“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”
“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”
La nueva Estrategia de Seguridad Nacional que acaba de publicar la Casa Blanca ha disipado las últimas dudas respecto a la temida ruptura del lazo transatlántico que tan estrechamente ha vinculado a los europeos con Estados Unidos desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. El enemigo declarado por el trumpismo no es Rusia, ni siquiera China, sino la potencia normativa y receptora de inmigrantes que es la Unión Europea, junto con las instituciones y países solidarios con Ucrania frente a la invasión rusa.
Algo fundamental se está desvaneciendo, casi imperceptiblemente, en el espacio público. Las aceras siguen llenas de gente, los parques también, pero si observamos, o mejor dicho, si medimos más de cerca, la trama sutil de las interacciones sociales parece haber cambiado. Se ha vuelto más escasa.
El machismo no es una suma de conductas puntuales, sino un sistema que atraviesa de manera estructural y transversal todas las esferas de la vida, lo que también afecta a las instituciones públicas y privadas y, por tanto, a los partidos políticos. Ninguna organización está al margen de esta realidad y, por eso, desde posiciones feministas reclamamos transformaciones profundas que garanticen una igualdad real, plena y efectiva.
Emanan vapores viscosos desde la Sala Segunda del Tribunal Supremo, la penal. El más denso es el dilema sobre la causa de la condena (¡carente aún de sentencia!) al ex fiscal general del Estado, por presunta revelación de secretos.
Aunque no se reúna desde hace más de un lustro, esta comisión de las Corts valencianas sigue activa sobre el papel. Su función no es trabajar para elaborar nuevas leyes. Digamos que se trata de un asunto interno: la revisión del Reglamento que rige el funcionamiento del parlamento autonómico. Y como el Reglamento vigente debe ser útil, la comisión está inoperativa y así podría parecer del todo innecesaria, pero allí sigue formalmente constituida porque cumple con una función alternativa. Los partidos designan a su portavoz para que participe en ella y esa elección, que no aumenta la carga de trabajo del diputado en cuestión, tiene premio: un complemento salarial mensual. Son 634 euros, como nos contó Ferran Bono. ¿Qué deben pensar los diputados que puntualmente reciben ese plus en la nómina porque ellos lo valen? Ahora el grupo parlamentario del Partido Popular ha seleccionado a su nuevo portavoz en dicha comisión que cumple a la perfección con esa idea tópica del chiringuito que tanto daña el respeto a la mecánica de las instituciones. Sí, sin vergüenza, el elegido es Carlos Mazón. ¿Qué debe pensar?
Llegamos con formación, idiomas y experiencia, esperando contribuir y crecer, pero pronto descubrimos que lo que importa no es el talento ni la vocación, sino convertir cada relación en una oportunidad. Los contactos, los afterworks, las conversaciones casuales se transforman en fichas de un juego donde, si no rentas socialmente, quedas fuera. La transaccionalidad invade todo: la vida profesional y la social se fusionan en un único espacio donde cada gesto se mide por el beneficio que puede ofrecer. La educación, que prometía abrir puertas, ya no garantiza movilidad; los méritos se diluyen frente a la necesidad de posicionarse. La meritocracia se revela como una ficción, y la precariedad se instala como norma. Es un capitalismo extremo, que nos usa y nos evalúa por nuestra habilidad para extraer valor de cada interacción, dejando la vocación y la autenticidad en segundo plano. Somos jóvenes atrapados en un sistema donde todo es transacción, y sobrevivir implica adaptarse a unas reglas que explotan nuestra energía y distorsionan la idea misma de trabajo digno.
Isabel Pérez Moñino, la portavoz de Vox en la Asamblea de Madrid, dispara a quemarropa: “¿Dónde están las 25.000 viviendas que usted prometió en el año 2019?”, le pregunta a Isabel Díaz Ayuso un jueves en la Asamblea. Son doce palabras como doce granos de sal en una herida supurante. Porque no, las 25.000 viviendas del Plan Vive que prometió la presidenta para 2027 no se han construido. El objetivo se ha reducido a 13.000, de las que solo 4.875 se habían entregado a 1 de septiembre. Y como las elecciones de 2027 están ya en el horizonte, el dato alimenta la campaña con la que Vox espera reventar la mayoría absoluta del PP. Se llama Madrid Sur en Pie. Busca captar votos en barrios y ciudades tradicionalmente de izquierdas contraponiendo las necesidades en vivienda y servicios con la región espectáculo que creen que está construyendo Ayuso a base de grandes eventos (F1, NFL...). Un “Madrid global”; ”cosmopaleto”; “el patrio trasero de los multimillonarios de medio mundo”, dicen los portavoces de la extrema derecha. Una suerte de Miami europeo. Y todo el mundo, del PP al PSOE, pasando por Más Madrid, ha tomado nota.
La mañana del 16 de noviembre del escritor franco-argelino Boualem Sansal ha durado prácticamente un año. Aquel día, en el aeropuerto de Argel, cuando regresaba a su casa, fue detenido, conducido a un cuartel de los servicios secretos y acusado de terrorismo, espionaje y de atentar contra la integridad del estado. Llevaba años diciendo y escribiendo lo que pensaba sobre el Islam, el régimen argelino y sus relaciones. Pero hacía poco que el escritor, uno de los más traducidos y leídos en lengua francesa, premio de Novela de la Academia francesa, había declarado a una revista que parte del territorio argelino formó parte de Marruecos. Pudo ser lo que colmó la paciencia del régimen. Quién sabe, porque el juicio fue una farsa y fue condenado a cinco años de cárcel de los cuales pasó uno en condiciones deplorables. Hace dos semanas recibió un indulto, concedido a petición del presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier. Pero la condena sigue vigente.
Los vecinos de las empinadas calles del barrio de San José, en Las Palmas de Gran Canaria, no esconden su alivio desde mediados de octubre. El día 14, un operativo de agentes de Policía Nacional y Policía Local desarticuló un punto de venta de droga abierto las 24 horas y que había obligado a 155 intervenciones policiales en lo que iba de año. No se trataba de un centro de menudeo cualquiera. Su dueño y señor era José Manuel Rodríguez, El Guaca, de 67 años, calificado por la Policía como “objetivo de alto valor”. Porque El Guaca es un nombre propio destacado de la crónica policial canaria desde los años ochenta: personaje recurrente en los tribunales, las comisarías, las portadas y hasta en alguna que otra canción pop local, suma con esta 48 detenciones, que le han llevado a acumular 24 años de condenas que ha ido cumpliendo. “Es un histórico”, sentencian fuentes policiales que trabajaron en la investigación.
La lesión seria de Trent Alexander-Arnold, la segunda del inglés esta temporada, ahondó en la sensación de que la banda derecha del Madrid está maldita. De abajo arriba, por ese flanco todo son problemas físicos, incomodidades, gente fuera de lugar o poca productividad. El equipo blanco se ha quedado sin laterales puros, al menos, para el próximo mes, y del centro del campo hacia adelante hasta seis jugadores (Mastantuono, Brahim, Rodrygo, Güler, Valverde y Camavinga) han ocupado esa orilla sin gran resultado a la vista. Unos no han tenido el peso esperado, otros no quieren estar ahí y alguno ha aparecido en ese carril de forma circunstancial.
Ningún español había saboreado las mieles del éxito en la IndyCar hasta 2021, cuando, justo al concluir la pandemia, un joven y desconocido barcelonés rompió los moldes del mismo campeonato en el que no habían conseguido descorchar el champán pilotos como Oriol Servià o Fernando Alonso. “Esto es mejor que cualquier sueño”, aseguró entonces aquel chico imberbe al otro lado del Atlántico. Cuatro años después, Álex Palou (San Antonio Vilamajor, Barcelona; 28 años) ha logrado que lo onírico se convierta en costumbre, y, tetracampeón ya de la IndyCar, el campeonato de automovilismo más importante de Estados Unidos, pasea por Madrid junto al colosal Borg-Warner, trofeo que le distingue como célebre campeón de las 500 Millas de Indianápolis. “De vez en cuando me paran por la calle para pedirme una foto, pero no me considero famoso”, confiesa a EL PAÍS desde un hotel de la capital, donde vuelve cada invierno junto a su mujer para reencontrarse con la familia y escapar del vórtice polar que asola Indianápolis en las últimas semanas del año.
Casi medio millón de brasileños residían en Portugal en 2024, según la Agencia para la Integración, Migraciones y Asilo (AIMA). Una cifra superada por la realidad ya que excluía del recuento a quienes poseían doble nacionalidad, tramitaban su permiso de residencia o estaban al margen de la ley. A todos, con o sin papeles, le puso precio el panadero João Paulo Silva Oliveira, de 56 años, a finales de agosto: 500 euros por cabeza. Un precio literal por decapitación. “A cada portugués que me traiga la cabeza de un brasileño, uno de esos zucas [abreviatura despectiva del ya despectivo brazuca] que viven aquí en Portugal, legales o ilegales, le pago 500 euros por cada cabeza cortada de cuajo por el cuello (sic)”, decía mientras mostraba los billetes y se grababa dentro de un coche en marcha. Sobra decir que el vídeo de TikTok, que mostró su habitual flexibilidad para filtrar contenidos delictivos, se viralizó.
Un año antes de morir, Abdulah al Akhras era un joven saludable, fuerte incluso; trabajaba en una fábrica textil de Bursa (Turquía) y soñaba con buscar refugio en Alemania. “No había maldad en su corazón. Era simpático con todo el mundo y le gustaba hacer bromas. Incapaz de hacer daño a nadie”, recuerda Mariam, su hermana. El cadáver que enterró la familia, sin poder practicar una autopsia por miedo a represalias, era apenas una sombra de lo que había sido Abdulah: el rostro chupado, los brazos apenas piel y hueso, el cuerpo esquelético. Ocho meses pasó Al Akhras bajo custodia de las fuerzas de seguridad sirias tras ser deportado desde Turquía; y en solo ocho meses las inhumanas condiciones del sistema carcelario del régimen de Bachar el Asad lo consumieron hasta aniquilarlo en julio de 2024. Tenía 32 años.
Doce años después, el creador de The Office, Greg Daniels, vuelve al mundo descacharrante del falso documental cómico. The Paper (SkyShowtime) reescribe la fórmula de la comedia clásica de oficinistas en otra ciudad (Toledo, Ohio) y en otro contexto decadente (un periódico local arruinado y reducido, una cosa ridícula, sin periodistas ni noticias ni nada que se le parezca). Funciona la receta con la que Daniels trascendió el cinismo de la The Office británica —la serie original de Ricky Gervais hecha de ácido puro, sin edulcorantes— y que marcó una cumbre cómica insuperable: ironía atemperada por ternura.
Las turbulencias que se han sucedido en el último lustro, así como el posterior ciclo expansivo, han redibujado el mapa económico del país, prefigurando una bifurcación en las dinámicas de crecimiento. Algunas comunidades como Asturias o Galicia, atenazadas por el envejecimiento poblacional, han logrado revertir el declive. Otras, y sin sorpresa, como Madrid, Cataluña y País Vasco, se han consolidado gracias a la presencia de un potente tejido productivo y su creciente apertura hacia el exterior.
InmigraciónEn los últimos tres años, la inmigración ha más que compensado la pérdida de población española, excepto en Extremadura, única comunidad autónoma donde el número total de habitantes ha descendido. Asturias es la comunidad donde más ha crecido la inmigración, con un 46% en el trienio. Por otra parte, Cataluña, Comunidad Valenciana y Madrid recibieron en su conjunto el 56% de toda la población extranjera. A nivel nacional, el 45% de los empleos creados durante este periodo están ocupados por personas extranjeras (cifras EPA), evidenciando la contribución de la inmigración al mercado laboral.
El 7 de diciembre es San Ambrosio. Ustedes dirán: ¿y a mí qué? Verán, uno de los más respetados filósofos alemanes, Peter Sloterdijk, decía el otro día en una entrevista que este obispo del siglo IV protagoniza un momento fundacional de Europa cuando en el año 390 (y eso que aún no era santo, que impone más) no deja entrar en una iglesia al emperador Teodosio I hasta que no se arrepienta de haber masacrado 7.000 personas en Salónica. Para Sloterdijk ahí nace la civilización europea porque una autoridad espiritual se opone al poder temporal, una fuerza moral se impone a la fuerza bruta, por mucho que sea quien mande y tenga soldados y policías. Opina que, más allá de lo religioso, es el germen de una cultura intelectual que se distingue de la política, y redondea la idea con una frase de san Agustín, discípulo de Ambrosio: “Si se elimina la justicia, los reinos no son más que grandes bandas de ladrones (magno latrocinio)”. “Creo que es una de las más grandes conquistas de la cultura europea, haberse concebido a sí misma como algo distinto de una gran banda de ladrones. Hoy es muy importante, porque se tiene de nuevo la impresión de que la violencia desnuda vuelve al poder”, dice el filósofo. Los ropajes jurídicos son imprescindibles para civilizar esa violencia, que sin ellos se muestra brutalmente.
Sustituir la protección social por los beneficios económicos. Este es el centro del mensaje surgido de las catacumbas del hospital de Torrejón (Madrid) y que pone en el centro de la diana los fines de al menos una parte de las privatizaciones del sistema público de salud español, antaño verdadera joya de la corona del Estado de bienestar. El “descubrimiento” explícito de ese objetivo da la oportunidad para que el necio debate político de nuestro país se pueda desviar finalmente al centro de las preocupaciones ciudadanas: la calidad de los servicios públicos, la ausencia de suficientes viviendas, el coste de la vida y de la cesta de la compra, y la emergencia climática.
Esta es la tercera vez que voy a dedicarle un artículo a Gema Marín Granados. Es algo que no me ha pasado con nadie más. En realidad lo considero un privilegio, porque me ha dado la oportunidad de observar los duros altibajos y el progreso emocionante de una vida épica. El primer texto se publicó en 2011 y el siguiente en 2013, ambos a raíz de dos cartas que Gema me envió. Resumiré su historia: en 2002, con tan sólo 28 años, esta guapa malagueña profesora de música enfermó de Parkinson. La gente suele creer que el Parkinson es una dolencia de gente muy mayor y que consiste en que te tiembla el cuerpo. Pero esta cruel enfermedad neurológica y degenerativa no sólo puede fulminar a personas tan jóvenes como Gema, sino que, además, lo más duro de sobrellevar no son los temblores, sino la rigidez. De repente tu cuerpo se desconecta, hasta el punto de que los enfermos lo denominan estar on o estar off. Y estar off es una muerte en vida, o aún peor que eso. Es “caer en un pozo negro, tanto psicológica como físicamente…, te quedas tiesa, como si fueras de madera”. A esto hay que añadir, además, los efectos secundarios de los fármacos, que, por otra parte, son imprescindibles. Es una lenta, implacable y constante tortura.
Quienes han sido pacientes, o han tenido la suerte de pasearse por la FIL de Guadalajara en vísperas de que esta termine, se han visto recompensados con creces. La escritora nigeriana Chimamanda Ngozi (Enugu, 48 años) ha desembarcado en la ciudad mexicana este sábado para ofrecer su conferencia magistral La verdad de las historias, uno de los platos fuertes de la convocatoria, prevista inicialmente para el fin de semana anterior pero cancelada por cuestiones de salud.