“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”
“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”
Este jueves se cumple el plazo de un año que la Asamblea General de la ONU le dio a Israel para abandonar Gaza. Lejos de atender ese mandato, la resolución aprobada por mayoría el 18 de septiembre de 2024 ha quedado enterrada bajo los escombros a los que ya se reduce la mayor parte de la franja palestina, prácticamente controlada en su totalidad por el ejército israelí. El inicio de la invasión terrestre de Ciudad de Gaza es el último clavo en el ataúd de la esperanza de que Israel cumpla alguno de los llamamientos de la comunidad internacional para frenar lo que un grupo de expertos de la ONU ya califica de genocidio, con 65.000 palestinos muertos desde el inicio de la invasión, tras la matanza de Hamás en Israel (1.200 muertos), en octubre de 2023.
Carlos Torres está intentando hilar fino con su intento de adquirir el Banco Sabadell. El presidente del BBVA debe pagar lo suficiente para que los inversores del objetivo vendan, pero sin desmantelar aún más la lógica financiera desde la perspectiva de sus propios accionistas. Será difícil de llevar a cabo.
Hace unos meses, Elon Musk escribía en su red social X que Donald Trump estaba en el expediente Epstein pasando de estrecho colaborador a enemigo del presidente. Tras lanzar la bomba, que borraría horas después, el dueño de Tesla perdía decenas de miles de millones de dólares en la cotización de sus empresas en Bolsa. El calentón le había salido caro.
Perder los papelesLa crónica política está llena de salidas de tono como cuando en 2002, al presidente de Uruguay le compararon la situación financiera de su país con Argentina. Jorge Batlle se irritó y dijo ante las cámaras: “Los argentinos son una manga de ladrones, del primero hasta el último”. Tuvo que viajar a Argentina para disculparse.
En 1992, el presidente catalán, Jordi Pujol, advirtió a los hoteleros durante los Juegos Olímpicos: “Si cristaliza en el mundo la idea de que Cataluña es un país muy caro y un poco gitano, lo pagaremos muy caro”, dijo. Después pidió perdón por carta al presidente de la Federación de Asociaciones Gitanas de Cataluña.
El especialista en derecho internacional Philippe Sands dice que el debate sobre el genocidio es una distracción. Señala que hay crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra que pueden ser violaciones más graves que un genocidio. Explica también la dificultad que puede tener probarlo penalmente: la definición legal es, a su juicio, demasiado limitada. En el habla corriente, genocidio es una especie de superlativo. En el caso de Israel, y en concreto de la matanza que el gobierno de Netanyahu está perpetrando en Gaza, el término remite a la Shoá, fuente de legitimidad del Estado; que Israel cometa un genocidio aparece como una impugnación a la totalidad. En el terreno doméstico, el debate a veces interesado (algunos denunciaban la respuesta israelí a los atentados del 7-O antes de que se produjera; otros discuten la categoría, cada vez más apoyada por los expertos, a fin de minimizar la atrocidad) genera enfrentamiento entre personas que están de acuerdo en lo esencial: la necesidad de parar una masacre.
El que acaba de empezar es el primer curso escolar en el que casi todas las comunidades autónomas—menos Navarra (que está ultimando su reforma legal) y el País Vasco— tienen alguna restricción al uso de dispositivos electrónicos, especialmente teléfonos móviles, en los centros educativos de primaria y secundaria.
“Queridos progres, si las armas son tan malas, ¿por qué estoy muerto?”. Este es uno de los muchos memes de humor negro que se han compartido estos días en redes sociales sobre el asesinato de Charlie Kirk. Por supuesto, a mucha gente no le parecerá de buen gusto ni respetuoso, pero el humor macabro tras una tragedia es una constante. Lo ha habido tras asesinatos, atentados y accidentes, y las redes sociales lo único que han hecho es acelerar los ciclos y facilitar que esas ocurrencias no mueran en la barra de un bar.
Mohammed al Dahdouh descarga las pertenencias de su familia, de 15 miembros, desde la parte trasera de un camión en la arena de la playa de Jan Yunis. Con movimientos bruscos, este barbero palestino de 38 años y padre de cinco niños lanza colchones, mantas, bolsas de ropa y enseres domésticos al suelo, en un gesto que refleja más rabia que cuidado hacia unas posesiones que representan los restos de su vida anterior en el barrio de Tel al Hawa, en Ciudad de Gaza. “Dios nos basta”, repite una y otra vez, con una voz que resuena en la playa, donde otros miles de familias desplazadas intentan levantar refugios improvisados tras no haber conseguido ni siquiera un pequeño terreno para instalar su tienda. “Por favor, cálmate. Por los niños, te necesitan”, le suplica su esposa, Mariam, de 35 años, que se sienta en la arena y abraza a su hija menor, Mais, de seis.
Confieso que esta semana estoy desconcertada; desconocía la pasión que los sectores más conservadores profesan por Eurovisión y el agujero que les causará en la agenda y en el corazón no escuchar a mediados de mayo si Guayominí nos otorga deux points. También me sorprenden los que, ante las protestas durante la Vuelta, piden que no se politice el deporte, porque son los mismos que no ven ningún problema en que tantos países de Oriente Medio utilicen petrodólares manchados de sangre para blanquear sus dictaduras con fastuosos eventos deportivos. Igual es que eso no es política también.
“La masacre de civiles debe parar en Gaza. Y los civiles palestinos no son terroristas”. Por primera vez con esa contundencia, aunque no llegara a hablar de genocidio, se expresó este miércoles Alberto Núñez Feijóo desde la tribuna del Congreso. Hasta este miércoles, el líder del PP había llegado a cuestionar como “inaceptable” la ofensiva de Israel en Palestina, pero evitaba los calificativos gruesos, como el de “masacre”, que ayer sí utilizó. La única referencia de Feijóo a Hamás fue para pedir que no forme parte del “futuro”. El líder del PP no ha tenido más remedio que endurecer su posición contra Benjamín Netanyahu mientras Europa discute si rompe relaciones comerciales con Israel y Pedro Sánchez ha logrado situar Palestina en el centro del debate político en España. Génova admite que el PP está atrapado en medio de “una pinza” entre el Gobierno y Vox, de la que trata de escapar, mientras Feijóo hace frente también a la división interna con el ala dura del PP defendiendo a Israel.
La redacción de À Punt, la televisión autonómica valenciana, está alterada por un vídeo que puede ser relevante en la causa de la dana y truncar el relato oficial de los hechos. Se ha abierto una investigación interna para averiguar quién sustrajo y filtró, según la terminología empleada por la cadena, el sonido del vídeo que grabó la tarde del 29 de octubre en el Cecopi, el organismo gestor de la emergencia de las inundaciones que se llevaron por delante la vida de 228 personas. Las imágenes se conocían, porque fueron difundidas y pactadas como un mudo para ilustrar informaciones, pero el sonido no.
Hace veinte años, cuando Harry Frankfurt nos regaló su pequeña joya filosófica Sobre la “mierda de toro” —perdónenme la traducción directa, pero creo que es la única honesta—, el mundo parecía un lugar más predecible. Más ingenuo, tal vez. Creíamos todavía que las mentiras tenían una forma reconocible, que la verdad y la falsedad eran territorios claramente delimitados, como esos mapas antiguos donde lo desconocido se marcaba simplemente como “aquí hay dragones”.
La etnóloga digital Sherry Turkle dice que los móviles han cambiado nuestras mentes y nuestros corazones porque nos ofrecen tres fantasías muy gratificantes: “Podemos obtener atención constante, siempre va a haber un foro en el que ser escuchado y nunca tendremos que estar solos. Las dos primeras necesidades se satisfacen a través de las redes sociales, pero la tercera es la que nos está llevando a situaciones emocionales de graves consecuencias”. Este mundo conectado es cruel por naturaleza. La democratización del acceso a internet no creó un mercado emocional perfecto, porque los 5.500 millones de personas conectadas jamás van a recibir la atención simétrica de los 5.500 millones. Así es la naturaleza humana y así es el negocio de las redes, que no fue creado para hacernos felices sino adictos. El día a día está lleno de comunicaciones fallidas que alteran a los egos más frágiles: los correos no se contestan, los mensajes de WhatsApp quedan sin respuesta, por cada “me gusta” hay otros cien que no suceden, unos pocos seres concentran todas las miradas. El rechazo emocional es, más que un accidente, un pilar de este sistema donde la desigualdad no es solo económica, sino atencional.
“Voy a salir a comer un bocadillo y a comprar medicamentos en la farmacia. Vuelvo pronto”. Corrían las tres de la madrugada del 18 de marzo de 1976 en Buenos Aires y Tenório Jr. escribió a mano esta frase en una nota que dejó en la habitación. El pianista brasileño se encontraba en el hotel Normandie, ubicado en Rodríguez Peña 320, a pocos metros de la avenida Corrientes, eje central de la zona de bares y espectáculos porteños, cuando salió a la calle sin preocupaciones y orgulloso: la noche anterior había deslizado sus dedos con frenesí y elegancia por las teclas de su piano para tocar en el teatro Gran Rex con Vinícius de Moraes y Toquinho, dos de las figuras más importantes de la música de su país. Un concierto de primer nivel en una sala de primer nivel, que daba buena cuenta de su talento, reconocido desde hacía tiempo en el jazz brasileño por saber incluir en la bossa nova el nervio del bebop. Ritmo, clase y modernidad. Tenório Jr. era un hombre que representaba los nuevos tiempos en la cultura de todo el continente americano. Sin embargo, aquella nota fue lo último que se supo de él. Nunca más volvió. Fue secuestrado y asesinado por militares argentinos. Durante décadas, nadie supo dónde estaba su cuerpo.
Isabel Díaz Ayuso visitó a Federico Jiménez Losantos este lunes. Fue su tercera entrevista a un medio nacional en ocho días. A los tres segundos, la presidenta madrileña lanzó un mensaje que ocupó gran parte de la información de la jornada y justo a la misma hora que el presidente Alberto Núñez Feijóo y el alcalde José Luis Martínez Almeida daban un desayuno informativo en la capital al resto de medios. Ayuso enseguida describió lo que sucedió el domingo:
Un agujero se ha ido abriendo silenciosamente en los últimos años en el sistema educativo español, especialmente en la enseñanza pública. El número de alumnado con necesidades de apoyo educativo, una categoría oficial que engloba a los estudiantes con discapacidad, con dificultades de aprendizaje (como la dislexia y el trastorno por déficit de atención con hiperactividad), así como a chavales llegados de otros países que desconocen el idioma o se hallan en situación de vulnerabilidad socioeconómica, ha aumentado un 75% desde el curso 2017-2018. Ha pasado de 621.000 a más de un millón, según el informe de inicio de curso elaborado por Comisiones Obreras, que se basa en las estadísticas del Ministerio de Educación. El presupuesto específico para atenderlos ha crecido, en cambio, mucho menos: apenas un 31%, debido, sobre todo, a la insuficiente inversión de las comunidades autónomas. La consecuencia, advierte el sindicato y coinciden docentes, orientadores y familias, es que la atención que reciben es, en muchos casos, pobre, y que el cansancio y la frustración se extiende entre las plantillas de escuelas e institutos.
El idilio que vivían los inversores con Argentina desde la victoria de Javier Milei en noviembre de 2023 está atravesando por su peor bache. El índice Merval, que agrupa a más de una veintena de grandes empresas del país, cae en lo que llevamos de año alrededor de un 30%, lo cual coloca a la Bolsa local como la peor del mundo en estos ocho meses y medio que llevamos de 2025.
“Te seguiría como un perro hasta el fin del mundo”. Si no la pronunciase Jacob Elordi, esta cita sería cuestionable. Pero el joven galán consigue que suene hasta actual en el criticadísimo tráiler de la nueva adaptación de Cumbres Borrascosas, que llegará a comienzos de 2026. Dejando a un lado la polémica de que el Sr. Heathcliff no sea interpretado por un actor racializado, lo más curioso es que una frase como esa no desentone en pleno 2025. Todo lo contrario, parece incluso que estas declaraciones de amor sean tendencia gracias al regreso de las comedias románticas y los dramas de época. En la reciente Materialistas, el clímax llegaba cuando el personaje de Cris Evans declamaba: “Cuando te miro a la cara, veo arrugas y niños correteando a tu alrededor”. Un cita que casi podría salir de la boca del Sr. Darcy de Orgullo y Prejuicio, teniendo en cuenta que la directora ha reconocido la influencia directa que tuvo de la obra de Jane Austen. Ante este desfile de galanterías, cabe preguntarse: ¿vuelve a estar de moda el hombre romántico?
La Reserva Federal de Estados Unidos recortó ayer un cuarto de punto los tipos de interés hasta situar el índice de referencia en la banda del 4%-4,25%, una decisión que según la jerga de los economistas estaba descontada por los mercados desde que su presidente, Jerome Powell, dejara abierta esa posibilidad el pasado agosto en el tradicional encuentro veraniego de Jackson Hole. Se trata del primer recorte de tipos de la autoridad monetaria estadounidense en lo que va de año pese a las incesantes presiones que, desde su toma de posesión en enero, el presidente Donald Trump ha ejercido sobre la entidad para que abaratara de forma contundente el precio del dinero. En su afán por conseguirlo ha llegado a amenazar con despedir al propio Powell he intentado destituir, de momento sin éxito, a una de sus gobernadoras, Lisa Cook.