“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”
“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”
Un pedazo de papel verde, con una frase escrita en mayúsculas, resumía esta semana los problemas de criminalidad que azotan a América Latina. Apareció en Guerrero, en el castigado litoral del Pacífico sur mexicano, pero podría haberlo hecho en realidad en Santiago de Chile, en Medellín (Colombia) o en cualquiera de los sectores de Guayaquil, en Ecuador. Era un aviso, una cuartilla pegada en esquinas y postes de luz, una amenaza a los comerciantes de un puñado de barrios, avisando de que a partir de diciembre deberán de empezar a pagar cuota. “Esta colonia tiene dueño”, concluía la advertencia, de autor desconocido.
Se puede llevar la vergüenza vicaria hasta límites insanos. Sentir una incomodidad profunda por los actos que cometen otros. Cabría justificarlo con la razón muy manida de la educación judeocristiana, pero más bien proviene, creo, del sentido de la honradez que te inculcaron los padres. Esa imaginación prospectiva que te hacía verte a ti mismo esposado si robabas. Solo merecía el perdón el que robaba por necesidad.
Todas las alertas están en rojo. Respecto a Ucrania, por supuesto, sometida a la máxima presión para que acepte cesiones territoriales, hipoteque su soberanía y su capacidad de defensa y se resigne a vivir desprotegida, bajo la amenaza de una nueva ofensiva rusa con la que Putin corone su incorporación a la esfera de influencia rusa, sea por las armas, sea por la instalación en Kiev de un presidente títere al estilo de Bielorrusia como efecto del plan de paz trumpista.
Thomas Gomart (dirección). ‘Europe-Russia: Balance of Power Review’ (Institut Français des Relations Internationales, 4 de noviembre).Douglas Barrie y otros. ‘Defending Europe Without the United States: Costs and Consequences’ (The International Institute for Strategic Studies, mayo 2025).Michel Duclos. ‘L’OTAN à l’épreuve de la menace russe : l’hypothèse balte’ (Institut Montaigne, noviembre 2025).El 28 de febrero de 1906, tres meses antes de su boda con Alfonso XIII, la princesa Victoria Eugenia de Battenberg envió una carta a su prometido. En ella, la futura reina de España confesaba su temor a tener la regla, a la que aludía de manera velada como XXX. “Estoy esperando a XXX a cada momento y tengo miedo de que, después de todos los problemas y emociones por las que he pasado, vaya a tener uno de mis terribles ataques de dolor”, admitía en un exquisito francés. A Ena, como la llamaban, le preocupaba que la menstruación empañara los preparativos de los fastos nupciales. Lo que ocurrió el día del enlace fue inconmensurablemente peor. El 31 de mayo, tras darse el “sí, quiero” en la Iglesia de San Jerónimo el Real, la pareja sufrió un atentado en el que murieron 28 personas. La novia, nieta de la reina Victoria del Reino Unido, tuvo que asistir al banquete con su vestido salpicado de la sangre de las víctimas.
El pasado lunes 24, el rapero FernandoCosta publicó Te avisé. En la canción rima estas frases: “Te avisé / Cuando pagaste para que esa piba retirara su denuncia del juzgado”. “Tus novias te avisaron, que por más que te aguantaron, no son de tu propiedad”. “Empezó como una fan, le pareció un buen plan, un rapero activista (Ay). / No se imaginaba que el maltrato venía disfrazado de feminista”. El tema, que suma más de dos millones de reproducciones en YouTube, está cargado de acusaciones de consumo de drogas y amenazas contra otro rapero. Pero el artista de 30 años, nacido en Ibiza, no dice a quién se refiere. El nombre lo ha puesto la escena de creadores y seguidores del hip hop en español: Ayax, la mitad del dúo de hermanos y raperos granadinos Ayax y Prok. El tema de Costa entra en la categoría de beef o batalla entre dos músicos de este género. Pero, en este caso, trasciende el pique cultural. Hace un año, decenas de mujeres denunciaron de manera anónima en redes sociales haber sufrido agresiones sexuales por parte de los gemelos.
Alberto, de 48 años, se quedó desconcertado hace unas semanas. Al abrir el ordenador de su hija Paula, de 12, alumna en un instituto público del centro de Valencia, vio que la niña le había pedido a la Inteligencia Artificial (IA) de Google que le hiciera un resumen de un cuento de Óscar Wilde que él sabía que tenía que leer para clase de Lengua. Y que, además, le pusiera los personajes principales, y preguntas como las que podrían aparecer en un examen de primero de la ESO. Alberto interrogó a su hija, y ella le aseguró que había leído el cuento hacía más de un mes, que tenía el examen al día siguiente, y que, como se había dejado el libro en el instituto, lo había buscado para repasar. “Acepté su explicación porque es muy buena estudiante, pero la verdad es que me quedé preocupado. Igual suena ingenuo, pero no lo había visto venir”, comenta.
La primera vez que Javier Cercas viajó a América Latina fue en 2001 con la promoción de Soldados de Salamina. Su amigo Roberto Bolaño lo invitó a la Feria del Libro de Chile y comenzó a reunir lectores poco a poco, desde entonces no ha soltado a la región para la promoción de sus obras. Más de 20 años después, con El loco de Dios en el fin del mundo, su travesía por decenas de países en América le ha hecho sentir como un rockstar. “La diferencia con este libro es que todo ha ocurrido de golpe”, dice. Recuerda, por ejemplo, la presentación en Perú en donde mil personas llenaron una sala y estuvo cuatro horas firmando libros. “Ves que hay gente interesada, sientes un entusiasmo que es muy difícil de ver, ya no solo en España, sino en Europa. Esto de las filas es brutal, esto es latinoamericano”.
Europa se puede ver absorbida por una tormenta perfecta. La pérdida de competitividad frente a Estados Unidos y China; la guerra de Rusia contra Ucrania, de cuyas negociaciones de paz Estados Unidos ha excluido a la UE; la volatilidad del jefe de la Casa Blanca, Donald Trump, que ha impuesto un acuerdo comercial desigual; el avance de la ultraderecha euroescéptica y la ruptura del cordón sanitario por parte de los conservadores tradicionales… Todo puede debilitar desde dentro esa Europa de valores en la que se asienta el Viejo Continente.
Kaja Kallas (Tallin, Estonia, 48 años) ve con enorme escepticismo los planes de paz para Ucrania que se negocian estos días. En una entrevista en su despacho de la Comisión Europea, la alta representante para Política Exterior y Seguridad de la UE afirma no solo que son desventajosos para Kiev, sino que tampoco establecen las condiciones necesarias para disuadir al invasor, Rusia, de que repita la agresión. La sucesora del español Josep Borrell va a cumplir un año en el puesto en un momento extremadamente delicado para Europa: Ucrania trata de resistir a los ataques del Kremlin en el cuarto año de guerra y de defender su soberanía no solo frente a Rusia, sino también frente a los Estados Unidos de Donald Trump. Washington, el histórico aliado europeo, ya no lo es tanto. Y eso ha cambiado por completo las reglas del juego para el Viejo Continente.
Hace 40 días, Gazem Hamamdi rodeó con alambre de espino su chabola, cabras y ocas, harto de que un colono israelí pasase cada día junto a su casa. Es el mismo que, nada más establecerse en el cercano asentamiento de Havat Maon, se acercó para exhortarle a marcharse porque, le dijo, Dios había reservado sus tierras para el pueblo judío. Lo cuenta en la inhóspita Massafer Yatta, una de las zonas de Cisjordania más castigadas desde hace décadas (aunque nunca tanto como este año) por las agresiones, incendios y robos de los colonos israelíes más radicales. De los 9.600 que la agencia de asuntos humanitarios de la ONU ha documentado en dos décadas, el 15% (unos 1.500) se han producido en lo que va de 2025, alimentados por la aún mayor impunidad (militares y policías suelen hacer la vista gorda o ponerse de su lado) y la creciente sensación de que hoy gobiernan los suyos (la radical coalición de Benjamín Netanyahu), pero el próximo año hay elecciones y puede acabarse tanta barra libre.
El niño José Pablo juega con su hermana en Sayalonga, una pequeña localidad enclavada entre los montes de la Axarquía malagueña que presume de ser “el paraíso del níspero”. El muchacho desconoce aún su destino en el olimpo audiovisual español. Ni mucho menos imagina verse en medio de intrigas políticas que le llevarán a la presidencia de la Radiotelevisión pública española (RTVE), por entonces tan solo un mágico universo encerrado en la pequeña pantalla donde ver Un, dos, tres al son de Mayra Gómez Kemp. Pero aquel niño luchará por ser alguien importante. Cuatro décadas después, logrará su objetivo.
La elección de Teresa Peramato como próxima fiscal general del Estado ha abierto la primera tregua en la carrera fiscal desde enero de 2020, cuando Dolores Delgado fue designada para ese puesto semanas después de haber cesado como ministra de Justicia del primer Gobierno de Pedro Sánchez. El nombramiento de Delgado abrió una brecha en el seno de la Fiscalía que se fue ensanchando durante su mandato y se ha convertido en un abismo insalvable a raíz de que el Tribunal Supremo abriera la causa que ha desembocado en la condena de su sucesor, Álvaro García Ortiz, por revelación de secretos. Peramato se pone al frente de una Fiscalía abierta en canal, sobre todo en la cúpula, y la carrera confía en que puedan “recoser” heridas, pero la mayoría de los fiscales consultados admiten el temor de que la tregua será efímera.
Diciembre es el mes de las listas de lo mejor del año, de recuperar cuentas perdidas, pasar tiempo con la familia y regalar series que no sabías que existían. Quizás por eso normalmente no es una época con excesivos estrenos. El último mes de 2025 vuelve a cumplir este patrón, que se hace todavía más visible porque todo estará copado por un fenómeno como el final de Stranger Things (que estrena su segundo bloque de episodios, de tres, en la madrugada del 26 de diciembre). En todo caso, por supuesto, no faltarán las novedades más variopintas, entre las que hay dos de las series más exitosas de los últimos años y un regreso que nadie esperaba.
Terra AltaEstreno. Día 4 en Movistar Plus+.Sicilia ExpressEstreno. Día 5 en Netflix.Reykjavík FusionEstreno. Día 10 en AMC+.El hombre contra el bebéEstreno. Día 11 en Netflix.Bright MindsTemporada 6. Día 15 en Cosmo.El dentistaEstreno. Día 18 en Movistar Plus+.The Chosen (Los elegidos)Temporada 5. Día 22 en Movistar Plus+.Doce citas antes de NavidadEstreno. Día 20 en Movistar Plus+.The Iris AffairEstreno. Día 6 en SkyShowtimeProblemas con papáTemporada 2. Día 9 en Movistar Plus+La estrategia de Donald Trump para poner fin a la guerra en Ucrania es la constatación definitiva de que Europa no puede confiar ciegamente su seguridad al lazo transatlántico con Estados Unidos, hoy más débil que nunca. Tanto la revelación del plan presentado por Washington a Kiev —que se ajustaba con precisión a los objetivos del Kremlin— como la actitud del enviado estadounidense a Rusia, cuya impúdica cercanía a Putin quedó a la vista esta semana, han dejado al descubierto la fragilidad de una alianza que durante décadas se consideró inquebrantable.
1. Solo estuve una vez cerca de la antigua canciller alemana. No puedo precisar el año, pero calculo que sería a mediados de su segundo mandato, y de lo que me acuerdo es de que era un 8 de marzo. Tampoco puedo explicar cómo, en cierto momento de ese día, me encontré en medio de la comitiva que seguía a Angela Merkel; solo recuerdo que formaba parte de un grupo de mujeres invitadas por el Instituto Goethe de Berlín a un debate sobre el poder emancipador del arte. Debió de ser pura casualidad el que nos uniéramos al grupo que la acompañaba. La señora, con su uniforme de chaqueta llamativa y pantalón negro, iba rodeada por un grupo de hombres fornidos que formaban un semicírculo detrás de ella, y por una maraña de cámaras que se desplazaba hacia atrás precediéndola. Sin embargo, desde donde me habían colocado, noté que el zapato derecho le quedaba suelto.
El jefe del Estado Mayor francés dijo hace unos días que Francia debe prepararse para “perder a sus hijos”, y Macron respondió anunciando un servicio militar voluntario de 800 euros al mes. Mientras, Trump negocia el destino de Ucrania sin consultar a Europa, y Bruselas desregula la protección de datos bajo presión de Silicon Valley. ¿Para qué diablos sirven exactamente las élites europeas? Hace unos días, el historiador Rutger Bregman, quien acababa de pronunciar una conferencia sobre la “cobardía paralizante” de las élites para las Reith Lectures de la BBC, anunció que habían censurado una frase de su charla, precisamente una en la que describía a Trump como “el presidente más abiertamente corrupto de la historia de Estados Unidos”. La ironía se entiende sola. Bregman, europeísta convencido, defiende además que el rasgo definitorio de las élites europeas no es solo la decadencia sino su irrelevancia. Cuando Trump se divierte desmantelando el orden internacional, ¿qué hace Europa? Recuperamos la mili, nos plegamos a los deseos de las tecnológicas.
Una regla básica que debe cumplir el redactor de una noticia es explicar con claridad de dónde obtiene la información. En un extenso correo, el lector Alberto Fernández reprocha que esta norma no se haya aplicado en la reproducción de una conversación privada, elevada a titular, que el periódico llevó a portada: MAR a Amador tras la sentencia: “Felicidades, les has destrozado”. Se trata de un intercambio de mensajes de móvil entre Miguel Ángel Rodríguez, MAR, jefe de gabinete de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y la pareja de esta, Alberto González Amador, tras la condena al ex fiscal general del Estado.
Fue Berna González Harbour la primera que la recomendó. A mediados de agosto, preparábamos el Babelia sobre las novedades del otoño, ella leía los nuevos títulos de narrativa española con profesionalidad y, de repente, una primera novela, con la magia de lo inesperado, la cautivó. Se titula Comerás flores, y esta sí es una buena historia de amor. Y también de acoso corrosivo y de baja intensidad, tan creíble, habitual e invisible. Pero usar las categorías de amor y de acoso, como si el tema que explora fuese el principal acierto del libro y tuviésemos entre manos un manual de autoayuda, implicaría simplificar la potencia del debut de Lucía Solla Sobral (Marín, Pontevedra, 1989). Su secreto, transmitido de tú a tú desde principios de septiembre como quien entrega un tesoro íntimo, es la textura hecha de palabras a través de la cual el lector comprende e incorpora una experiencia dura y auténtica a su conciencia.
En febrero de 1938, en plena Guerra Civil, nació mi hermana pequeña. Su llegada a este mundo se produjo como un misterio teológico o un enigma policiaco, según se mire, porque mi padre se hallaba en paradero desconocido y mi madre, que era una santa, apareció de pronto embarazada. El misterio se reveló al saber que mi padre estaba escondido en un armario de doble fondo en la planta superior de casa cuyas habitaciones de abajo habían sido requisadas para oficinas por los militares del ejército rojo, quienes a las siete de la tarde cerraban estos despachos y desaparecían. Entonces, mi padre salía del escondrijo y comenzaba a tocar el violín. Al parecer nadie preguntó si mi madre había concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, pero la niña no pudo ser bautizada porque la iglesia del pueblo había sido convertida en bar, la capilla del sagrario en la sala de billares y la pila bautismal en depósito de gaseosas. Fue bautizada en Villarreal al finalizar la guerra. La llamábamos Choneta, era una niña muy linda y yo la tenía como un juguete del que mi madre me hacía responsable cuando me advertía: “Cuida de la niña en el recreo de la escuela, si alguien la molesta, ya sabes, tú eres su hermano”. Yo había estado en coma siete días por una caída y presumía con los compañeros de haber conocido en el más allá a unos monstruos fantásticos que acudirían siempre en mi ayuda en caso de pelea. Esto me servía para sustituir las pedradas con otros niños por unos cuentos de terror. Un día antes de acometer una batalla conté a Camilo, jefe de filas, que un monstruo infernal con piernas de cabra lucharía en nuestro bando. Mi hermana Choneta al oírlo comenzó a llorar. “¿Ves lo que has ganado? Hacer llorar a tu hermana. Venga, venga, déjate de cuentos imaginarios y empieza a repartir leña”. Hace unos días, mi hermana Choneta se ha ido más allá. Pasó sus últimos años sin memoria y a mí solo me reconocía en las fotos de pequeño cuando yo la llevaba a la escuela siempre de la mano y la protegía.