estampa tan anómala como el proceso que ha llevado hasta allí a Álvaro García Ortiz. La sexta autoridad en la jerarquía del Estado se enfrenta a una petición de seis años de cárcel por iniciativa de un comisionista que se enriqueció con la pandemia y defraudó 350.000 euros a Hacienda. Uno de los procesos más controvertidos de la democracia española, tan jaleado por la derecha judicial, política y mediática como duramente cuestionado por reputados juristas.
Para cualquiera que haya observado en los últimos años cómo tratan los medios de comunicación los temas penales, es evidente una enorme inflación de las noticias con relevancia jurídico-penal. Mucho más allá de la tradicional crónica de sucesos, también la información política alude constantemente a las posibles responsabilidades penales de los agentes políticos y obtiene una atención preferente de la ciudadanía.
La vicepresidenta y portavoz de Junts en el Congreso, Miriam Nogueras (45 años, Dosrius, Barcelona), es mucho más que la ejecutora de las órdenes de Carles Puigdemont en Madrid. No lo explicita; pero, si por ella fuera, Junts habría roto mucho antes con el Gobierno del PSOE y Sumar, de los que se fía tan poco como del PP, Vox y de España.
Seis meses después del fallecimiento del premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, el pasado 13 de abril, los homenajes literarios, académicos y personales en torno a su figura se suceden este otoño. Desde el Congreso Internacional de la Lengua Española celebrado en su ciudad natal, Arequipa —donde también se ha relanzado la casa museo dedicada al escritor—, hasta la velada celebrada en la Maison de l’Amérique Latin de París, o las jornadas organizadas en Madrid por la revista Letras Libres La literatura es fuego, el estudio y la difusión del legado de Vargas Llosa han estado en primer término. Así se ha sentido especialmente en la celebración la VI Bienal Vargas Llosa, organizada por la cátedra del escritor y celebrada del 22 al 25 de octubre en Cáceres y Trujillo, en la que se falló el premio de novela que recayó en El caballo dorado de Sergio Ramírez. Álvaro Vargas Llosa (Lima, 59 años), hijo mayor del novelista, concedió allí esta entrevista en la que comparte sus recuerdos sobre el final de la vida del Nobel.
“A medianoche mi padre le acompañó a la puerta y se fueron, por desgracia, hacia Ostia, fue la última vez que lo vimos”, recuerda Roberto Panzironi, 68 años, propietario del restaurante Il Biondo Tevere (El Rubio Tevere) en Roma, donde cenó Pier Paolo Pasolini con Pino Pelosi, un chico de 17 años condenado luego como su asesino. Fue hace ahora 50 años, la madrugada del 2 de noviembre de 1975 y en Roma y en el resto de Italia se conmemora con decenas de iniciativas. Poeta, escritor, director de cine, columnista, la figura compleja y controvertida de Pasolini se yergue en la memoria de Italia como uno de sus mayores intelectuales del siglo XX, pero como una sombra aún incómoda. “No fue Pelosi”, dicen al unísono Roberto y su hermana Laura. Resumen una opinión muy extendida, la sentencia popular, distinta de la de los tribunales.