“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”
“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”
La vida se volvió un mercado hace ya mucho y nos hizo unos descreídos con razón, dispuestos a ver en cada cosa intereses y segundas intenciones. Tiene hasta sentido que los fondos de inversión tomen el fútbol, si nos quieren vender camisetas y discos y suscripciones a un canal y productos prescindibles, si quieren privatizar el miedo y el gozo y hasta las ideas y, al precio de un realismo descarnado, acabamos por sospechar de cualquier emoción: porque todo el mundo quiere algo de nosotros y porque siempre hay gato encerrado.
La nueva tasa de recogida y gestión de residuos aprobada por los ayuntamientos españoles este año muestra un mapa desigual hasta extremos difícilmente justificables, con desemejanzas en la factura de los contribuyentes que alcanzan los 230 euros entre unas capitales de provincia y otras. Mientras que la cuota para un hogar tipo del país se sitúa en los 287,5 euros anuales en Valencia, en Toledo cae a los 56,9 euros, una brecha que ilustra el desconcierto generado por el nuevo gravamen. Las cifras se extraen del Observatorio de la fiscalidad de los residuos de la Fundación ENT, una entidad que la Asociación Nacional de Inspectores de la Hacienda Pública Local considera como voz autorizada en la materia.
Natalia Gamba (28 años) estudió comunicación social en Colombia y esperaba “con ilusión” lanzar su carrera profesional como periodista en España. Nada más lejos de la realidad. Hizo un máster y comenzó unas prácticas en un medio de comunicación, pero desde el primer momento la precariedad y la indiferencia marcaron su experiencia. No obtuvo ninguna remuneración, sus funciones no estaban definidas y nadie le explicó cómo corregir sus errores: “Mentalmente fue muy duro porque nos explotan como mucho por 200 euros y no valoran nuestro trabajo como becarios”. Lorenzo Berarte (29 años), italiano que decidió también apostar por España para lograr más aptitudes profesionales en su campo, la ingeniería geológica, relata una historia de “frustración”. Tras finalizar seis meses de prácticas en una empresa de este sector, asegura con convicción que en su país de origen ser becario es mejor. “Aprendes muchas más cosas”, argumenta. En España denuncia que le “obligaron a hacer más tareas de las que le corresponden” y que no se sentía valorado.
El Plan Moves de ayudas a la compra de coches electrificados e instalación de puntos de recarga ha muerto con la última edición de 2025, a la que virtualmente ya se le han agotado los fondos. En sustitución, el Ejecutivo lanzará en las próximas semanas un nuevo programa de ayudas a la compra de eléctricos, que traerá un cambio fundamental respecto a los anteriores Moves: la gestión de los fondos ya no correrá a cargo de las comunidades autónomas, confirman fuentes conocedoras a este periódico. Esto es una petición repetida hasta la saciedad por el sector del automóvil, que ha visto cómo el Moves avanzaba a velocidades muy distintas dependiendo de la autonomía: el tiempo de espera medio hasta que el solicitante recibía la subvención era de entre uno y dos años con el anterior sistema, dependiendo del territorio.
Los agricultores alemanes volverán a contar con subvenciones al gasóleo agrícola a partir del próximo año. El nuevo Gobierno de coalición liderado por el conservador Friedrich Merz decidió finalmente eliminar la decisión tomada por el anterior ejecutivo del socialdemócrata Olaf Scholz de acabar con la desgravación fiscal para el combustible que se usa en los campos alemanes dentro del marco de los problemas presupuestarios que acarrea Alemania desde hace un tiempo.
La BBC afronta una crisis sin precedentes por la polémica edición de un discurso del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en un documental emitido hace un año. Un suceso que ha impactado de lleno en la confianza y la ética profesional de la prestigiosa corporación británica, así como a la práctica periodística en general. La dimisión del director general, Tim Davie, y de la jefa de la división de noticias, Deborah Turness, como últimos responsables de lo que la corporación de medios públicos en el Reino Unido calificó de “error de juicio” no han bastado para contener un terremoto que ha agitado los cimientos de una institución cuyos principios fundacionales estipulan su vocación de “servicio público”.
Son las seis de la tarde, queda una hora para que empiece el concierto de Orbit Culture, un grupo sueco de death metal, y la cola en la sala Bataclan da casi la vuelta a la manzana. Hay grupos de amigos, gente sola e incluso un par de parejas con niños. Diez años después de los mayores ataques terroristas que ha vivido Francia, que dejaron 130 muertos, 90 de ellos en el interior de la sala, en la fila del Bataclan ya no hay miedo. Como explica Theo, que es asiduo y ha seguido acudiendo a conciertos a pesar del trauma tras los atentados: “No haber vuelto es permitir que triunfe el miedo y ganen ellos”.
La policía llegó a la escena del crimen tras recibir una llamada del 911 en la mañana del 25 de octubre de 2010. Sue Ann Marcum, una profesora de contabilidad de 52 años de la American University, fue encontrada muerta al filo de las escaleras que llevaban al sótano de su casa en Bethesda (Maryland), a las afueras de Washington. Ese fue el inicio de un caso que tardó 15 años en resolverse, hasta que el pasado 30 de octubre un jurado en Estados Unidos declaró culpable a Jorge Rueda Landeros, un instructor de yoga de 56 años con quien la víctima mantuvo una relación romántica y de negocios, del asesinato de Marcum en segundo grado.
El británico Jake Stewart ganó la última etapa de la carrera Cuatro Días de Dunquerque, en Francia, el pasado 18 de mayo, con el equipo Israel Premier-Tech, el mismo cuya participación en la última Vuelta a España provocó protestas multitudinarias. Al día siguiente de esa victoria, el país al que representaba Stewart mató a otro ciclista, Ahmed al Dali, en un bombardeo en Gaza. En realidad, Israel acabó con la vida de este palestino de 33 años en dos entregas. La primera en 2014, cuando un proyectil israelí lo dejó tan malherido que lo dieron por muerto y lo llevaron a la morgue, donde despertó. Luego tuvieron que amputarle una pierna. La segunda, el 19 de mayo, cuando otro misil israelí le arrancó la vida mientras trataba de ayudar a los heridos en un ataque anterior. Ahmed al Dali era uno de los miembros del equipo ciclista Gaza Sunbirds.
La cuarta cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la Unión Europea (UE) celebrada este domingo en Santa Marta (Colombia) ha sido una oportunidad desperdiciada. El presidente anfitrión, Gustavo Petro, no pudo garantizar el número de jefes de Estado que merecía un encuentro de esta envergadura. Fue determinante la elección de un balneario caribeño a trasmano de las rutas aéreas convencionales tradicionales y sin un aeropuerto preparado para recibir aviones de gran porte, habituales en el traslado de delegaciones internacionales.
Este domingo cerró el quiosco de mi calle. Su propietario, Jorge, llevaba meses diciendo que la cosa iba mal. Hace poco me comentó que en un año cerraba seguro. No le salían las cuentas. En su quiosco, al lado del Parque de Berlín, en Madrid, se podían encontrar libros, CDs, vídeos, bolsos, mecheros, camisetas... “Un día”, le dije, “compraremos aquí el pan y la leche”. Sus clientes somos (éramos) personas mayores. Y compraban sobre todo La Razón y Abc, porque en este barrio se vota a la derecha. Al lado del quiosco hay un café muy trendy. Nunca vi a ningún joven adquirir allí un periódico y disfrutarlo con su café. El domingo Jorge se me echó a llorar cuando le pregunté si podía darle un beso de despedida. Llevaba, me dijo, 32 años vendiendo periódicos. Ahora vuelve a su primer empleo, carnicero. Ha tenido suerte de encontrar otro trabajo. Y, mientras, me sorprendo cada vez que veo alguien con un periódico por la calle. Es ya una rareza y, a la vez, una señal de identidad. Somos los restos de la era Gutenberg. Somos digitales, sí, no todos, pero el papel nos recuerda que hubo un tiempo en que tu periódico de papel te definía y te hacía formar parte de una comunidad.
Tiene la palabra el presidente del Gobierno: “Algunas redes sociales, que en su origen tuvieron una finalidad muy distinta a la que tienen hoy, no propagan la verdad, sino que propagan bulos; no propagan la convivencia, sino que propagan la polarización. Y eso tiene mucho que ver con las finalidades políticas de unos tecnoligarcas que están influyendo de manera activa o pública en procesos electorales […] Lo estamos viendo en Reino Unido, en Alemania, en Francia […] y sin duda lo veremos en España”.
Como a millones de espectadores en todo el planeta, me fascina la serie Yellowstone. Pero lo que me desconcierta de cada temporada son los hijos del personaje interpretado por Kevin Costner peleándose y odiándose constantemente, con unos niveles de brutalidad que a mí me parecen exagerados (en una serie donde todo es extremo). Pero después te fijas en muchas de las familias que conoces y siempre hay hermanos que no se hablan y otros que se soportan con una educación tibia. Lo curioso es que tanto yo como muchos de mis amigos de pequeños nos peleábamos (lo normal) con nuestros hermanos y de mayor nos llevamos fenomenal.
Cualquiera de las imágenes que se conservan del paso fronterizo de Le Perthus a finales de febrero de 1939 puede servir para hacerse una idea de lo que significa el exilio. Por allí pasaron centenares de miles de españoles camino de Francia, sin tener ni idea de lo que les esperaba al otro lado, con sus hatillos, sus maletas, unas mantas que los protegían del frío, sus cuatro cosas para inventarse de nuevo en un lugar desconocido. Dejaron atrás sus hogares, a familiares y amigos, el avance de las tropas franquistas los empujó a irse afuera, a tirar por la borda la vida que habían vivido hasta entonces. Fueron unas 465.000 personas las que buscaron refugio en Francia durante aquel aciago mes, la mitad eran civiles y la otra mitad, militares. Más adelante saldrían muchos más, una buena parte de ellos sin llevar gran cosa encima, hacinados en unos cuantos barcos. De los que se fueron al país vecino en febrero, unos 350.000 terminaron en campos de concentración. Agde, Amélie-les-Bains, Argelès-sur-Mer, Arles-sur-Tech, Le Barcarès, Bram, Brens, Gurs, Montolieu, Le Récébédou, Rieucros, Rivesaltes, Saint-Cyprien, Septfonds, Le Vernet-d’Ariège: no está de más repetir como una letanía estos nombres. Detrás de ellos hay unas cuantas tiendas de campaña, bajas temperaturas, cacerolas en las que hervir un puñado de legumbres, alambradas, golpes de los vigilantes y, por dentro, miedo y desasosiego e incertidumbre. A todos ellos, a los que pudieron sobrevivir —hacia julio habían muerto unos 15.000—, algo se les tuvo que remover por dentro el 20 de noviembre de 1975 cuando murió el dictador, Francisco Franco.
EL PAÍS puso en marcha en 2018 una investigación de la pederastia en la Iglesia española y tiene una base de datos actualizada con todos los casos conocidos. Si conoce algún caso que no haya visto la luz, nos puede escribir a: abusos@elpais.es Si es un caso en América Latina, la dirección es: abusosamerica@elpais.es
El Congreso no ha celebrado un debate sobre el estado de la nación desde 2022, pero este miércoles se desarrollará en el Parlamento un pleno en el que se abordará de todo, desde la situación política internacional, los casos de corrupción y la reciente ruptura con Junts. El PP y Vox intentarán de nuevo cercar a Sánchez con los frentes judiciales, al tiempo que los aliados de izquierdas le exigirán más valentía y medias sociales, más vivienda y una agenda energética verde y no nuclear.
Entre las amenazas existenciales para la humanidad la proliferación de armas nucleares es la más evidente desde 1949, cuando la URSS realizó su primera prueba, poniendo fin al monopolio estadounidense e iniciando ya abiertamente la confrontación bipolar. Es, por tanto, un asunto sobre el que conviene ser muy preciso y evitar declaraciones que puedan ser malinterpretadas por cualquiera de las nueve potencias nucleares existentes. Una cautela que, una vez más, no parece figurar en la agenda de Donald Trump a tenor de su exabrupto del pasado 30 de octubre, cuando cometió dos errores y pronunció una expresión ambigua cargada de funestos augurios.
Sucedió en Madrid fue un programa de éxito en Telemadrid al que mi abuela, viuda y un poco aburrida, era adicta a finales de los noventa. Yo vivía con ella por entonces y trataba de que cambiase esa matraca por cualquier otra cosa. No veas ese asustaviejas, le decía, pero ella era fiel a sus hábitos: el Pronto y los sucesos eran su alimento cultural, y no iba a cambiar a los ochenta. Así se fue convenciendo de que los cuatro jinetes del apocalipsis cabalgaban por el barrio de Embajadores.
Cuando los periodistas llaman al servicio de Comunicación de la Ertzaintza para conocer los detalles de una detención, reciben información sobre el qué, cuándo, dónde y cómo. Pero, desde hace tres semanas, cuando se pregunta por el quién, ya se proporciona un dato que hasta ahora se ocultaba de manera deliberada. Además del género o la edad, también se detalla la procedencia del arrestado. En sus notas escritas para los medios informativos, suele venir recogida en el último párrafo.