“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”
“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”
La declaración como testigo este lunes en el juzgado de Catarroja (Valencia), que investiga la dana, de Maribel Vilaplana, la periodista que comió con el president Carlos Mazón mientras se inundaba la provincia de Valencia, deja pocas claves de lo que sucedió en esas horas oscuras y mantiene un reguero de incógnitas sobre qué ocurrió la tarde de la tromba que provocó 229 muertos el 29 de octubre de 2024. Estas son las ideas más relevantes de la comparecencia de cuatro horas:
El PP es como Mr. Bean: tiene una capacidad inagotable de estropear todo lo que toca. La diferencia es que la torpeza del PP no hace reír a la audiencia. Y dudo que tenga un final feliz.
La política es el intento de equilibrar los riesgos del futuro con las premuras del presente, los intereses de las generaciones venideras con las actuales, las escuelas y las residencias, las amenazas posibles con los apuros reales, el fin del mundo con el fin de mes. El problema es que ese futuro al que nos encaminamos es un desastre, pero seguimos aferrados a un presente que no estamos dispuestos a sacrificar para hacer viable un futuro incierto e incalculable.
¿Cómo era su cuarto de la infancia? Para todo diseñador esta pregunta es relevante. Para Gustaf Westman (31 años, Suecia) es imprescindible. Con formas exageradas y colores chillones, todos sus objetos respiran la libertad con la que un niño decoraría su cuarto. “Mi habitación estaba siempre llena de muchos juguetes y todo tipo de cosas raras y coloridas”, contesta cansado desde Nueva York. Este 2025 está siendo su año: lleva unas semanas en Estados Unidos para presentar su primera colaboración con Ikea, pero antes había pasado el verano inmerso en una gira europea en el que saltaba de ciudad en ciudad, incluida Madrid, para montar tiendas efímeras en apartamentos privados y así acercarse a sus fans.
Cuando la Sareb nació en 2012, lo hizo bajo la premisa de ser una pieza clave en la gestión de la crisis financiera y en la limpieza de los balances bancarios tras estallar la burbuja inmobiliaria. La creación de un banco malo para asumir los activos tóxicos inmobiliarios se hizo bajo la insistencia del Gobierno presidido entonces por Mariano Rajoy en que la iniciativa no costaría nada al contribuyente. Como nos temíamos, no va a ser así. Serán los ciudadanos los que acaben pagando una factura que no bajará de 16.500 millones de euros cuando se proceda a la liquidación de la empresa pública, en 2027.
Primera escena: se alarga una sobremesa. De esas en las que juegas con las migas del pan que sobró y cuentas las manchas de vino tinto en el mantel. De vez en cuando, oyes el tintineo de una copa. Y en algún momento, alguien saca el tema. Sea quien sea. Y como quien da un golpe sobre la mesa, alguna voz dice: “Pues que ganen cuanto antes, y así antes se irán”.
Hay muchas teorías sobre en qué consiste la cualidad principal que lleva a un partido a ganar las elecciones en España y le permite formar gobierno. Hay quienes sostienen que a la izquierda lo que le resulta indispensable es la unidad. Lograr la unidad es precisamente lo que peor se le da a la izquierda. Otros afirman que la derecha solo gana cuando es capaz de ocupar el centro. Pero, ay, cuántas veces el centro se les queda demasiado lejos y la derecha tan solo sabe ser derecha y nada más. Sea como sea, los españoles lo que valoran mucho es la estabilidad. Pero con la actual fragmentación del voto y los intereses regionales a veces indiferentes a una causa común, esa estabilidad tan apreciada es utópica. Vivimos en un tiempo en que la inestabilidad política es de vértigo, con unas alianzas puntuales cada vez más difíciles de trenzar en las votaciones parlamentarias. Y me temo que en los gobiernos autonómicos, donde también asistimos a constantes episodios de pactos y rupturas, nuestra anhelada estabilidad nos queda bien lejos.
En esa película sobre una menor de edad que quiere meterse a monja de clausura que tiene a las mujeres de todo el país con las lenguas echando chispas (Alauda que estarás en los cielos) la adolescente aspirante a novicia le pregunta a una de las religiosas veteranas qué es lo que más añora de la vida en el exterior. Esta le dice con un delicioso acento ecuatoriano algo así como: “Echarme perfume. Uno de esos buenos, caros”. Al escucharla, se me empañaron los ojos y metí la cabeza en la lana del jersey para que nadie me viese llorar (qué bien olía; esa misma tarde yo me había puesto uno de esos afeites concebidos para la seducción). Al salir del cine, sin embargo, había en el aire una fragancia como de castañas asadas y musgo. Recordé cuando en la pandemia perdimos el olfato y comprendimos que no se puede dar ningún placer por sentado. El otoño es esa estación en la que las hojas podridas se funden con el micelio y todo empieza a atufar a melancolía pero también a vida. Paseando por la ciudad, me sentí arrebatadamente libre, ergo afortunada, y me dieron ganas de ponerme a dar vueltas sobre mí misma como hizo Julie Andrews en los Alpes, cuando comprendió que las colinas estaban vivas con el sonido de la música, es decir, que pronto dejaría de ser la hermana María y por fin se podría follar sin culpa al capitán Von Trapp. En Sonrisas y lágrimas, el cabeza de familia parte en dos una esvástica y le arranca la vocación de cuajo a una monja. Si no fuese porque esta última acaba siendo su cocinera y la niñera de sus hijos a perpetuidad, diría que es una película perfecta sobre el valor de la libertad. Es sorprendente que, justo ahora que las noticias parecen pasajes del Apocalipsis de San Juan, a la gente le haya dado por lo contrario: los hombres coquetean con nazis, y las mujeres sueñan con recluirse. El miedo produce pulsión de muerte, con el fin del mundo tan bueno que se había quedado para el amor. Son inescrutables los caminos del Señor.
Hubo un tiempo en que los televisores solo emitían por dos canales y las cosas eran de fresa, vainilla y chocolate. El mundo era sencillo y tirábamos p’alante. Entonces anhelábamos disponer de 40 canales de televisión por cable y franquicias de todo tipo de comida internacional que nos salvasen del aburrimiento ibérico del bistec con patatas y la trucha con beicon. Todo eso llegó. Pero hoy la cosa se ha ido de madre: caminando por la ciudad el abanico multicolor de las posibilidades del consumo, más que maravillarme, me abruma y me produce unas ganas irrefrenables de irme a casa a refugiarme bajo la manta.
El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha respondido por carta a la hermana de Xosé Humberto Baena, uno de los cinco últimos fusilados del franquismo, en septiembre de 1975. En su misiva, Flor Baena rogaba al presidente de los populares que enviara a un representante del partido al acto que, con motivo del día oficial en recuerdo de las víctimas de la Guerra Civil y la dictadura, se celebró en el Congreso de los Diputados. Se trataba de una conversación entre los escritores Aroa Moreno Durán y Roger Mateos, que han investigado esos últimos fusilamientos del franquismo, pero la portavoz parlamentaria del PP, Ester Muñoz, afirmó que la formación no iba a “convertir en héroes a cinco terroristas”. Baena fue fusilado junto a Ramón García Sanz y José Luis Sánchez Bravo, miembros, como él, del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP), y Ángel Otaegui y Juan Paredes, Txiki, de ETA. A los tres miembros del FRAP los habían condenado, en un consejo de guerra sumarísimo que aplicaba de forma retroactiva la ley antiterrorista, por el asesinato de un policía y un guardia civil. A sus abogados los echaron de la sala porque, según denunciaron después, no tenían “una sola prueba”. Christian Grobet, observador de la Liga Internacional para la Defensa de los Derechos Humanos que logró colarse en el juicio, calificó el proceso de “simulacro” y “farsa siniestra”. La dictadura, en sus estertores, tampoco permitió que declarase una testigo que exculpaba a Baena.
La continuidad de Aranjuez (Madrid, 62.300 habitantes) como Paisaje Cultural de la Lista del Patrimonio Mundial de la Unesco peligra por el proyecto de construcción de cuatro plantas solares en su término municipal, según un informe de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando al que ha tenido acceso EL PAÍS. El documento de su Comisión de Monumentos y Patrimonio Histórico, firmado por los académicos Pedro Moleón y Antonio Almagro, recuerda que la ciudad y su entorno lograron esa distinción mundial en 2001 por su “valor universal excepcional”, algo que queda en el aire si se construyen las cuatro megainstalaciones. Por eso, los académicos instan a la Comunidad de Madrid y al Ministerio de Cultura a que tomen medidas inmediatas para impedirlo.
Son como la aldea gala de Astérix y Obélix, versión Comunidad de Madrid. Solo un colegio público de toda la región resiste firme a la orden del Gobierno autonómico, presidido por Isabel Díaz Ayuso, de apagar las pantallas de todos los dispositivos electrónicos a partir del curso 2025-2026. Se trata del CEIP Fregacedos. Está en Fuenlabrada. Tiene menos de 500 alumnos. Apenas unas 200 familias que llevan a sus hijos a Infantil y Primaria. Pero su AMPA ha movido todos los recursos posibles, del Ayuntamiento de su ciudad a la federación Giner de los Ríos, para llevar el decreto a los tribunales, porque es una institución pionera en implantar una metodología educativa con Ipad. Ningún otro centro público se ha querido unir. Eso les deja solos en una batalla desigual. Pero acuden convencidos: defienden, dicen, su libertad de elegir cómo educar a sus hijos, y critican que se les “infantilice” como padres. Y no, aunque parezca sorprendente, a ellos tampoco les gustan las pantallas.
El mundo atraviesa una “emergencia de desigualdad”. Esa es la principal advertencia del primer informe sobre desigualdad, encargado por la presidencia del G-20. El estudio, presentado este martes, aporta nuevas cifras que ejemplifican el alcance de esta problemática y propone la creación de un panel internacional e independiente sobre desigualdad que oriente las políticas públicas.
La Agencia Tributaria estrecha la vigilancia sobre las sociedades de capital riesgo, un instrumento que se ha erigido en una fórmula habitual de las grandes fortunas para reducir su factura fiscal. Bajo ciertos criterios, estos vehículos pueden quedar eximidos de la tributación del Impuesto de Patrimonio. Pero la sospecha de irregularidades se ha disparado, al mismo tiempo que su número: su cuantía desde el cierre de 2017 se ha quintuplicado hasta las 545, poco después de que la banca privada encajara el golpe regulatorio a las sicavs.
A los 12 años Gonzalo Celorio (Ciudad de México, 77 años), el hoy flamante Premio Cervantes 2025, compró su primer libro, el primero al que le puso su nombre y firma con su puño y letra, un libro que le dio estrella a su casa biblioteca inclinada a la novela hispanoamericana, pero, sobre todo, que fue una declaración de amor a la palabra. Ensayista, narrador, profesor de la Universidad Autónoma de México desde 1974, donde también fue estudiante en la Facultad de Filosofía y Letras, ha sido director del Fondo de Cultura Económica y director de la Academia Mexicana de la Lengua. Un hombre interesado también por la historia de las palabras en español, refrendó su amor por ellas en su ingreso a la Academia: “Las palabras que nos definen y que nos hacen trascender, las palabras que heredamos y que, revitalizadas, habremos de heredar, las palabras de las que nos enamoramos y las que nunca podremos domesticar. Hablar de las palabras es tan regocijante como discurrir sobre la dilatada elaboración del mole negro mientras se enrolla en la palma de la mano una tortilla protocolaria; como ponderar los atributos prodigiosos del agave azul mientras se apura un caballito tequilero”, y ese lugar desde donde habla, el español, se piensa y escribe desde México.
Alicia Valdés dispara muchas ideas interesantes, pero hay una que repite como una alerta que conviene observar: cuidado con culpar a los jóvenes del auge de la ultraderecha como se les culpó del contagio del covid, porque el problema no está en ellos. La politóloga y doctora en Humanidades asturiana, aunque nacida en Madrid en 1992, autora de Política del malestar (Debate) y comisaria de ágoras de pensamiento en La Casa Encendida, ha elaborado el ensayo sonoro Imaginación política, parte del proyecto Archivo Sonoro de Presentes Deseables, que trata sobre qué vidas vivibles somos capaces de imaginar. Con sorpresas.
Haitham Bin Tariq al Busaid, sultán de Omán, llegó a España este lunes en visita de Estado hasta el miércoles. Se trata de la primera visita del más alto de nivel que reciben los Reyes, Felipe VI y Letizia Ortiz, en dos años, cuando en mayo de 2023 fueron los anfitriones del presidente de Colombia, Gustavo Petro. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, recibirá también al sultán, como es habitual en una visita del más alto nivel diplomático, que pretende estrechar las relaciones entre los dos países.
Las olas de incendios se suceden en Galicia, pero sus lecciones no se aprenden. Lo recuerda estos días el chapapote del monte que corre ladera abajo por las sierras carbonizadas de Ourense. Las lluvias se han demorado, pero siempre llegan. Y pese a la experiencia de otras catástrofes y los buenos propósitos expresados por Xunta y Gobierno cuando se dio por acabada la crisis incendiaria de agosto, los regueros de cenizas y lodo ya están aquí y han empezado a contaminar las aguas de municipios afectados.
Tras innumerables retrasos forzados por el cambio de rumbo político en el bloque comunitario que aleja la agenda medioambiental de la lista de prioridades, los ministros europeos de medio ambiente y clima tienen este martes la última oportunidad, antes de la cumbre del clima (COP30), que comienza dentro de dos días en Brasil, de llegar con los deberes hechos. Eso es cerrar, de una vez, tanto la reforma de la Ley Europea del Clima, que fije en la reducción de las emisiones de efecto invernadero en un 90% para 2040 en relación con los niveles de 1990, como el plan que establece los objetivos climáticos hasta 2035. España encabeza un grupo de países que busca mantener la ambición climática de la UE en la cita clave de este martes en Bruselas.