“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”
“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”
Una semana después del tiroteo masivo en la Universidad de Brown, en Providence, capital del pequeño Estado de Rhode Island, las autoridades están cerca de comprender el cómo, pero aún no han dilucidado del todo el porqué.
Cuando el pasado jueves los líderes de la UE reunidos en Bruselas se sentaron a la mesa de una cena tardía, compuesta por contundentes platos escandinavos —tostada de pan de centeno con pescado ahumado y mariscos, lomo de cerdo asado con chicharrón y arroz con leche y almendras—, hacía días que sus sherpas, que trabajan entre bambalinas para negociar los acuerdos, habían masticado y desgranado varias propuestas políticas para lanzar una solución “innovadora y creativa” de ayuda a Ucrania. También simbólica: que el Kremlin pague, aunque no quiera, por los daños causados por la invasión. Es decir, usar las reservas soberanas rusas congeladas en cuentas de la Unión, unos 210.000 millones de euros, para evitar la bancarrota de Kiev. No fue posible.
Entre las primeras autoridades europeas y financieras que arquearon una ceja cuando se empezó a hablar de usar los activos rusos bloqueados en la UE para financiar a Ucrania, estuvo la presidenta del BCE, Christine Lagarde. Era el 19 de septiembre. La última pregunta de la rueda de prensa tras la reunión informal de ministros de Finanzas de la zona euro en Copenhague se la adjudicó ella para pedir desde el atril una pequeña aclaración a Valdis Dombrovskis, comisario de Economía y Finanzas, que estaba justo a su derecha en el podio, sobre lo que había dicho acerca de ese préstamo que estaba preparando el departamento que dirige el político letón. Fue solo un detalle. Nada más. Pero expresaba las dudas que ya existían.
Ni los encuentros con la prensa ni mucho menos las sesiones de fotos parecen precisamente los formatos favoritos de Miren Arzalluz para pasar el día. “Vengo abrumada con esto de que estéis aquí”, suelta en un castellano recio teñido de un acento euskaldún imposible de esconder. Pero acto seguido ya está prestándose al juego: un día entero a su vera en el Guggenheim Bilbao, una jornada de trabajo completa en el museo que dirige desde que en abril sustituyó al anterior (y, desde 1997, único) director, Juan Ignacio Vidarte.
Los dioses griegos condenaron a Sísifo a empujar montaña arriba una enorme piedra que, al rozar la cima, volvía a caer hasta la base. A veces, como ahora, tengo la sensación de que el pedrusco de Sísifo es una chinita comparado con la plúmbea carga de varones asilvestrados que soportamos las mujeres. Empujamos desde hace demasiado tiempo a un montón de machirulos hacia la civilidad por la cuesta arriba de la historia y, cuando creemos que el sexismo empieza a diluirse, zasca, la dura realidad nos arroja al abismo a empezar de nuevo.
Son unos 13.000 archivos, más de 100.000 páginas, unas 500 de ellas completamente tachadas. Hay alrededor de 4.000 imágenes y dos palabras que destacan por encima del resto: “Pornografía infantil”. Están escritas a mano en uno de los documentos más sustanciales de la última publicación de los papeles del millonario pederasta Jeffrey Epstein. Divulgados el viernes pasado por el Departamento Justicia de Estados Unidos, tenían que haber sido una desclasificación total que se quedó, otra vez, en parcial. Y con abundantes partes censuradas.
La internacional ultra avanza conquistando nuevos territorios y ganando cuotas de poder en todo el mundo. Los partidos y movimientos de derecha radical están más conectados y organizados que nunca. En el cono sur, un pinochetista declarado, José Antonio Kast, acaba de ganar las elecciones de Chile. En Europa, el fenómeno ha alcanzado su mayor grado de institucionalización, con presencia directa o indirecta en uno de cada tres gobiernos. Los extremistas cuentan con el apoyo de Estados Unidos, que tiene en el punto de mira a la UE. Lo que antes operaba desde los márgenes irrumpe ahora con liderazgos de corte autoritario, retóricas de confrontación y la impugnación de los consensos liberales.
“Todo está muy difícil, hay mucha incertidumbre”, dice el taxista venezolano José Luis Ledezma, que trabaja en Caracas. Ledezma padece el desplome de las carreras al aeropuerto de Maiquetía, su recorrido más habitual. “Hacía seis viajes diarios al aeropuerto. Ahora, si hago tres a la semana es mucho”, ejemplifica. “Trabajo con público de todas las edades, desde gente adinerada hasta personas muy humildes. Veo nerviosismo. Escucho historias de familias en el extranjero que están mandando remesas a gente que no tiene nada acá en caso de que venga una situación extrema. La mayoría de la gente vive al día, resolviendo el día. Yo trabajo 24 horas diarias; al terminar con la línea, en las noches, sigo trabajando por mi cuenta para conseguir más dinero”.
Para el gazatí Rayan al Jeir, el primer invierno en la Franja con un alto el fuego dista de suponer un respiro. La tormenta Byron ―la misma que pasó por distintos países de Europa y de Oriente Próximo sin generar grandes estragos― acaba de dejarle de nuevo a la intemperie. “Las fuertes lluvias y los fuertes vientos han destruido nuestra tienda de campaña”, lamenta por mensajes de WhatsApp. Ahora busca un nuevo sitio donde asentarse con su familia, pero “muchas zonas han quedado anegadas” y “cuesta moverse entre el barro y los charcos”.
Las ciudades de Kupiansk y Pokrovsk son la cara y la cruz de la guerra en Ucrania, aunque forman parte de la misma moneda. En Kupiansk, en la provincia de Járkov, el ejército ucranio ha conseguido el que sería su mayor éxito desde 2022, el primer año de la invasión: hacer retroceder al invasor de la mayor parte del núcleo urbano, con una contraofensiva sorpresa. En Pokrovsk, en la provincia de Donetsk, prácticamente ningún analista o militar ucranio cree que Kiev pueda recuperarse el control: allí tiene Rusia 150.000 hombres, un tercio de sus tropas invasoras, aunque las fuerzas defensoras están resistiendo más de lo esperado, hasta la última bala.
El amplio triunfo en la elección del 14 de diciembre de José Antonio Kast ha golpeado fuertemente a la generación que fue víctima de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990). El republicano es el segundo presidente de Chile, desde el retorno de la democracia en 1990, que es derechas. Pero, a diferencia de Sebastián Piñera (2010-2014, 2018-2022), de la derecha tradicional y quien fue opositor a Pinochet, es el primero que ha respaldado al régimen militar. Si en el plebiscito de 1988 votó a favor de la continuidad del general, en 2017 visitó en la cárcel a los exagentes que violaron los derechos humanos y dijo entonces que, “más allá de las condenas, militares y civiles merecen justicia. Hoy en muchos casos prima la venganza por sobre la justicia”.
“Tenemos la capacidad financiera para apoyar a la Juventus durante los próximos 2.000 años”, dice Paolo Ardoino (Italia, 41 años), quizá menospreciando el efecto que tendrá la inflación planetaria dentro de un par de milenios. El máximo ejecutivo de Tether, la empresa emisora de la stablecoin USDT–cuya capitalización supera los 180.000 millones de dólares–, ha intentado comprar la Juventus de Turín con una oferta que fue rechazada por los actuales propietarios del club. Ardoino lleva tiempo intentando comprar “el equipo de su vida”, con la ambición declarada de devolverlo a lo más alto del fútbol europeo.
Máxima eficienciaProductividad. Con solo 200 empleados y un estimado de 15.000 millones de dólares en ganancias este año, la firma pilotada por Ardoino es una de las empresas más rentables por empleado que haya existido jamás, según apuntan expertos. El ejecutivo aspiraba a trasladar esa eficiencia a los terrenos de juego con la Juventus, uno de los clubes más laureados del fútbol italiano.
Las cumbres europeas se formalizaron en 1974. Entonces se inauguró el Consejo Europeo de jefes de Estado o de Gobierno, que se reuniría anualmente y llegaría a ser la institución decisiva del continente.
“Es la hora de la verdad”, dice Nicolás Guillou (50 años), juez francés del Tribunal Penal Internacional (TPI) y sancionado por el presidente estadounidense, Donald Trump, junto con otros siete magistrados y tres fiscales del organismo —procedentes de distintos continentes— por llevar a cabo investigaciones relacionadas con Israel y con Afganistán. El jueves de esta semana, Washington anunció las medidas contra los últimos dos jueces,y el tribunal lo calificó de “ataque flagrante” a su independencia. “Es un momento difícil, pero no hay que ceder ante las presiones”, añade. Guillou recibió a este diario en su despacho el pasado 10 de diciembre; apenas un día después se supo que Estados Unidos tiene en el punto de mira a toda la institución.
El primer golpe de la catarata electoral diseñada por el PP para rematar la idea de fin ciclo del Gobierno progresista se coloca como el más letal de las cuatro citas con las urnas en los próximos seis meses si, como confían los populares, María Guardiola alcanza este domingo la mayoría absoluta en Extremadura, que está en 33 escaños. 890.967 ciudadanos están llamados hoy a las urnas.
Solo una vez se ha referido públicamente el líder de Vox, Santiago Abascal, a la guerra sin cuartel que en las últimas semanas ha estallado en Revuelta, la marca de las juventudes de su partido. “Veo un gran interés en involucrar a Vox en algo en que la única responsabilidad que tiene es haber exigido transparencia”, dijo el martes en Casares de las Hurdes (Cáceres). “Se está demostrando que Vox es un partido limpio que ha exigido transparencia con claridad, contundencia, de manera sostenida, y, cuando no la ha obtenido, lo ha denunciado”, agregó.
“Voy a terminar con mi vida”. Son las últimas palabras de Mario a ChatGPT. Apenas un par de horas antes, este personaje ficticio de 15 años desactivó el control parental de la herramienta. Su madre recibió un correo electrónico de aviso e intentó tomar medidas, pero el sistema falló. Pese a que Mario reveló a ChatGPT conductas propias de trastornos de la conducta alimentaria, el asistente le proporcionó trucos para ocultarlo e información perjudicial para su salud. Su último mensaje era claro: quería quitarse la vida. Pero OpenAI, la empresa estadounidense propietaria de ChatGPT, nunca alertó a sus padres.
En una charla sencilla, cercana, resulta fácil entender por qué Kate Winslet es un tótem de la industria del entretenimiento. Mientras que muchos actores sonríen para la foto y se marchan sin mirar atrás, la británica Winslet (Reading, 50 años) se queda hasta casi perder el avión de vuelta a casa de cháchara con un grupo de periodistas al que —a algunos de años, a otros de apenas breves encuentros— conoce incluso por su nombre. Se acerca, abraza, pregunta por la familia, ríe con anécdotas, se saca selfis. El evento tiene lugar durante un pase de Adiós, June, su primera película como directora, con guion de su hijo mayor, Joe Anders, de 21 años (en realidad, Joe Alfie Winslet Mendes).
Llega la Navidad. Y ya sabemos lo que toca: familia, comilonas, melancolía, regalos… y también más tiempo para aprovechar calentitos en el sofá. Es un momento ideal para recuperar algunas de las series que quedaron por el camino y redescubrir alguna ficción que verdaderamente merece la pena. En el equipo de Televisión de EL PAÍS hemos hecho una selección de series accesibles en plataformas según lo que os guste para disfrutar relajados en estas fechas.