“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”
“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”
A las nueve de la mañana de este jueves, si no ocurre nada de última hora, en la sala Ernest Lluch del Congreso se sentarán diputados y diputadas, abogados y abogadas civiles y penales, una letrada de oficio en juzgados de Violencia sobre la Mujer, policías nacionales, psicólogos y psicólogas y un exmagistrado del Tribunal Supremo y del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Todos, ponentes en las jornadas Ideología de género y denuncias falsas España/Argentina que Vox solicitó hacer el 29 de julio y a la que dio luz verde la Mesa del Congreso, con los votos a favor del PSOE y del PP, el rechazo de Sumar y la petición por escrito a la Mesa del Congreso de ERC, EH Bildu y BNG este mismo miércoles para que se revocara la decisión. Cinco horas, con retransmisión en streaming, que tienen “por objetivo la difusión de un discurso negacionista de la violencia machista”, según ese documento presentado por los tres partidos.
Con grietas y humedades convive Antonella, madre de un bebé recién nacido y una niña de cinco años, tras ser realojada por la Sociedad de Gestión de Activos procedentes de la Reestructuración Bancaria (Sareb), más conocida como banco malo. La mujer, de 23 años y víctima de violencia machista, está angustiada. Su piso no tiene dos habitaciones, como le habían comunicado en un principio. Duerme con sus hijas en la misma cama porque no hay más espacio. Cuando se ducha, el suelo de su baño se llena de agua y la tarima está levantada y astillada. “La mayor tiene 5 años y ya se ha lastimado. La pequeña empezará a gatear en unos meses y puede ser un problema”, cuenta en su casa, ubicada en Collado Villalba (Madrid). Fuentes de la Sareb insisten en que esta es la vivienda que la entidad tenía disponible en el municipio para proceder a una reubicación urgente y que el arreglo de los desperfectos se efectuará el día 8 de septiembre.
Un tornado a 220 kilómetros por hora provocó la muerte de los tres trabajadores fallecidos la pasada primavera en Coria del Río (Sevilla), cuando la nave agrícola en la que operaban colapsó y les causó heridas mortales, según determinó la agencia meteorológica Aemet y han concluido los expertos que investigaron el siniestro. El destructivo huracán de la borrasca Nuria arrasó el pasado 4 de abril el techo de la nave y sepultó a los tres operarios, que no pudieron huir. Así lo determina la jueza Eva María Gaspar, titular del Juzgado de Primera Instancia 2 de dicha localidad, que achaca al episodio meteorológico extremo el desplome de la cubierta y descarta que la nave agrícola estuviera en mal estado. La magistrada ha cerrado la instrucción del caso al no haber culpables y no existir ni un delito contra los derechos de los trabajadores ni tres homicidios imprudentes.
El pasado fin de semana ha sido el último en el que los visitantes han podido admirar el milenario tapiz de Bayeux, expuesto en el Museo de Bayeux, en Normandía, y considerado una obra maestra del arte medieval. El centro cerró el lunes por obras de rehabilitación y su siguiente escala va a ser el British Museum de Londres, gracias a un préstamo acordado por el presidente francés, Emmanuel Macron, aprovechando el buen momento que atraviesan las relaciones francobritánicas. Va a salir de Francia por primera vez en casi mil años, pero su estado de conservación, extremadamente frágil, ha suscitado polémica y agita el debate sobre el uso diplomático del patrimonio nacional.
En 2017, cuando Carla Simón Pipó presentó Estiu 1993, su abuela María todavía no sabía que de lo que murió su hija Neus, la madre de Carla, era de Sida. Habían pasado 24 años desde que la enterraron. “Cuando mi madre estaba enferma, nadie utilizó esa palabra. El Sida se vivió en secreto. Mis abuelos maternos no sabían que había muerto de eso porque sus hijos se organizaron para decirles que era otra cosa. Incluso en una familia como la mía, que dentro de todo se ha vivido de una manera bastante abierta, pasó esta cosa generacional de ser incapaz de aceptar la situación”. En una tarde nublada de finales de julio, Carla Simón rememora este hecho con la calma y desarmante naturalidad de su discurso. La barcelonesa está sentada en un banco de un parque infantil en Les planes d’Hostòles (Girona), el tranquilo pueblo de la Garrotxa entre idílicos gorgs en el que transcurría Estiu 1993. Aquel debut sobre la orfandad infantil inició una trilogía que, tras explorar una familia agricultora del Segrià en Alcarràs (2022), se cierra este viernes con el estreno en cines de Romería, una reconstrucción libre de la historia de sus padres y la adicción a la heroína que iniciaron en Vigo, preseleccionada en el camino a los premios Oscar. “Me he sentido muy liberada con esta película”, dice. A unos metros de distancia, para ofrecer intimidad, su madre adoptiva, Paquita, sostiene en brazos a Mila, la segunda hija de Carla, que nació hace apenas seis semanas, poco después de presentar Romería en Cannes. Al fondo, su hermana Berta y la pareja de Carla, Valentín, columpian al primer hijo de la cineasta, Manel, de tres años, que pregunta si vamos a tardar mucho.
El ataque de Estados Unidos a una embarcación frente a las costas venezolanas, con un saldo de 11 muertos y bajo el argumento de enfrentar una organización criminal sin apenas detalles de la operación, marca un punto de inflexión en la larga crisis del país caribeño. La intervención militar constituye una escalada peligrosa. No existe solución duradera que surja de la violencia: cada operación armada aumenta el riesgo de desencadenar un conflicto de consecuencias imprevisibles.
Simple y llanamente, la cuestión de confianza que el primer ministro François Bayrou plantea este próximo lunes en el seno de la Asamblea Nacional francesa equivale a poner su propia cabeza bajo la guillotina. Es un acto suicida de un Gobierno que, confrontado a la prueba de fuego que supone aprobar los presupuestos generales antes de fines de diciembre, ha tenido que rendirse a la evidencia: no lo conseguirá sin importantes concesiones a cambio.
Puesto que el negociador habitual del Partido Socialista con Carles Puigdemont se encuentra en prisión preventiva por corrupción, tuvo que hacer de emisario el presidente de la Generalitat. Un año antes, el prófugo había intentado boicotear la investidura del presidente con una aparición anunciada en Barcelona, tras la que logró esfumarse ante cámaras, policías y un operativo especial que no pudo enfrentarse al desafío del cambio de una “fase semafórica”. Esta reunión, por tanto, es un paso más hacia la normalidad y quién podría dudarlo.
El cacao espacial, de Mortadelo y Filemón (1985), comienza con una asamblea de la ONU a la que el líder soviético se dirige “con paso firme y seguro”. El texto contrasta con la imagen del político, medio mareado y al que un asistente mueve las piernas con ayuda de un par de palos. En la viñeta siguiente aparece ya en un ataúd, en referencia a las muertes de Leónidas Brezhnev (1982), Yuri Andropov (1984) y Konstantin Chernenko (1985). Pero nada más lejos de Ibáñez que ser un esbirro a sueldo de la CIA: en la página siguiente Ronald Reagan aparece colgado de un gancho mientras un señor le da cuerda y una señora (hace 40 años de esto) lo plancha, asegura, por novena vez.
La duda es la grieta que permite poner las cosas bajo interrogación, preguntarnos por las razones, conocer más y mejor. El paso que permite pasar de la afirmación “yo soy” a “yo creo” requiere de algo tan esencial como la duda. La duda siempre está cuando el propósito que nos mueve es saber más de un asunto, comprenderlo. No sorprende que el vestido de la creciente ola de extrema derecha sea justamente lo opuesto a la duda. La arrogancia con que muchos afirman y sentencian hoy parece propia de quien no se hace preguntas, porque asume directamente las respuestas que otros le lanzan, como herramientas o como armas.
Hasta la fecha, El Salvador era un destino casi ignorado por el turismo más convencional. El más pequeño de los países centroamericanos, con apenas 21.041 kilómetros cuadrados (un poco menos que la provincia de Badajoz o que la Comunidad Valenciana), ha empezado a despuntar en los últimos años como alternativa a otros rincones más saturados. Con una interesante cultura prehispánica y una naturaleza volcánica tan impresionante como la de sus famosos destinos vecinos (Guatemala, Costa Rica...), El Salvador permanecía en la sombra hasta que llegaron las primeras celebrities de todo el mundo en busca de un rincón discreto para pasar sus vacaciones y de buenas olas para surfear.
És un article de fa gairebé quaranta anys, però està més connectat a la conversa d’ara que a la de 1986. Situem-nos. L’escriptor Manuel de Pedrolo era col·laborador fix de les pàgines d’opinió del diari Avui. El 26 de juny havia publicat un article a propòsit d’un simposi sobre Eugeni d’Ors avalat pel Departament de Cultura. Pedrolo preveia que no trigaria a produir-se una beatificació, perquè les institucions havien optat per repensar Ors explicitant que es faria una valoració asèptica del seu protagonisme en la cultura franquista. S’hi rebel·lava i tornava a fixar la seva posició, aleshores ben excepcional: “Comencem a oblidar què som i què hem estat quan hom vol fer passar per cultura nostra la cultura d’un altre, evidentment la del colonitzador”.
Prosa de combat Manuel de Pedrolo Comanegra 288 pàgines. 22 eurosEl terremoto que sacudió la provincia afgana de Kunar el pasado 31 de agosto, muy cerca de la frontera con Pakistán, dejó más de 1.400 muertos y unos 3.500 heridos en una de las regiones más aisladas de Afganistán. Las labores de rescate continúan, por lo que la cifra de víctimas podría aumentar, al tiempo que se siguen produciendo réplicas de gran magnitud. Entre aldeas reducidas a escombros y caminos bloqueados por desprendimientos, las primeras en llegar han sido organizaciones locales. Vision Development, fundada y dirigida por la joven afgana Madina Mahboobi (Kabul, 30 años) es una de ellas. Con un equipo de 450 personas —muchas de ellas mujeres de las propias comunidades rurales—, la ONG intenta salvar vidas en un contexto marcado por la falta de recursos, la reducción de la ayuda internacional y las restricciones impuestas por los talibanes. “Más allá de todos los desafíos y barreras que encontramos, seguimos operando sobre el terreno”, afirma en una entrevista telefónica la cooperante, que también es miembro del equipo de Naciones Unidas en Afganistán.
“Vivimos con el temor de que, si nos tomamos un día libre, nos sustituya otra persona. Hay otras trabajadoras domésticas que están dispuestas a cobrar menos. Incluso cuando estamos enfermas, nuestros jefes nos piden que vayamos a trabajar y que descansemos después”, dice Sangeeta M., una empleada doméstica de 30 años, que vive en la ciudad de Bangalore, en el Estado meridional de Karnataka, India.
La histórica sicav Torrenova de Inversiones, de la saga de banqueros de la familia March, está de capa caída. Su rendimiento medio anual en la última década ha sido del 1,47%, un nivel insuficiente para cumplir con su mandato: la preservación del capital. El aumento del coste de la vida en este periodo ha sido en España del 2,4%, de media anual, según el INE. Quien invirtiera en 2015 un dinero a través de Torrenova tendría hoy menor poder adquisitivo con ese capital del que tenía al principio.
El viaje al infierno de Dante Alighieri, en la Divina comedia, termina cuando al fin vuelve a ver las estrellas. En la última película de Julian Schnabel también aparecen unas cuantas. Y, de alguna manera, ayudaron al director a dejar atrás su propio abismo. He aquí el homenaje más involuntario del filme al poeta italiano, centro neurálgico del proyecto, titulado In the Hand of Dante. El largo se pasó años sepultado bajo todo tipo de imprevisto y bien pudo haberse quedado para siempre en algún círculo demoniaco. Vio la luz, sin embargo, este miércoles, en el festival de Venecia, fuera de concurso. Y desplegó en la pantalla a sus múltiples astros: Oscar Isaac, John Malkovich, Al Pacino, Gal Gadot, Martin Scorsese, Jason Momoa o Gerard Butler. Algunos ya lo definieron como un filme de culto, antes incluso del estreno. Tras la proyección cabe ponerlo en seria duda. El paraíso se le queda muy lejos. Al menos, eso sí, ha salido del purgatorio.
Las citas de clásicos que Emilio del Río salpica en la conversación son tan apabullantes que no caben en esta entrevista, pero sí en sus libros y en los cursos de oratoria como el que acaba de impartir en la UIMP en Santander, donde le pillamos entre clase y clase. Nacido en Logroño en 1963, este doctor en Filología Clásica, profesor en la Complutense y director de Bibliotecas Públicas del Ayuntamiento de Madrid lamenta el simplismo del discurso político actual.