“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”
“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”
La circulación de la línea ferroviaria R3 (la que va de L’Hospitalet de Llobregat a Puigcerdà / La Tor de Querol) sufrió este lunes varias incidencias en plena hora punta -con demoras y trenes suprimidos- justo 24 horas antes de que se inicie un corte ferroviario de 16 meses por el desdoblamiento de los 17 kilómetros que van de Parets a la Garriga. Las incidencias han comenzado a primera hora de la mañana de este lunes, después de que la falta de tensión en la catenaria afectara a la totalidad de la línea. No fue la única incidencia. La caída de un árbol interrumpió el servicio entre Vic y Balenyà-Hostalets y posteriormente hubo otros episodios que llevaron a los trenes a acumular retrasos. Los usuarios saben que las incidencias de esta línea son rutina y denuncian que, meses antes del macrocorte, entre el 70% y el 90% de los trenes acumulan retrasos.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se plantearía invocar la Ley de Insurrección para desplegar a las Fuerzas Armadas en las ciudades demócratas si los jueces le prohíben activar como pretende a la Guardia Nacional para tareas de protección de la seguridad en las calles de Chicago y de Portland, según ha afirmado este lunes mientras se disparan las tensiones sobre esas órdenes de movilización.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, le ha declarado la guerra a las ciudades demócratas, y a juzgar por las escenas de violencia que se sucedieron los últimos días, Chicago se ha convertido en un campo de batalla. Numerosas personas han resultado heridas y varias arrestadas en los enfrentamientos ocurridos entre las fuerzas federales y los manifestantes que protestaron el fin de semana contra el operativo de detención de migrantes que el Gobierno puso en marcha en la ciudad el mes pasado. Los agentes de inmigración usaron gases lacrimógenos e hicieron uso excesivo de la fuerza contra los ciudadanos que denunciaban los abusos cometidos contra los migrantes y las deplorables condiciones en las que los mantienen en los centros de detención.
“Dame fuego, dame el fuego de tu amor”, cantó Javier Milei con la voz ronca, enfundado en cuero negro y el cabello ensortijado ante 15.000 personas que lo aclamaban en los límites del éxtasis colectivo en el estadio Movistar Arena de Buenos Aires. Ese fuego, que hace 50 años reclamaba con movimientos pélvicos el músico argentino Sandro, es el que fue a buscar el presidente entre su gente tras un mes en el que recibió una paliza electoral del peronismo, pidió un rescate financiero a Donald Trump y perdió a su candidato estrella a diputado por vínculos con el narco. ¿Cómo definir lo que se vivió este lunes por la noche en Buenos Aires? La presentación de un libro, titulado sin temor La construcción del milagro, fue la excusa de Milei para un recital de rock que fue también un acto de campaña, un gigantesco karaoke con esos temas “que sabemos todos” y un subidón de adrenalina indispensable para superar el mal momento.
El ataque de Hamás como barbarie, y como excusa; el bombardeo diario, constante, de un territorio minúsculo habitado por más de un millón de personas; los edificios, las escuelas, los hospitales arrasados; la angustia de no poder salir; la angustia por los rehenes; la tregua que amaga, pero no llega; Netanyahu aupado por los ultras dentro y fuera de su gobierno, el reconocimiento del estado palestino, la palabra genocidio que empieza a sonar con fuerza. Hacemos un recorrido sonoro por estos dos años de atrocidad.
Realización:Presentación:Edición:Ana Ribera
Coordinación:Diseño de sonido:Nicolás Tsabertidis
Sintonía:Jorge Magaz
Quedan pocas horas para que las sirenas marquen el inicio de la festividad judía Sucot. Este año (va variando, al regirse por el calendario hebreo) cae en 7 de octubre, el mismo día en que cientos de miembros de Hamás y de otras milicias palestinas lanzaron un ataque sorpresa que segó casi 1.200 vidas, desencadenó la sangrienta invasión de Gaza y cambió Oriente Próximo. Fue en 2023, pero nadie en Israel necesita incluir el año al mencionar la fecha. Menos aquí, en Nir Oz, uno de los kibutzs que sufrió más asesinatos (47) y en el que hubo más secuestros: 76 de los 251 totales. Casi todos, sacados a la fuerza de sus casas cuando despuntaba el alba. Este lunes, cientos de personas velan, lloran y se abrazan en su cementerio frente a las lápidas, antes de asistir a un acto solemne con motivo del segundo aniversario de la matanza. Sus rostros muestran que la herida está aún demasiado fresca y abierta: nueve vecinos de Nir Oz (solo cuatro de ellos con vida) están entre los últimos 48 rehenes cuya liberación Israel y Hamás negocian desde este martes en Egipto.
La parálisis y la debilidad de la Unión Europea para condenar los ataques de Israel sobre la franja de Gaza, que ya han matado a más de 67.000 personas, están arrastrando sus valores y conduciendo al club comunitario a una enorme pérdida de credibilidad internacional. Dos años después de los ataques de Hamás en Israel —que asesinó a más de 1.200 personas y secuestró a otras 251 y que derivaron en la guerra contra los gazatíes—, el club comunitario ha fracasado en su respuesta a las vulneraciones del Estado judío de la legislación internacional.
La política parlamentaria francesa, la solidez de sus instituciones y la credibilidad en los mercados se desangran lentamente desde que el 9 de junio de 2024 el presidente de la República, Emmanuel Macron, decidió jugarse al póquer la estabilidad del país. Las elecciones legislativas que convocó, lejos de clarificar la situación política, como se proponía, arrojaron un resultado endiablado que fracturó un Parlamento incapaz de llegar a acuerdos. Poco más de un año después, tres primeros ministros y una preocupación creciente que se extiende más allá de sus fronteras, Macron está obligado a un cambio de paso radical para sacar al país del bloqueo. Se ha concedido dos días más, rezaba el comunicado emitido a media tarde del lunes por el Elíseo. Transcurrido ese tiempo, “si fracasa, asumirá sus responsabilidades”.
Se llama Pierre, de apellido Vuitton y en medio un nombre, Louis. Él, como todos los hombres de la familia, carga con una tradición que se impuso hace cinco generaciones. Todos serían Louis Vuitton como el patriarca fundador. Así que Pierre, nacido en Asnières en 1974, es Pierre Louis Vuitton; como su padre, muerto en 2019, fue Patrick Louis Vuitton; y su abuelo Claude y su bisabuelo Gastón fueron louis vuittones. Solo se libraron del peso de la historia el fundador de la maison y su hijo George, primero y segundo de la saga. Quizás porque antes de 1880 ser un louis vuitton no era tan impactante.
El transporte y almacenamiento es el sector en el que más crece el empleo en el último año en España. Según los datos de afiliación a la Seguridad Social de septiembre, el número de trabajadores de esta actividad se ha elevado un 6,2%, más del doble que el promedio del conjunto del mercado laboral español (2,6%). Es un acelerón de 67.600 personas, el segundo mayor salto en términos absolutos, solo superado por los 69.600 empleados más en las actividades sanitarias. Pero este último sector emplea a muchas más personas (2,16 millones, frente a 1,15 millones) por lo que el incremento es mucho más relevante en el caso del transporte.
La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) ha criticado las medidas propuestas por el Gobierno para evitar otro apagón. Concretamente, la institución presidida por Cani Fernández ha tachado de “innecesaria” la normativa incluida en el Real Decreto por el que se aprueban determinadas medidas urgentes para el refuerzo del sistema eléctrico. Considera Competencia que “no aportará valor adicional”.
Tres de cada 10 españoles consideran que los impuestos son algo que el Estado les “obliga a pagar sin saber muy bien a cambio de qué”. Esa cifra se eleva hasta un 42% en la población de entre 25 y 34 años. Son algunos de los datos del estudio de Opinión Pública y Política Fiscal del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que revelan un auge del escepticismo fiscal entre las generaciones más afectadas por la precariedad laboral y el aumento del coste de la vida.
Siete de la tarde, día laborable. Estación de Metro de Alonso Martínez. Consigo bajar de los vagones abarrotados. Hay una persona invidente con su perro lazarillo desorientado y abandonado como un náufrago en el andén. Le pregunto si puedo ayudarle. Me explica que es el cuarto tren al que intenta subirse sin lograrlo. Está intranquilo, llega tarde a una cita. Al describir el estado en el que llegan los vagones solo acierto a decirle: tendrían que bajarse cuatro o cinco personas para dejarte subir. Y de repente me acuerdo del difunto Vargas Llosa y pienso: ¿Cuándo se jodió el Metro de Madrid? Porque era uno de sus tesoros. El Madrid que conocemos, abierto y vivo, lo era porque por debajo corría una bien articulada red sanguínea que, con sus carencias, interconectaba los barrios periféricos, esos barrios que son ya la única pieza que sigue preservando algo del aura de esta ciudad ahora arrasada por un descontrolado negocio turístico.
La vida es como La guerra de las galaxias: cuando parece que van a ganar las fuerzas del mal, en el lugar más inesperado surge una alianza rebelde. Cuando da la sensación de que las tropas imperiales extienden su manto por todo el planeta, como advierten las pitonisas, los hechiceros y otros observadores (que, como el V-DEM Institute, apuntan que el porcentaje de población mundial viviendo en autocracias ha pasado del 49% en 2004 al 72% en la actualidad), cuando la antorcha de la libertad es una vela en la tempestad, cuando nos está apuntando ya la Estrella de la Muerte, nace la esperanza en el sitio más insospechado: las almas más jóvenes y humildes de los rincones más remotos del planeta.
Jeff Bezos camina de la mano de la mujer para la que compró Venecia hace solo unos meses. En esta ocasión la pareja atraviesa la arena de los jardines de las Tullerías parisinas. El magnate neomexicano va vestido de arriba a abajo con lana pura (la primera fantasía de la moda es el clima: la temperatura es la que diga la pasarela, no el termómetro). Es la primera vez que el gran señor del lujo europeo le manda una invitación con su nombre escrito con pluma. Bajo un abrigo gris que le da aspecto de villano de Dick Tracy asoman unos abdominales gigantes, tanto que parecen postizos. Su esposa, también con pecho abundante bajo su chaqueta, lucha con los bajos de su falda lápiz para seguirle el ritmo a su hombre, quien no se apiada ni baja el ritmo, y va tirando de ella de una manera tan brusca que no cuesta imaginárselo con garrote en la mano en lugar de pelucazo en la muñeca. Lo de la mona vestida de seda cobra más sentido que nunca, porque todo esto ocurre a las puertas de un desfile de moda. A las puertas de otro está Meghan Markle, la influencer y foodie californiana, hija de una instructora de yoga y de un iluminador de televisión. Creció en un barrio más bien normal llamado Windsor Hills y se acabó casando con un Windsor que la convirtió en duquesa por unos meses y en mamá de pelirrojos para el resto de su vida. Es la primera vez que una gran casa de costura parisina la invita a formar parte de la primera fila, ese lugar donde se exponen los rostros de un santoral profano y efímero. Sigue siendo buena actriz. Su pose soberbia delata miedo y orgullo, su mirada altiva se podría confundir con la de las mil yardas: ser la heredera simbólica de Wallis Simpson produce estrés postraumático. Ambos —Markle y Bezos— parecen pulpos en un garaje: en París nada garantiza la pertenencia a una clase social incluso aunque el nivel de ingresos sea suficiente. Tiene gracia que de la moda sea la última institución europea que aún tiene capacidad de humillar a los nuevos ricos norteamericanos. Manda más Bernard Arnault que Von der Leyen. Tiene gracia. Y a la vez, como diría Donald Trump: “Sad”.
Semana decisiva para entender hasta dónde llega la estrategia de Podemos, socio imprescindible de la mayoría, para poner en aprietos al Gobierno casi en cada tema. El Ejecutivo aún confía en convencer al grupo de Ione Belarra de que al menos se abstenga en las dos votaciones decisivas de este martes y miércoles, el decreto del embargo de armas a Israel y la ley de movilidad sostenible, de la que dependen la llegada de otros 10.000 millones de euros de fondos europeos.
‘Podcast’| De Haneen a Mohamed: dos años de infierno en GazaMás de 67.000 muertos después, recordamos los sonidos del asedio con dos periodistas de Gaza que siguen vivosCuando la adolescencia de un hijo coincide con la menopausia de su madre, bajo el mismo techo conviven dos procesos de transformación profundos donde cambian los cuerpos, los ritmos, la forma de ver el mundo y las necesidades. Dos etapas vitales intensas, complejas y emocionalmente exigentes que alteran el equilibrio familiar y desafían los vínculos. Un cruce que no solo afecta lo físico, también modifica sustancialmente la forma en la que madre e hijo se relacionan y entienden.
La dirección nacional del PP quería dar carpetazo cuanto antes al frente del aborto que le abrió la semana pasada el PP del Ayuntamiento de Madrid, pero la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, se ha interpuesto en ese propósito. La líder madrileña ha vuelto a defender una posición diferenciada en el partido sobre el registro de objetores de conciencia, lo que dificulta a Génova cerrar el capítulo del supuesto síndrome posaborto no avalado por la ciencia que Vox coló al PP en el Consistorio de la capital. Mientras otras comunidades del PP, como Aragón y Baleares, se apresuraron ayer a garantizar que cumplirán a la mayor brevedad con la creación de ese registro tras el requerimiento del Gobierno, Ayuso dijo que rechaza que se “estigmatice” a los sanitarios que se nieguen a practicar un aborto y dejó en el aire si cumplirá.
Ni siquiera cuando el PP ha tenido mayoría absoluta, el autodenominado movimiento ‘provida’ logró acercarse a la culminación de sus deseos. En 2014, el entonces ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, dimitió al no poder sacar su endurecimiento legal. Desde entonces, casi todo han sido decepciones para los antiabortistas, sobre todo en el BOE, pero también en las calles, donde la derecha católica radical ha seguido dejándose ver aunque sin llegar al protagonismo que tuvo durante la etapa de José Luis Rodríguez Zapatero en La Moncloa. No obstante, se trata de un sector social que nunca deja de organizarse y reorganizarse, de emitir, de insistir, de convocar, de recordar que su causa es para siempre y no admite concesiones. Ahora, este avispero de organizaciones ha detectado que al menos tiene pista para lucirse.