“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”
“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”
Hasta hace no mucho los guardianes del patrimonio vivían de cara a los monumentos y de espaldas a la sociedad. Historiadores del arte, arquitectos, arqueólogos o restauradores han velado con rigor, sentimiento y ahínco para que la preservación de edificios, monumentos, esculturas o antigüedades con cientos o miles de años permanecieran en el mejor estado posible a pesar de la erosión del tiempo o la suciedad y el vandalismo generado por los seres humanos. Lo cierto es que la rentabilidad del turismo y de las acciones de marketing inmersivas han provocado el aumento de las interacciones humanas con el patrimonio convertido en reclamo publicitario.
Cuatro trabajadores fallecieron hace dos semanas en Madrid al derrumbarse un edificio en obras. Es una de las últimas tragedias que vuelve a poner dramáticamente nombres a un problema en el que España sigue lamentablemente lejos de los países europeos más avanzados: la elevada siniestralidad laboral, muy especialmente en la construcción. La estructura de la economía española, con un peso cada vez mayor de los servicios, debería favorecer la tendencia a la caída de la siniestralidad, incluso en un contexto de creación de empleo. Entre enero y agosto pasados, murieron durante su jornada laboral 398 trabajadores, un ligero descenso del 1,8% con respecto a igual periodo de 2024. Sin embargo, los fallecidos en la construcción subieron un 21,5% hasta sumar 113, más de un muerto cada tres días y la cifra más alta desde 2020 en este sector. En conjunto, la tasa de accidentes mortales se sitúo en España en 2023 en 1,71 por cada 100.000 trabajadores, frente a una media europea de 1,76. Es una tasa mejor que la de Italia, pero lejos de economías como Países Bajos o Alemania, el nivel que hay que ambicionar.
El equipo de gobierno de Jaume Collboni busca, este martes, un acuerdo en el tiempo de descuento para encarrilar las obras que permitirán unir el tranvía por la Diagonal. El PSC lleva a votación, en la Comisión de Urbanismo del Ayuntamiento de Barcelona, dos puntos básicos para instalar un colector y urbanizar la calle por donde la Autoridad del Transporte Metropolitano colocará, posteriormente, las vías del tranvía. Sin acuerdo en la Comisión, no hay urbanización y, por ende, tampoco tranvía. Barcelona cuenta con 41 concejales en el Ayuntamiento. Junts (11 concejales), PP (4) y Vox (2) ya han anunciado que votarán en contra de esas propuestas por lo que hay asegurados 17 votos contrarios a la urbanización. El PSC (10) cuenta con los votos de ERC (5) pero, cuando solo faltan unas horas para que se celebre la comisión, BComú (9) no ha decidido su voto. Todo apunta a que votarán a favor, pero la decisión es un tanto impredecible. Fuentes del partido aseguran que no les regalarán la aprobación de la urbanización de la Diagonal sin tener algunos compromisos en los presupuestos y ordenanzas fiscales de 2026.
La polémica sobre la próxima subida de cuotas sociales a los trabajadores autónomos vivió este lunes un nuevo capítulo que ha clarificado algo más el horizonte de pagos del colectivo para el año próximo. La nueva propuesta del Gobierno para subir estas cuotas en 2026, que rebaja notablemente el primer planteamiento que hizo Seguridad Social, incluirá una congelación de las cuotas para alrededor de 1,4 millones de autónomos, según los datos que maneja el ministerio. En concreto, la medida se dirige a aquellos encuadrados en los tres tramos de la denominada tabla reducida de cotización, porque declaran ganar menos de 1.166,70 euros al mes (14.000 euros al año), tal y como avanzó este lunes la ministra de Seguridad Social, Elma Saiz, en una entrevista con EL PAÍS.
Un fallo de cálculo político de libro. Esta es la idea que se ha instalado en todo el Gobierno, tanto en el sector socialista como en el de Sumar, sobre el último incendio del Ejecutivo, esto es su enfrentamiento con los autónomos por las subidas de cuotas, que empezó a controlarse este lunes con una rectificación en toda regla de la ministra de Seguridad Social, Elma Saiz.
Las primeras pintadas que aparecieron en los muros del colegio privado concertado Irlandesas de Loreto de Sevilla -pocas horas después de que la Junta de Andalucía confirmara que la dirección no había activado el protocolo antiacoso en el caso de Sandra, la alumna que se quitó la vida tras haber denunciado en dos ocasiones bullying por parte de tres compañeras del centro- eran genéricas. Se dirigían a sus responsables y pedían justicia. Después del fin de semana, a esas advertencias -que se han multiplicado- se han sumado los nombres de esas niñas, todas menores de edad, junto al apelativo asesinas. Ese señalamiento también se ha trasladado a otros muros, los de las redes sociales, donde distintos perfiles, todos anónimos, han publicado sus fotos, sus apellidos e incluso las direcciones. La Fiscalía de Menores, que ha abierto un expediente de reforma sobre las presuntas implicadas, aún no ha recibido el informe policial con su identificación; en las paredes de su centro y en el ciberespacio, ya han sido condenadas.
Durante su VI Congreso, celebrado en Moscú en 1928, la Internacional Comunista aprobó la doctrina de “clase contra clase”, según el cual la revolución sólo podía triunfar si el proletariado rompía toda vía de entendimiento con el resto de clases sociales. En la medida en que los partidos socialdemócratas mantenían relaciones con fuerzas burguesas, no cabía colaboración alguna entre comunistas y socialdemócratas. Esta política de la intransigencia conducía a un enfrentamiento definitivo entre el proletariado y todas las demás clases. La socialdemocracia pasó a ser considerada no solo parte del enemigo, sino uno de sus elementos más peligrosos.
No sé si lo recuerdan ustedes, porque fue antes del verano, ergo hace cinco siglos (desde la pandemia andamos con la noción del tiempo averiada), pero este año nos quedamos sin corriente un día entero. Digo yo si es por eso que el presidente del Gobierno, quien aquel día no tranquilizó a la opinión pública hasta casi el atardecer (cuando el claroscuro ya jugaba con el ánimo de las familias y el Consejo de Ministros empezaba a parecer un cuadro de Caravaggio), salió ayer a primera hora del lunes a insinuar que nos va a devolver horas de luz.
El juez del Tribunal Supremo Leopoldo Puente ha dado este lunes un paso más en su investigación y ha citado por primera vez a cargos del PSOE para que declaren como testigos e intenten aclarar los pagos en efectivo de la formación a José Luis Ábalos y su hombre de confianza, Koldo García. Fuentes de Ferraz garantizan la “total colaboración con la justicia” del partido y aseguran que el PSOE ha recibido el requerimiento con “tranquilidad”. “No existe la financiación ilegal”, insisten las mismas fuentes en referencia a las pesquisas del Tribunal Supremo sobre esos desembolsos en metálico y después de negarse el exministro y su asesor la semana pasada a dar explicaciones ante el juez, acogiéndose a su derecho a no declarar tras los indicios de la Unidad Central Operativa (UCO) sobre ingresos “irregulares y opacos“.
“Dimite o te haremos dimitir”, “rata”, “zorra”, “hija de puta vendida”, “dios te reprenda”, “chaquetero”... En estos términos se reproducen cientos de mensajes recogidos entre abril y junio contra los eurodiputados Nora Junco y Diego Solier, acusados por el líder de su partido Luis Pérez (conocido como Alvise) de haberse entregado a un lobby armamentístico. El Tribunal Supremo ha abierto una causa, la cuarta, contra el fundador de Se Acabó La Fiesta (SALF) por coacciones, amenazas y revelación de secretos tras instar a los votantes a “perseguir” a sus dos excompañeros. Las diligencias revelan que tuvieron que restringir sus redes sociales y cambiar de teléfono móvil.
Los médicos de algunos centros de salud de la Comunidad de Madrid que piden una ecografía para sus pacientes no consiguen que les citen. No es que se encuentren con grandes demoras (que también): cuando los administrativos intentan fijarles una fecha, se encuentran que las agendas están cerradas. Los pacientes se van a su casa sin cita y sin formar parte de las listas de espera oficiales.
Los museos son mucho más que lugares en los que se exponen obras de arte. Su poder simbólico es enorme. Cuando estalló la Guerra Civil española, los cuadros del Museo del Prado fueron evacuados y acabaron en Ginebra, en la Sociedad de Naciones, que los devolvió acabado el conflicto. Durante la Segunda Guerra Mundial, Rosa Valland, conservadora del Jeu de Paume, que entonces atesoraba a los impresionistas, se dedicó a inventariar las obras robadas para que pudiesen ser localizadas tras la derrota de los nazis. Su hazaña inspiró la película El tren, una obra maestra de John Frankenheimer, que relata cómo los trabajadores de los ferrocarriles franceses se coordinaron para impedir que un convoy cargado de obras de arte saliese del país hacia Alemania. Para ellos, evitar ese robo masivo de arte era salvar la memoria de un país que estaba sometido al yugo del nazismo y a la inmundicia de la colaboración.
Jesús Nebreda (Madrid, 38 años) salvó su vida por estar en su habitación y no en el salón de su casa. El domingo 20 de abril le despertó un fuerte estruendo a las seis de la mañana. Lo primero que vio fue una nube de polvo en suspensión y cuando llegó a la sala de estar, comprobó que se había desplomado parte del hostal ilegal (o piso turístico, a efectos prácticos) situado encima de su vivienda, aplastando todo lo que tenía debajo. “Esa semana había estado en ese salón con mis amigos. Pensé que podían estar muertos”, cuenta. El edificio entero, ubicado en el número 18 de la cuesta de Santo Domingo ―en pleno centro de Madrid― fue desalojado en cuestión de minutos. El hostal tiene 10 habitaciones, 10 baños, ninguna licencia de actividad válida y una orden de cese de 2024 que el Ayuntamiento de Madrid nunca ha llegado a ejecutar. Desde el área municipal de Urbanismo alegan que “lleva un procedimiento que aún está en curso” y que “falta estudiar las alegaciones presentadas por el interesado, ordenar mediante resolución el cese, comprobar con policía su incumplimiento e iniciar medidas de ejecución forzosa”.
España está a la cola de los países europeos en gasto público en vivienda. Esa es una realidad conocida entre los poderes públicos y el sector inmobiliario, pero que el lobby del alquiler residencial propone que se reconduzca a través del Plan Estatal de Vivienda 2026-2030 que el Gobierno presentó el pasado mes. Concretamente, la cifra debería multiplicarse por prácticamente seis veces hasta llegar a los 8.000 millones de euros al año para llegar a la media europea, o lo que es lo mismo 40.000 millones en cinco años frente a los 7.000 millones que propone el plan del Ejecutivo.
El 5 de abril de 1986 se produjo uno de los episodios más infames de la historia de la televisión, cuando Serge Gainsbourg le dijo a Whitney Houston: “¡Quiero follarte!”. El programa era Champs-Élysées, el late show de máxima audiencia en Francia, y la cantante estadounidense era aún desconocida en Europa todavía. Lo que no se recuerda tanto es que, justo antes del incidente, la artista interpretó en el plató Saving All My Love For You. Fue el primer single con el que obtuvo el número 1 en EE UU (concretamente, el 26 de octubre de 1985) y su historia es más compleja de lo que su tono meloso podría indicar.
Estamos rodeados de contenidos, ese vocablo que se ha establecido para referirse a cualquier tipo de producto cultural: canciones, libros, películas… Todo es contenido y, en medio de la feroz competencia por dominar el mundo cultural, no paran de surgir propuestas que acaparan toda la atención y de las que todo el mundo habla. Ante esto algunas personas simplemente dicen: “No”. Quizá todos lo hacemos en algún momento. Cuando un libro se convierte en fenómeno editorial, cuando una canción pone la banda sonora a miles de vídeos en TikTok o el nuevo episodio de una serie es el tema de conversación en todas partes. No son pocos los que reaccionan con una especie de “alergia a lo popular” y deciden no leer, no escuchar y no saber. El entusiasmo colectivo les hace cerrarse en banda.
El triunfo de Rodrigo Paz en las elecciones presidenciales de Bolivia abre un nuevo episodio en la historia política del país andino. Paz asume la presidencia de una nación que, tras casi dos décadas de hegemonía del Movimiento al Socialismo (MAS) de Evo Morales, enfrenta el desafío de reinventarse y de reconciliarse consigo misma. Su llegada al poder, clara y contundente, ofrece a un país herido por la fractura política y social una oportunidad de recomposición nacional, de mirar hacia adelante en lugar de quedar atrapado en las fracturas del pasado. El reto es enorme, pero también lo es la esperanza de que Bolivia pueda, por fin, encontrar un camino de estabilidad y crecimiento después de tantos años de desencuentros.
Es sábado y Hassan ha venido a mi casa para celebrar el “alto el fuego en Gaza” recientemente anunciado. Desde que llegó a España hace más de año y medio, apenas hemos tenido tiempo de vernos. Nada más llegar pasó a formar parte del Programa de Protección Internacional para solicitantes de asilo y, tras seis meses de apoyo económico y alojamiento por parte del Gobierno, ha regresado a Madrid en busca de trabajo. Cada paso que ha dado desde que llegó, ha estado condicionado por la distancia y el sufrimiento que lo separa de los suyos.
La palabra rehén proviene de una derivación del árabe al español, como tantas otras que utilizamos hoy. La salvaje mañana de terror desencadenada el 7 de octubre de 2023 terminó con un número elevado de inocentes tomados como prisioneros por Hamás. Desde el primer instante se impidieron las investigaciones sobre la inacción de las fuerzas de seguridad de Israel en un tormento que se prolongó siete horas sobre vecinos y asistentes a un concierto de música electrónica. Liberar a esos rehenes, en contra de lo que venía siendo doctrina principal en Israel, no se convirtió en la prioridad del Gobierno de Netanyahu. La obsesión por conservar el poder y evitar ser escrutado críticamente ante el error garrafal de seguridad y reacción llevó a la coalición ultra a primar la venganza militar desmesurada sobre cualquier otra intención. Los dos años de masacre indiscriminada de civiles fueron una respuesta inaceptable a un ataque terrorista. El castigo a familias, médicos, informadores y cooperantes, la utilización del hambre y el desplazamiento, incluso de la entrada de ayuda y el reparto de comida como métodos de humillación, ha hundido la imagen de Israel en el mundo entero.
¿Puede un presidente ser Mandela en política exterior y Berlusconi en política doméstica? ¿Puede un presidente desmantelar la democracia en su país y construir la paz en el mundo?