“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”
“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”
Hansi Flick, tras el empate ante el Brujas, pidió espíritu de lucha a sus jugadores. El domingo se lo entregaron, sobre todo sus delanteros, uno en especial: Robert Lewandowski. El polaco volvió al once titular tras dos suplencias, y lo hizo con una declaración de intenciones escrita con tres goles: de penalti, con la pierna derecha y con la cabeza. A sus 37 años, completó los 90 minutos en Balaídos, pese a que Hansi Flick le ofreció el cambio en la segunda mitad, y demostró que su efectividad en el área sigue siendo indudable. El polaco —Lamine Yamal al margen— es el futbolista con el contrato más alto de la plantilla, y su vinculación con el Barcelona termina en junio de 2026. Desde el club consideran que el importe que puedan ahorrarse con él puede ir destinado a otro jugador. “No tengo prisa. Lo más importante es la sensación que tenga y, en ese momento, no tengo que pensar en mi futuro. Hay muchas cosas que pueden pasar, también en mi vida. Estoy muy feliz, concentrado en para esta temporada”, aseguró el delantero la semana pasada. Ante el Celta, se reivindicó como más le gusta: con goles.
“Hace ocho años en un torneo de fútbol de Arrigorriaga, en la tanda de penaltis, nos marcó un gol de rabona. Ya le conocíamos de habernos enfrentado a él y ya se le veía algo diferente. Cogió el balón, lo colocó en el punto de penalti y lo marcó de rabona. Nosotros, mosqueados, y preguntándonos: ‘Pero, ¿qué hace este chaval?’”. Gari Serna, rival suyo aquel día, recuerda como si fuera ayer lo sucedido sobre el verde. Solo tenía ocho años el protagonista de aquella historia. Ahora, el sorprendido es el propio Iñaki Williams. Incrédulo por lo que acababa de ver, se volvió hacia sus compañeros en el palco (Sannadi, Sancet, Prados y compañía) para compartir su asombro por la acción que había tenido lugar sobre el verde de San Mamés. Un imberbe de apenas 18 años, de nombre Selton y de apellido Sánchez, había sido el protagonista de una nueva genialidad, otra rabona.
Es un pope de la televisión, el creador de una de las series —quizá la serie— que marcó la Primera Edad Dorada de lo catódico en lo que al concepto de autor se refiere. Alan Ball (Atlanta, 68 años) llegó a principios de este siglo a las oficinas de HBO —por entonces aún no una plataforma de alcance mundial sino el primer canal de televisión por cable premium estadounidense— con un Oscar bajo el brazo. Era el guionista de moda. Había firmado la inesperada joya indie que mejor había captado en décadas el angst estadounidense: American Beauty. Y Hollywood le había tendido, orgullosamente, una merecida estatuilla. “Carolyn Strauss [aún hoy ejecutiva de la plataforma] me ofreció la posibilidad de escribir algo relacionado con una familia que regentaba una funeraria, y a mí me asaltaron infinidad de ideas al instante. Había pasado mi infancia en esa clase de sitios. Conocía el ambiente, a la gente”, recuerda. Sí, así nació A dos metros bajo tierra.
Muy pocos son capaces de acceder a estas joyas, pero todos podemos soñar con ellas y la historia que tienen detrás. La famosa casa de subastas Sotheby’s se prepara para celebrar el próximo 12 de noviembre, en el hotel Mandarin Oriental de Ginebra, una de sus citas anuales más esperadas, la puja de las Royal & Noble Jewels. Es decir, las extraordinarias piezas de joyería que un día pertenecieron a familias reales y nobiliarias y que, tras años en manos privadas o en colecciones reales, buscan nuevos dueños.
Lucia Tahan acaba de aterrizar en Madrid después de una larga convalecencia. Como en un guion torpe y desmedido que nadie se creería, el 18 de abril, el día que inauguraba una exposición en la que participaba en el Museo Nacional de las Artes del Siglo XXI de Roma, se tropezó en las escaleras de la Real Academia de España. Sin poder caminar ni llegar al museo, fue trasladada a un hospital donde quedó internada: se había roto tres vértebras. Rehabilitación y corsé mediante, un mes más tarde pudo salir del hospital, pero, por su delicado estado de salud, quedó cinco meses retenida en Italia. Ella lo ve como una experiencia: “Aprendí italiano”, cuenta, “y he alcanzado a conocer, a mi salida del hospital, a un asesino y a una princesa”.
Ciertos lugares, algunas personas. Sophie Calle, por ejemplo. Me aterraba antes cruzarme con ella (la sabía capaz de todo), pero su permanente alegría de los últimos tiempos me ha borrado parte del miedo.
Cualquier hispanohablante amante de la cultura popular, especialmente de la música, tarde o temprano acaba mirando a México con reverencia. Y con razón. Más de 170.000 personas se reunieron el pasado sábado en el Zócalo de Ciudad de México para ver el primero de los conciertos de Juan Gabriel en Bellas Artes, celebrado el 9 de mayo de 1990. La proyección, cortesía de Netflix tras el enorme y merecido éxito que ha tenido Juan Gabriel: debo, puedo y quiero, el estupendo documental de cuatro capítulos sobre el divo de Juárez dirigido por María José Cuevas, ha venido a refrendar lo que ya sabemos: que los ídolos no mueren cuando lo dictamina su certificado de defunción, sino cuando el público los abandona. Y, por tanto, Juan Gabriel vive, la lucha sigue.
Imaginen que 22,4 millones de coches desaparecen de las carreteras durante un año. Uno tras otro, evaporados del asfalto, sin dejar ni rastro. Es el equivalente a 96 millones de toneladas de dióxido de carbono menos en la atmósfera. En un planeta que se asfixia, tales cifras podrían parecer un ejercicio de ciencia ficción o de ingenuo optimismo, pero no lo son. En realidad, son el resultado concreto de algo que, a pesar de su potencial, pasa desapercibido: el enorme poder del hacer colectivo. Cuando los gobiernos se sientan a la mesa, el sector privado se compromete, las comunidades participan y los organismos internacionales acompañan, se logran resultados.
Daniel Ortega y Rosario Murillo han ampliado hasta internet la censura que su régimen copresidencial impone. Así queda cercado también el último reducto para la libertad de expresión y prensa que quedaba en Nicaragua para las voces disidentes. Con la entrada en vigor de la nueva Ley General de Telecomunicaciones Convergentes, la Administración bicéfala no sólo impone un cambio técnico en cómo se organizan las redes, las antenas o internet en el país centroamericano, sino que consolida un esquema de censura total en el último espacio que existía para expresar disenso.
Tres días después del asesinato de un manifestante por el disparo de un policía infiltrado, el presidente interino de Perú, José Jerí, cargó el anda del Señor de los Milagros por las calles de Lima. Envuelto en una túnica morada y portando un detente, Jerí fue uno de los devotos que soportaron sobre sus hombros la imagen de 900 kilos de un Jesucristo crucificado. Una procesión que se remonta al siglo XVII, cuando un terremoto azotó el país y el mural —pintado por un esclavo— no se derrumbó. Un milagro que se conmemora cada mes de octubre en el rito más multitudinario del catolicismo peruano.
Cada lunes Operación Triunfo plantea un drama ineludible: la valoración del jurado. Casi a medianoche los jueces analizan las actuaciones de los concursantes para decirles aquello de “cruza la pasarela” o “te proponemos para abandonar la academia”. Desde que el formato comenzó hace 24 años, este momento, temido por los concursantes y ansiado por el público, se ha convertido en el más polémico de la galas. Las ediciones más memorables han contado siempre con la figura del juez sin pelos en la lengua que sorprendía con sus formas tajantes y hacía que mereciese la pena trasnochar tanto. Al menos hasta ahora, porque OT25 está rompiendo esquemas.
La diáspora de los mármoles del Partenón, y en particular de la colección de Elgin [el diplomático que, con el permiso del Imperio Otomano, se llevó entre 1801 y 1805 más de la mitad de las estatuas], hoy en el Museo Británico, proporciona un importante giro a la historia moderna del Partenón. Desde el preciso instante en que se exhibió el primer envío a unos pocos privilegiados en 1807 (en un cobertizo de la casa de Elgin en la esquina de Park Lane en Londres), los mármoles suscitaron tanta atención como el propio Partenón, si no más. (…) Como era de esperar, la señora Siddons, la célebre actriz del momento, derramó una lágrima (histriónicamente) cuando vio por primera vez las figuras procedentes de los frontones del templo en el cobertizo de Park Lane. John Keats plasmó sobre el papel su embeleso, en forma de soneto titulado Al ver los Mármoles de Elgin, cuando visitó las esculturas en 1817, poco después de su traslado al Museo Británico, y supuestamente incorporó algunas viñetas tomadas directamente del friso en su todavía más famosa Oda a una urna griega.
El domingo por la noche, en el cierre de la cuarta cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la Unión Europea (UE), el presidente anfitrión, el colombiano Gustavo Petro, enumeró los países de América Latina que habían firmado la declaración final del encuentro. Se esperaba, sin demasiada sorpresa, la ausencia de Nicaragua, que ya había anticipado sus intenciones de bloquear todo el proceso. Lo que nadie esperaba era que en el listado no estuviese Venezuela. El Gobierno de Nicolás Maduro había decidido “disociarse”, ese es el término diplomático al uso, del texto y en el último minuto, tras participar de todas las negociaciones previas, no firmó. Un día después del cierre de la cumbre, las fuentes diplomáticas consultadas no lograron encontrar una explicación racional a la estrategia de Caracas.
La migración implica cuatro partes: la marcha, el viaje, la llegada y el asentamiento. La fortuna o la desgracia es lo que motiva ese desplazamiento que, en realidad, es una búsqueda: de aventuras, de reencuentros, de seguridad y/o de nuevas oportunidades. El de la migración es un viaje para el que no siempre hay tiempo de preparar el equipaje. Los que migran y sus seres queridos se despiden sin saber cuándo se volverán a ver. Esa es la soledad del migrante asentado en una geografía que no es la suya. Róterdam es una de esas geografías. Mucha gente embarcó en los barcos atracados en su puerto rumbo a Estados Unidos y Canadá desde principios y hasta mediados del siglo XX. Aunque antes, en 1620, lo hicieron los Padres Peregrinos William y Dorothy Bradford en su barco Speedwell desde el muelle del barrio de Delfshaven con destino a América.
Cuaderno de viajeEl planeta fútbol americano desembarca en España como un nuevo territorio a conquistar en un proceso de expansión con más de dos décadas celebrando partidos de temporada regular de NFL. Con Londres como epicentro, las franquicias han probado nuevos mercados, tanto en América —principalmente Canadá, después México y, por último, Brasil— como en Europa. Tras la satisfactoria experiencia en Alemania, que comenzó en Múnich y que llega este domingo a Berlín con el duelo entre los Indianapolis Colts y los Atlanta Falcons, es el turno de Madrid, elegida por su cultura deportiva, la solvencia de un estadio como el Santiago Bernabéu y la ventana que supone para el público hispanohablante. Por eso, los Miami Dolphins han invertido al otro lado del charco uno de los partidos como local, un activo preciado para una competición con 17 encuentros, excluyendo los playoffs. Su envite del domingo ante los Washington Commanders no solo oposita al evento deportivo del año en la capital, sino que es el inicio de una relación que la liga, en busca de mercados fértiles, entiende a largo plazo.
La muerte forma parte de la vida, pero gestionar el duelo por la pérdida de un ser querido no es fácil, y el fallecimiento de una mascota no es una excepción. Cuando se convive con un animal durante años, este pasa a ser parte de la familia. El fin de su vida puede ser la ocasión para que los padres acompañen a los hijos con el objetivo de enseñarles a gestionar una situación que tendrán que experimentar muchas veces: los duelos. “Cuando una mascota muere es una buena oportunidad para que los niños se familiaricen con el tema, siempre desde un acompañamiento empático y validando sus emociones. Es decir, dejando que expresen abiertamente lo que siente sin juzgarles”, explica la psicóloga familiar Diana González.
Es sábado al mediodía y el municipio ourensano de Barbadás ha amanecido con un espectacular día otoñal. Luce el sol, apenas hace frío y las brasas comienzan a emitir ese humo que anuncia que hoy, aquí, se celebra algo. La música acompaña a los vecinos y vecinas que van llegando al colegio Filomena Dato, ubicado junto al río. Varias mesas largas están dispuestas en lo que habitualmente se usa como patio de recreo y que hoy se convierte en el epicentro de una popular festividad: el magosto. En torno a San Martiño, que es el 11 de noviembre, Galicia —sobre todo las provincias de Ourense y Lugo, y también algunas zonas de León, como El Bierzo— se llena de estas celebraciones en las que las castañas asadas al fuego son las protagonistas. Los primeros magostos empiezan a finales de octubre y suelen alargarse hasta mediados de noviembre.
España esquiva una multa milmillonaria que amenazaba desde el otro lado del mundo. El Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (Ciadi) —institución dependiente del Banco Mundial— ha desestimado íntegramente la demanda valorada en 18.000 millones de dólares (unos 15.500 millones de euros al cambio actual) presentada por los herederos del sultán del Joló contra el Reino de España hace poco más de un año. En concreto, consideraban que las instituciones españolas obstaculizaron el cobro de un laudo que condenó a Malasia a abonar a los descendientes del antiguo mandatario más de 13.000 millones de euros por incumplimiento de un contrato del siglo XIX. La diferencia de más de 2.000 millones con los 15.500 que reclamaban ahora residía en los intereses de demora.
El presidente de Telefónica, Marc Murtra, confirmó el pasado día 4, coincidiendo con la presentación del Plan Estratégico 2026-2030, la firme voluntad de la compañía de abandonar Chile, México y Venezuela. El anuncio no causó gran sorpresa en los dos primeros países, donde la compañía española ya tiene encarrilado su proceso de salida y ha contactado con potenciales compradores. Pero en el caso venezolano ha despertado muchas incógnitas entre los analistas por la especificidad de este mercado y las restricciones que impone el régimen de Nicolás Maduro a todo lo que tenga que ver con firmas extranjeras.