“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”
“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”
Pasarán algunos años, pero el futuro es una partitura escrita. Y no es un texto precisamente halagüeño para quienes, durante décadas, han hecho dinero a manos llenas con el crudo y el gas. La versión ampliada de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP+) se niega aún a reconocerlo en sus proyecciones, que siguen apuntando a una demanda creciente por los siglos de los siglos. Pero cada vez está más sola. Ese no es, ni de lejos, el escenario previsto por otros grandes nombres sectoriales, como la Agencia Internacional de la Energía (AIE, dependiente de la OCDE). Tampoco el que vislumbra la mayoría de casas de análisis independientes. Ni el que exhala el propio cartel liderado por Arabia Saudí y Rusia en sus actos: lleva meses sumando oferta en un mercado cada vez más saturado, deprimiendo así unos precios que ya están mucho más cerca de lo que desean los grandes importadores —Europa, China, la India, Japón y Corea del Sur— que donde querría el clan de vendedores, encabezados por la propia OPEP+. Una forma de reconocer lo obvio: para quienes tienen la inmensa fortuna de tener crudo a espuertas bajo sus pies, lo más sabio es vender hoy la mayor cantidad posible. Antes de que, electrificación mediante, sea demasiado tarde.
El encarecimiento de la vivienda no se detiene y contagia a las casas más problemáticas del mercado. Piso de cuatro dormitorios en el barrio de Moratalaz, en Madrid. Se piden 210.000 euros. Su anuncio invita a no desaprovechar “esta excelente oportunidad”. Solo se muestra una fotografía de la fachada y más abajo uno comprende que se trata de un piso que no está disponible. “No se puede visitar, ni tasar ni hipotecar. Se tiene que comprar pagando al contado y el comprador asume la tarea de la desocupación”.
La casa de Dan Brown (Exeter, New Hampshire, EE UU, 61 años) no es de película, es de novela de Dan Brown. Ciervos de bronce flanquean la puerta a un extenso jardín inglés y librerías esconden pasadizos. Hay también copias de lienzos de Leonardo da Vinci, como La Virgen de las Rocas, cuyo original cuelga en la National Gallery de Londres. Risueño y en forma —hace windsurf—, Brown lleva toda la vida viviendo en apenas 30 kilómetros cuadrados. El colegio privado donde estudió —donde daba clase de Matemáticas su padre (ahora viudo y enamorado de una mujer siciliana, cuenta)— o la iglesia en la que su madre tocaba el órgano rodean esta vivienda que levantó con su primera mujer, Blythe Newlon, a la que conoció mientras estudiaba Música en la academia que ella dirigía. Doce años mayor que él, Newlon es historiadora del arte. Brown le agradeció la ayuda en la construcción de El código Da Vinci. Seis años después de su sonado divorcio, el escritor ha cambiado religión por ciencia. Su nuevo libro, El último secreto, ha llegado a las librerías españolas el 10 de septiembre editado por Planeta, que nos llevó a New Hampshire para visitar al escritor.
Soy consumidora de porno inmobiliario desde hace décadas, desde que allá por el año 2000 Idealista me enseñara a geolocalizar casas ajenas, algo que entonces parecía revolucionario. Así descubrí que en La Moraleja todos cocinaban en islas mientras que en la sierra de Gredos era difícil encontrar un salón donde los reposabrazos del sofá no fueran de madera. Me daba vergüenza consumir esta clase de contenido, había algo obsceno en asomarse así a la vida de los otros. Pero entonces apareció mi admirada Sofía Coppola (estamos ya en 2013) y dijo aquello de que cuando quería relajarse se tomaba una copa de vino mientras practicaba porno inmobiliario en The New York Times. Mi oscura afición me pareció entonces sofisticada y seguí consumiendo. Así fue como me convertí en testigo de la evolución y nacimiento de unas prácticas sadoinmobiliarias cada vez más guarras, más duras, más ideológicas y con más adeptos.
Enviado por el rey Felipe II y nombrado protomédico general de las Indias, Francisco Hernández de Toledo describió en la Nueva España unas 3.000 especies de plantas y sus efectos curativos, allá por 1570. Del tomate dejó dicho: “Son redondos, están encerrados por una membrana y participan de alguna acidez. Los más grandes se llaman xitomame […] y se vuelven al fin rojos […]. Además de ser rugosos tienen ciertas protuberancias irregulares que no solo semejan las partes femeninas, sino también hemorroides y cuanto horrible y obsceno pueda verse en las mujeres”. Quién le iba a decir a este misógino avant la lettre, que un señor llamado Donald Trump entablaría una de sus guerras con México a cuenta de esas protuberancias obscenas. Allá por el verano de 2025.
Cada minuto se produce un ciberataque. Las fuerzas policiales españolas contabilizaron en los primeros seis meses del año 245.191 golpes, un 3,4% más que en el mismo periodo del pasado año, según el Balance de Criminalidad del Ministerio del Interior. Y son solo los registrados, porque muchos casos no se hacen públicos, salvo incidentes graves, para salvaguardar el prestigio de la entidad afectada o porque se resuelve de forma interna o la víctima no es consciente. Los dispositivos digitales son el escenario de uno de cada cinco delitos que, en su mayoría (86,4%), son estafas informáticas: más de 400.000 anuales, un 488,3% más que hace nueve años. Detrás de este imparable auge está la inteligencia artificial (IA), capaz de acelerar, sofisticar, multiplicar y, según Rafael López, ingeniero de seguridad en Check Point Software, “democratizar” las armas, accesibles ya para atacantes con menos conocimientos tecnológicos a un precio de entre 85 y 1.000 euros y con botines que pueden llegar al medio millón.
EL PAÍS y el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía te invitan a un encuentro exclusivo con Judith Butler, la pensadora más influyente del mundo según un jurado de 56 expertos (historiadores, filósofos, politólogos, científicos, periodistas…) convocados por Ideas, el espacio para el pensamiento, las tendencias y los debates de EL PAÍS. La intelectual estadounidense será entrevistada por el periodista Joseba Elola, coordinador de Ideas, en el Auditorio del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, el viernes 26 de septiembre a las 19.00.
La escuela ha entrado en la era de la IA sin un manual de instrucciones. En apenas dos cursos, las herramientas de inteligencia artificial generativa como ChatGPT o Gemini han pasado de ser una curiosidad a formar parte de la rutina cotidiana de docentes y alumnos, y la discusión ya no es si se usarán, sino más bien cómo. El marco regulatorio europeo, en proceso de implementación, empieza a fijar límites —la Ley de Inteligencia Artificial de la UE clasifica como de “alto riesgo” los sistemas de IA que deciden el acceso a centros, evalúan aprendizajes o vigilan exámenes—, mientras que organismos como la Unesco insisten en que la tecnología debe usarse solo cuando mejora los resultados de aprendizaje y con salvaguardas claras para unos y otros.
Los móviles se han quedado fuera de los centros escolares en este nuevo curso. Las comunidades autónomas ya no permiten su uso en los centros educativos no universitarios sostenidos con fondos públicos, salvo en excepciones con fines pedagógicos y bajo supervisión de los docentes. El siguiente paso, de menor consenso entre las regiones, serán las acciones para regular el uso de tabletas y portátiles. El 70% de los niños entre 10 y 15 años en España tiene un teléfono móvil, según un estudio de TBS-Barcelona con datos de INE, y la cifra asciende al 96% en adolescentes de 15 años. El Consejo Escolar del Estado aprobó por unanimidad en enero de 2024 prohibirlos en las aulas y esto desencadenó las regulaciones autonómicas donde no las había.
Teresa Lanceta (Barcelona, 74 años) comenzó a tejer casi sin pretenderlo, para sacarse un dinerillo cuando estudiaba en la universidad. “Aprendí sola, hacía jerséis y cosas así. Estudié Historia en Barcelona y cuando puse el primer pie en la facultad dije: ‘Esto no es para mí’. Quería otra cosa más libre, no tan reglada”, recuerda a la sombra de los limoneros de su casa de Mutxamel (Alicante), las gafas a cuadros rojos y negros enmarcando su mirada curiosa, un pendiente de cada color. Pero se empeñó en quedarse, no quería volver a la vivienda familiar. “Soy la mayor de seis hermanos, nací en Barcelona, en la ladera del Montjuïc, pero a los 11 años nos mudamos a Alicante, porque mi padre era inspector de seguros. Ellos fomentaron que las hijas estudiáramos lo mismo que los chicos, pero él no quería que hiciéramos la misma vida nocturna que los hermanos... Luego, cuando hicimos esa vida nocturna lo toleró. Bueno, lo aceptó”, relata. Lanceta rememora su época universitaria viviendo en el Raval, en una casa que compartía con una familia gitana: “Él tocaba la guitarra y ella era bailaora, pero también cantaba muy bien, hacía de todo. Era muy divertido, maravilloso”. También la efervescencia política del momento: “Viví años muy interesantes, fue el final del franquismo, que ahora parece que no haya sido nada, pero fue. Y mucho”.
Los decanos de Derecho de las universidades españolas (públicas y privadas) han comenzado a movilizarse para conseguir que el examen de acceso a la abogacía y la procura sea presencial, como antes de la pandemia. Dudan de que en la modalidad actual, la remota, no se copie o se reciba ayuda de un experto si no hay vigilancia en un test que pasan en torno al 95% de los aspirantes. “Si aprueban todos el examen, no cumple la función para la que se creó: escoger a los mejores”, afirma su presidente, Javier Fernández Teruelo. Además, los campus quieren que sea más práctico. Para ello tienen que convencer del cambio a dos ministerios: el de Presidencia, Justicia y Relación con las Cortes, y el de Ciencia, Innovación y Universidades, del que depende el máster que hay que cursar para presentarse a la prueba.
Leer ahora es distinto a lo que era leer hace 15 o 20 años. La industria editorial ha resistido mejor que ninguna otra industria cultural la transformación digital. Pero la mayor oferta de entretenimiento e información y las innovaciones tecnológicas —a las que se ha sumado en los últimos tiempos la irrupción de la inteligencia artificial— han generado cambios profundos que han protagonizado un debate intenso en los últimos meses, sobre todo en medios anglosajones. La versión española de la discusión ha sido la polémica en torno a las palabras de la influencer María Pombo acerca de los beneficios o no de la lectura: las declaraciones quizá no han hecho que leamos más o menos, pero han inspirado muchas columnas apasionadas.
EL PAÍS invita a sus suscriptores a asistir a un encuentro con el director del diario, Jan Martínez Ahrens. La charla tendrá lugar el próximo 19 de septiembre a las 18:00 horas, en la redacción del diario en Madrid y estará moderada por la periodista Ana Fuentes.
Todos mentimos. Y a todos nos mienten. Mentimos en casa, en el trabajo, en redes sociales, incluso en las conversaciones más íntimas. Algunos estudios apuntan a que la mayoría de la gente miente una o dos veces al día. “Está bien, no estoy molesto”. “Estuve trabajando todo el día sin parar”. “Te queda fenomenal esa chaqueta”. “No puedo quedar porque mi padre se ha puesto enfermo”. Estas frases, aunque no reflejan siempre lo que sentimos, suelen buscar suavizar interacciones y evitar fricciones. Otras mentiras, en cambio, son más graves: inventar una excusa para eludir responsabilidades, difundir falsos rumores o manipular información para beneficio propio. Como señala la psiquiatra Julia García-Albea, la definición más completa de lo que significa la mentira la podemos encontrar en san Agustín, que propone el acto de mentir como decir lo contrario de lo que uno piensa con la intención de engañar.
A Cataluña le debemos hallazgos en los campos más diversos -la vacuna contra el cólera, la arquitectura de Gaudí, el porrón o el chupa chups- y otras invenciones más cuestionables -el caganer-, pero lo que parece indiscutible es su aportación a la gastronomía española. La cuina catalana se ha beneficiado de una geografía que le ha permitido ser rica en productos de la tierra y el mar, y a la vez permeable a las influencias árabe, francesa o italiana a través de la historia. Todo esto se refleja en los grandes éxitos de su recetario: hoy recopilamos algunos para celebrar el Día de Cataluña, también conocido como Diada.
Llega el verano y uno de los ingredientes que más cuesta cocinar es la carne. No nos da esa sensación fresca y ligera que buscamos en las comidas estivales. Al contrario, cae más bien pesada, y quien diga en serio que disfruta de una barbacoa en medio del mes de agosto, no es de este mundo.
“Empezó a reclamarme cosas incluso antes de que Joe y yo nos casáramos. Le enfureció enterarse de que no quería adoptar el apellido de su hijo, a pesar de que era una decisión importante por cuestiones profesionales. Durante la recepción la víspera de la boda, le dijo a Joe, en voz alta para que todos la escucharan, que yo era demasiado ambiciosa y que él siempre estaría en segundo lugar después de mi carrera, la cual, según ella, no vale nada, a pesar de que ella también es una mujer profesionista”, explica Anne, una diseñadora gráfica de 31 años, al hablar de la madre de su pareja. Sus palabras quedan reflejadas en Suegros Toxicos: Estrategias Afectivas Para Proteger Tu Matrimonio (Grijalbo 2013), un libro en el que Susan Forward ofrece estrategias prácticas para enfrentarse a las relaciones problemáticas que en tantas ocasiones se establecen con la familia política.
Los sacrificios de extracción del rey son una rama particular de las maniobras tácticas de ataque al monarca. Suelen exigir una gran precisión -no basta con intuir que la posición es propicia para ello, sino que se deben calcular con exactitud-, y cuando son correctos dan lugar a desenlaces muy espectaculares. La partida de este vídeo es un ejemplo bellísimo, con la particularidad de que la víctima es nada menos que Magnus Carlsen, uno de los mejores ajedrecistas de la historia, quien no había perdido frente a un rival con menos de 2.520 puntos Elo desde 2006.
“El infierno está vacío y todos los demonios están en Depop”, dice la columnista Poppy Sowerby. Depop es una popular plataforma de reventa y a ella dedica un artículo publicado en UnHeard, en el que habla de la cantidad de usuarios que intentan que las mujeres que venden prendas les envíen desde fotografías sexys hasta prendas de lencería usadas. Este comportamiento es conocido como fetish mining, que consiste en solicitar fotografías u otro contenido bajo falsas promesas (en este caso, la compra de un producto) con fines de autogratificación sexual.