“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”
“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”
El colega Isaías —compartimos tertulia en el programa La Ventana, de Carles Francino, en la cadena SER— recibe en su casa, un coqueto chalé de una antigua y plácida colonia de casitas bajas que sobrevive entre las impersonales torres y el caótico tráfico del centro de Madrid. “La compré hace muchos años, ahora no podría pagarla”, aclara, por si las moscas, ante las caras de envidia de la visita. Dentro, recuerdos de toda una vida personal y profesional vinculada con la radio y la palabra: vetustos transistores, ediciones antiguas de títulos clásicos y el mismísimo luminoso de “Silencio, estudios” que presidía la sede de la SER en la segunda planta de la madrileña calle Gran Vía, 32, antes de ser remodelada y trasladada a la octava. Ahí, en el estudio central, codo con codo con el jefe, Francino, en la casa donde lleva trabajando cuatro décadas, desde los 22 años, recibió hace unos días la noticia en voz de Iñaki Gabilondo de que había ganado un premio Ondas a toda su carrera. Su cara fue un poema.
EL HIJO DE ÁNGEL Y ÁNGELESA Isaías Lafuente Zorrilla (Palencia, 61 años) le puso el nombre su padre a espaldas de su madre. Después de traer al mundo a otros 11 hijos y no haber conseguido que su esposa le dejara ponerle a ninguno el nombre de su hermano, fallecido a los 9 años, Ángel Lafuente, empleado de banca, fue al Registro mientras la madre aún estaba convaleciente, registró al niño como Isaías, y su esposa, Ángeles, se enteró por la radio. Lo cuenta, entre divertido y nostálgico el propio Isaías. "Entonces, en la radio, se daba cuenta de los natalicios y de los difuntos del día, y mi madre oyó en antena la travesura de mi padre. No sé si aquello tendría algo de profético, pero aquí sigo". En efecto, periodista de vocación, el pequeño de los Lafuente empezó a trabajar en la cadena SER como becario y ahí sigue, 40 años después. Escritor de varios libros y ganador de un Premio Ondas por su espacio Unidad de Vigilancia Linguística, en la que pasa revista a los errores propios y ajenos ante el micrófono, acaba de ser reconocido con el Ondas a la Trayectoria 2025.
En la ciudad ucrania de Pokrovsk, en territorio de la provincia de Donetsk todavía bajo control de Kiev, se libra una cruenta batalla terrestre, probablemente decisiva para la evolución de la guerra de desgaste entre Ucrania y Rusia. Lenta pero persistentemente están avanzando las tropas rusas en todo el frente, en especial en esta zona de Donbás, con el objetivo de completar el control de esta cuenca, cuya soberanía reivindica Putin como condición previa a cualquier negociación para un alto el fuego. Una vez fracasado el teatro diplomático organizado por Donald Trump, primero en la cita de agosto en Alaska y luego con la cumbre anulada que debía celebrarse en Budapest, el presidente ruso se dispone a ampliar su ventaja territorial.
En la mañana del martes pasado, bajo un cielo gris sin resquicios como suele ser el cielo de Lima, llegué a un lugar que conocía de memoria aunque no había estado nunca en él: la puerta del diario La Crónica. Nunca había pasado por allí, a pesar de que en ese punto de la ciudad comienza una de las novelas que han apuntalado mi vida de lector y mi vocación de novelista. Conversación en La Catedral, que Mario Vargas Llosa consideraba a veces su mejor obra (y a veces, simplemente, la que más esfuerzo le había costado), se abre con un periodista de 30 años llamado Santiago Zavala, que sale del diario donde redacta editoriales sobre cualquier cosa, mira sin amor la avenida Tacna y se pregunta en qué momento se había jodido el Perú. Y al hacerlo —al hacerse esa pregunta— echa a andar una de las ficciones más ricas y abarcadoras de nuestra lengua, una de esas novelas que trastocan para siempre la manera como entendemos nuestro mundo los ciudadanos de América Latina. ¿Qué es un latinoamericano? Es alguien que se pregunta, cada cierto tiempo, en qué momento se jodió su país. ¿Qué es un escritor latinoamericano? Es alguien que intenta contestar a esa pregunta mediante construcciones de palabras.
Tenía 16 años cuando en 1959 salí de Masatepe para matricularme en la Escuela de Derecho en León. El 1 de enero de ese año, los guerrilleros de la Sierra Maestra habían entrado en triunfo en La Habana, y en Nicaragua sólo se hablaba de la lucha armada. Si había caído Batista, también se podía botar a los Somoza. El fundador de la dinastía, Anastasio Somoza García, muerto a tiros en 1956, allí mismo en León, había heredado el poder a sus dos hijos, Luis, que ocupaba la presidencia, y Anastasio, jefe del ejército.
En vísperas del medio siglo de la muerte de Franco, la formación neofranquista Vox lo ha dejado generalísimamente claro: si el Partido Popular quiere investir a un nuevo president en Valencia, deberá pasar por el Valle de los Caídos de su agenda. Y si no, no habrá pacto mientras resuena el trotar de Santiago Abascal cuesta arriba en las encuestas. Para los de Núñez Feijóo no es una situación cómoda. Como les ocurre a tantos partidos conservadores, la penetración de la extrema derecha en su cuerpo electoral radicaliza a sus bases y desquicia a sus dirigentes. Ya ocurrió con el acuerdo exprés que ambas fuerzas suscribieron el 15 de junio de 2023 en Valencia y que marcó la pauta de los acuerdos autonómicos entre conservadores y nacionalpopulistas. La paradoja es que esos pactos, que extendieron el poder territorial del PP, activaron la movilización que imposibilitó que el actual líder de la oposición sea hoy presidente del Gobierno, para gran frustración del bloque capitalino con tantos resortes de poder, listas de ministrables cerradas y que no olvida esa noche de verano. Y, a la vez, sin esos pactos corrosivos, muchos de los líderes regionales del PP no estarían sufriendo hoy un desgaste que tiene como mejor ejemplo el avance electoral en Extremadura.
Para saber qué ocurre, debemos entender incluso lo que ni se explica ni se explicita. El fantasma que desvela las noches de Carles Puigdemont es triple: terror a la competencia de la ultra Aliança Catalana; desconcierto por no saber capitalizar sus propios logros; angustia personal de seguir deambulando lejos, como apátrida errante.
Lo que más temían las escuelas del Opus Dei está empezando a pasar: un goteo de familias que abandonan los colegios ante la inminente privatización de los centros el próximo curso. En la última preinscripción escolar, 159 familias de los colegios de La Vall y La Farga —dos de los más grandes que separan niños y niñas en las aulas— solicitaron un cambio de escuela, aunque solo 112 obtuvieron plaza, ya sea en una escuela pública o concertada.
Monistrol de Calders, un pequeño pueblo de menos de 800 habitantes en el interior de Barcelona, acurrucado entre montañas y del que brotan una treintena de fuentes de agua, va a saborear una paz aún más rotunda de la que ya conoce: la paz del cementerio. El Ayuntamiento ha acogido con entusiasmo la propuesta de un grupo de inversores de origen chino afincados en Cataluña para construir, en el entorno de una antigua masía ahora ocupada, un camposanto que seguirá los principios del feng shui y en el que reposarán los restos mortales, entre otros, de miembros de la comunidad china. Si sale adelante, será el primer cementerio de esas características en España; en Europa ya existe uno desde 2014 en Zwolle (Holanda).
Tiene la mirada triste. Las manos inquietas se mueven sin descanso, como si sus dedos fueran a tropezar entre ellos. Estos últimos meses han sido difíciles para Miguel Asensi Bou, que ha tenido que volver a tomar tres pastillas para la ansiedad cada día. El valenciano, nacido y criado en Alfafar, ya no puede vivir allí. Su salud empeora cuando llega la temporada de lluvias a este pueblo valenciano que fue azotado por la riada. Solo comienza a sentirse él mismo cuando va a Ciudad Real a vivir con su hijo. En la ciudad manchega puede salir a pasear, juega en la plaza con sus nietos y los recoge del colegio. En Alfafar lo intenta. Se dice a sí mismo que puede, aunque cuando abre la puerta y ve la casa de enfrente, donde falleció su madre el 29 de octubre de 2024, se le viene todo encima y tiene que volver dentro. Los casos de estrés agudo y postraumático en las zonas afectadas por la dana han crecido un 170% en el último año, según aseguró la Conselleria de Sanidad en octubre. La única solución para algunos de sus habitantes es dejar su hogar en un intento por olvidar el trauma.
“No deseo a nadie que tenga que elegir entre quedarse en su tierra o salvar la vida”, dice en su libro Los ojos de la guerra (Debate, 2025) la periodista palestina Plestia Alaqad. Lo repite en la entrevista con este diario, con la voz entrecortada por la culpa, la nostalgia y una cierta rabia. Nacida en Gaza hace casi 24 años, acababa de regresar a la Franja tras realizar sus estudios universitarios en Chipre, cuando Hamás perpetró sus ataques el 7 de octubre de 2023 y comenzaron los implacables bombardeos israelíes. Sus directos para varios medios de comunicación, y sobre todo sus vídeos en Instagram, comenzaron a ser vistos por centenares de miles de personas. Hoy, tiene cuatro millones de seguidores en esta red social.
Como tantos padres alrededor del mundo, Martín Tintxo Esnaola, 43 años, confeccionó a finales de octubre para la pequeña de sus tres hijos un disfraz de Las guerreras k-pop. La película más vista de la historia de Netflix fue también la estrella de este Halloween. Niñas, y no tan niñas, vestidas de Rumi, Zoey y Mira, las heroínas que machacan demonios mientras entonan pegadizos temas de pop coreano. Pero el de Esnaola no era un disfraz cualquiera. A la espada le puso “luces y todo” y, sobre todo, además de ser padre de fan, este madrileño nacido en Argentina trabajó como supervisor de animación en el superéxito de Sony.
No he visto el Salvados dedicado a Víctor Manuel que emite La Sexta esta noche, así que esto no es una reseña ni un juicio de valor, ni tan siquiera una recomendación. Como mucho, es una sospecha, una inquietud. En tiempos de memes y reels, del programa de Gonzo se va a coger el rábano por las hojas. No importa lo que se esfuercen en afinar el retrato. Al final, solo saldrá ruido, porque Víctor habla como los paisanos de Mieres. Como buen poeta, desconoce el eufemismo y la perífrasis. Ya han cebado el programa con frases sobre Pedro Sánchez y algunos personajes de la política. Por ejemplo, compara a Abascal con Blas Piñar, en una analogía no demasiado sorprendente, pero que ha producido unos cuantos clics y peleítas en las redes.
“¿Qué es la Ilustración?”, se preguntaba Kant en 1784, y respondía: “Es la salida del hombre de su minoría de edad, de la cual él es el culpable. Minoría de edad es la incapacidad de servirse del propio entendimiento sin la dirección de otro”. Y lanzaba su famoso llamamiento en latín: ¡Sapere aude! Atrévete a pensar, a saber. Los mayores obstáculos que veía para esto eran la pereza y la cobardía. Leí esta cita en un artículo sobre el ansia acuciante que tenemos de interpretar todo y saber su significado (qué gracia, esto mismo es un ejemplo más). Pero no estamos hablando de la materia oscura del universo, sino del último vídeo de Rosalía y cosas así, y cómo me alegro de no estar en España y tener que soportar la brasa sideral de los próximos meses. Abunda la etiqueta “final explicado”, sobre por qué termina así una película o una serie. Esto antes era con 2001: Una odisea del espacio y poco más. Te quedabas escuchando a Pumares hasta las dos de la madrugada a ver si entendías algo del puñetero monolito, y lo peor es que al día siguiente no eras capaz de repetirlo en el recreo. Si ya creen que soy un boomer ahora les estallará la cabeza: por citar un éxito de entonces, no imagino la discusión que se crearía hoy sobre si es posible retorcerse entre polvos picapica, lo primero que se les ocurrió a los Hombres G que rimara con “chica”. Hoy las pretensiones son mucho mayores, y lo que ha cambiado es la preocupación de si estaré pensando lo correcto. Más que nada porque se crean debates sobre cualquier nimiedad, pues la discusión ya es el producto, genera dinero, y más aún si es agresivo (esta perversión dejaría sin palabras al propio Sócrates, defensor del diálogo para buscar la verdad). No te atreves a pensar, no sea que te equivoques y te riñan. Ya habrá gente que pregunte a ChatGPT a quién votar.
Bruegel, el think tank europeo que dirige Jeromin Zettelmeyer (Madrid, 61 años), acaba de publicar un informe sobre los riesgos y escenarios de los movimientos geopolíticos en el ámbito global. En ese informe, el propio Zettelmeyer apuesta por un mundo dividido en tres bloques, dominado por la rivalidad entre China y EE UU. “Lo más interesante es analizar dónde estará Europa. Nunca va a estar en el bloque de China, pero no necesariamente estará en el de EE UU. Si Washington sigue ejerciendo un liderazgo coercitivo, terminaremos en el campo de los no alineados, junto con la India y la mayoría de los países en desarrollo. Depende de EE UU”, aseguraba el economista en un reciente viaje a Madrid para celebrar el 20º aniversario de Bruegel.
¿Será China la potencia hegemónica bajo la que vivirán nuestros nietos y bisnietos? Esta hipótesis no la olió Keynes cuando vino a Madrid en junio de 1930 —hará pronto un siglo— a dictar una conferencia titulada Las posibilidades económicas de nuestros nietos en la Residencia de Estudiantes. El genial economista de Cambridge llegó acompañado de su esposa, Lidia Lopujova, bailarina del ballet de Diaghilev, y fue invitado por el duque de Alba, ministro de Instrucción Pública del Gobierno de Berenguer.
Banyar-se a l’aigua freda de la séquia, jugar al paller i cobrir-se de tiges seques, pujar als arbres i gronxar-se de les rames... La natura va fer presència en la infantesa de Fina Miralles Nobell (Sabadell, 1950), filla d’un metge i d’una dona que portava les seves pròpies terres. “La meva família era marciana. Érem demòcrates, gent amb un esperit lliure en l’Espanya de postguerra. Vaig tenir molta sort”, explica des de l’Hospital de Figueres. Fa quatre mesos que hi està ingressada per culpa d’una malaltia que arrossega des de fa dècades. “Però estic bé, estic bé, a punt de tornar a casa”. El to de veu, ferm i dolç, avala les seves paraules. “Els pares sempre em van donar suport en tot. Em van acceptar i respectar tal com era. I ara no soc pas tan diferent! Tinc una gran fortalesa, soc molt independent i tinc uns ulls que ho veuen tot”, afirma riallera. Així que a ningú de casa va sorprendre que volgués ser artista. Al contrari, la hi van encoratjar. Però a principis dels anys setanta, en acabar la carrera de Belles Arts a Barcelona, Miralles no volia tancar-se en un taller i posar-se a pintar. Volia experimentar. “Era una dona arrelada a la terra i encara ho soc”, sentencia.
Los libros de memorias, especialmente los escritos por políticos o personajes relevantes en la vida pública de un país, suelen tener dos objetivos, presentar al protagonista como una víctima o resaltar la complacencia con sus propias facultades. Suelen ser más interesantes las memorias publicadas póstumamente, porque pierden algo de ese carácter narcisista. Son poco frecuentes los políticos que convierten sus memorias en verdaderos tratados de historia. Desde luego, no es el caso de las memorias publicadas esta semana por el rey emérito, don Juan Carlos. Ignora prácticamente su vida personal, sin dar las explicaciones debidas, y no aporta elementos desconocidos sobre los hechos de su vida pública.
En el hotel Urso, en Madrid, el trasiego de periodistas lleva repitiéndose toda la mañana. En el bar probablemente haya más personas de lo habitual: son varios grupos de fans del actor William Levy, que llevan horas esperando a que la jornada de promoción de la serie Camino a Arcadia se termine y puedan, con un poco de suerte, hablar con él. No está solo en su nuevo proyecto: le acompaña la actriz, creadora de contenido y diseñadora Paula Echevarría (Candás, Asturias, 48 años), que regresa a la pantalla como intérprete seis años después de su último proyecto, Velvet Colección, que llegó a su fin en 2019. “¿Han pasado ya seis años? Me parece que fue ayer”, repregunta con cierta curiosidad antes de comenzar la entrevista con EL PAÍS.
En un mundo de débiles hay que fortalecerse. Tener un cuerpo compacto que compense el pensamiento frágil y desordenado de esta época. Son las coordenadas vitules de Harold, el profesor protagonista de Muscle Man, de Jordan Castro, la novela de este otoño en EE UU. Perdido en el ambiente de una facultad de artes, escucha podcasts sobre Marco Aurelio y Jullo César, levanta pesas y toma mezclas de polvos de remolacha, creatina, proteína y zing que aumentan rendimiento y volumen. La idea atraviesa el discurso de muchos influencers: la vida moderna debilita y ante cualquier eventualidad, hay que estar fuerte. Y que se note, que se marque en las camisas.
Para muy cafeterosLa cafeína estimula la resistencia, la potencia y el intelecto. Y no es la única. La doctora Nieves Palacios señala también que el jugo de remolacha sirve para mejorar la eficiencia y los esfuerzos de resistencia. En su opinión, los suplementos con “evidencia científica creciente” son: la beta alanina, precursora de la carnosina intramuscular, “que beneficia los esfuerzos en ejercicios repetidos de alta intensidad”; el beta hidroximetilbutirato, “metabolito de la leucina que reduce la pérdida muscular” y el Omega 3, para mejorar marcadores inflamatorios y la salud cardiovascular. “Todos deben tomarse bajo supervisión médica”, subraya. Déjeselo a los especialistas.