“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”
“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”
La crianza puede llegar a provocar en algunos progenitores una hipervigilancia excesiva por la noche que afecte a su sueño, hasta tal punto que desarrollen miedo a quedarse dormido. A esto se le denomina somnifobia, un trastorno que puede llegar a causar ansiedad o nerviosismo antes de ir a la cama y durante la noche, lo cual provoca una mala calidad de sueño. “Algunos padres pueden desarrollar un sentido de vigilancia excesivo, de forma que no solo estén pendientes de lo que su hijo necesita, sino que lo hagan desde la ansiedad”, confirma la psicóloga infantojuvenil Mariló Pérez. “Al sentir la responsabilidad de cuidar a su hijo, pueden generar un miedo a que si le pasa algo es por su culpa, por no haber estado lo suficientemente pendiente”, añade. “Los progenitores que tienen esa sensación de hipervigilancia tienden con más facilidad a desarrollar fobia a dormir”, sostiene.
El virus de la peste porcina africana, desterrado hace tres décadas, vuelve a amenazar a la cabaña de cerdos en España después de que el pasado 26 de noviembre se detectaran dos jabalíes silvestres muertos por esta enfermedad en las inmediaciones del campus de la Universidad Autónoma de Barcelona. Una semana después ya son nueve ejemplares. Es una terrible noticia que exige una actuación decidida y coordinada de las autoridades a todos los niveles para atajar cuanto antes la expansión del virus y evitar que la enfermedad llegue a las granjas de animales. Frente a la alarma, es necesario recordar que la peste porcina es muy contagiosa entre cerdos y jabalíes, pero ni se transmite a otros animales ni afecta al ser humano, por lo que el consumo de porcino es seguro. Esta no es una crisis sanitaria.
A los pocos días de que a nuestro hijo le diagnosticasen leucemia, nos llamó. Él había mandado al niño al hospital para hacer unas pruebas y consultó la historia para ver cómo habían salido. Ahí vio el cuento de terror y levantó el teléfono de inmediato. “Ay, César —le dijimos—, no sabes lo que es esto”. “Sí que lo sé”, respondió, recordando el día en que otro médico le dio a su hijo un diagnóstico oncológico.
“Yo tenía una confianza política en Ábalos, pero desde el punto de vista personal era un gran desconocido para mí, yo desconocía estas facetas suyas”, le dice Pedro Sánchez a Gemma Nierga. Es una frase, desde luego, poderosa. Sánchez se afana en separar al artista de la obra atacando al artista, “un gran desconocido”, y diciendo que confiaba en la obra, que es la razón que ha llevado a la cárcel a Ábalos: la obra, la confianza política, no “esas facetas suyas”. Hay razones poco escrupulosas por las que Pedro Sánchez se siente preparado para pronunciar esa frase así. Tiene que ver con el caldo de cultivo que compañeros de Gobierno y de partido, militantes de base y periodista de cuerda, han generado en torno a él: se le ha disculpado todo, empezando por lo más marciano que dijo que nunca haría (amnistía, indultos, pactos), así que por qué no iba a conocer ahora a Ábalos. Se lo comprarán los acríticos, aquellos para los que el líder siempre tendrá razón hasta que desaparezca la amenaza de la ultraderecha. Hay que callar para no hacerles el juego, ya saben. Dirán que el Peugeot era un blablacar al que se iban subiendo los demás (“soy José Luis, de Valencia”), compartían alguna chanza, se repartían el bocadillo y paraban a hacer pis en los polígonos. Decir “un gran desconocido para mí” de su número 2 es subir la apuesta del “ese señor del que usted me habla” de Rajoy sobre su tesorero, y que Sánchez pueda pronunciar esa frase sin asomo de ironía implica que el vínculo de confianza entre gobernante y gobernado (el suyo, el adepto) ya no se sostiene en la verdad, sino en la necesidad. No importa si es cierto que no conocía a Ábalos: importa que lo debamos creer para evitar algo peor. El escenario es interesante por grave: la política ya no se discute en términos de hechos, sino de miedos. Si el miedo elige, la realidad será siempre un detalle prescindible. Y sin realidad, o con ella alterada, el menor problema que tendrá la izquierda es creer o no que, para Sánchez, Ábalos era un extraño.
El encendido de las luces de Navidad se ha convertido en uno de los actos por excelencia de la temporada festiva. En España, desde hace años Vigo se ha transformado como destino turístico de invierno con su generalmente extravagante decoración festiva, dando el pistoletazo de salida a una carrera en la que las ciudades compiten por ver quién más luces enciende, cuándo la encienden y qué personalidades famosas están invitadas al encendido.
Miguel González publicó este martes una crónica que recogía las palabras de alguien que sabe mucho de seguridad, el general de cuatro estrellas Francisco Braco, jefe del Ejército del Aire y del Espacio, y que soltó una frase que lo mismo sirve para definir el estado del mundo, un matrimonio o el vestuario del Real Madrid: “No estamos en guerra, pero tampoco en paz”. Entonces, general, ¿cómo estamos? ¿Y dónde?
El Real Madrid entró en noviembre con una resaca confusa tras el clásico. Y noviembre fue un precipicio. La victoria ante el Barça el 26 de octubre le dejó el chute emocional de ganar por fin después de los insistentes batacazos del curso anterior, pero también las turbulencias del desplante de Vinicius a Xabi Alonso. En ese instante sacaban cinco puntos al equipo de Flick en cabeza de la Liga. El impulso les alcanzó para barrer al Valencia el 1 de noviembre (4-0). Y entonces llegó el apagón: una victoria en cinco partidos, con algunos registros que podrían llevar a sospechar si habían jugado con un futbolista menos.
A sus 19 años, Mikel Lasa (Legorreta, 54 años) pasó de la tranquilidad de Legorreta y las primeras emociones con la Real Sociedad a aterrizar en un Real Madrid que le quedaba tan imponente como desconocido. Tres décadas después, el ex lateral repasa aquel salto vertiginoso, las dudas, la camaradería de un vestuario que desmintió todos los tópicos y su paso por el Athletic Club.
Solo dos sonidos artificiales y hermanados interrumpen el silencio otoñal de Suellacabras (Soria, 40 habitantes): el lejano frufrú de los molinos de viento y el cercano runrún del motor refrigerador de la piscina municipal. Esa infraestructura climatizada ha costado 1,4 millones de euros y aguarda a sus últimos preparativos para ser inaugurada, todo gracias al dinero que el sector eólico deja en el Ayuntamiento. La alcaldesa, Felicidad Gómez (PP), ha elegido la piscina como gran inversión local para dotar de servicios a su pueblo y alrededores: los fondos de la energía renovable ya se han usado para construir vivienda de alquiler accesible, levantar una pista de pádel o mantener Suellacabras bien cuidado. El objetivo, atraer a más vecinos y dinamizar la comarca, algo escasa de ocio. “Para que luego digan que no se vive del aire”, bromea Gómez, ante una exigencia “desde el minuto cero” que entrara a gobernar hace 22 años.
Tenía 32 y cáncer en el fémur. El médico fue tajante: había que amputar. Corrían los años 90 y el Banco de Tejidos de Galicia, en el Hospital Materno Infantil Teresa Herrera de A Coruña, estaba casi naciendo y no era ni mucho menos lo que es ahora. Pero los cirujanos decidieron probar a abrir la pierna y reemplazar la pieza ósea. Aquella paciente joven, profesora universitaria, con tanta vida por delante, fue en 1995 uno de los primeros casos exitosos de implante de hueso procedente de esta reserva de material biológico, y aquí todavía se recuerda su historia con emoción. “Gracias al hueso donado, conservó la pierna, lleva una vida normal, anda en bicicleta, corre y hace de todo”, cuenta satisfecho Jacinto Sánchez, coordinador de este banco, uno de los más antiguos de España y el único ubicado en las tripas de un hospital.
Cuando Kaloga Mamadou, dermatólogo y jefe del programa de úlcera de buruli de Costa de Marfil, recorre las zonas rurales de su país para detectar y atender a las personas afectadas por esta dolencia, que causa una bacteria y que puede provocar una grave discapacidad si no se trata, encuentra otras muchas afecciones de la piel. “Pero si solo llevo pruebas y remedios para la úlcera de buruli, porque es para lo único que tengo financiación, dejo otras muchas sin tratar”, lamentaba este doctor en una entrevista con EL PAÍS.
Hay casualidades decisivas y errores que no lo son tanto. La casualidad fue que en 1959 un adolescente Jordi Savall (Igualada, Barcelona, 84 años) encontrara entre los estantes de la Casa Beethoven de La Rambla una suite para violonchelo de Marin Marais. El error: que la obra no había sido escrita originalmente para el instrumento que Savall llevaba dos años tocando. La fascinación que le produjo esta partitura lo animó a estudiar en la Schola Cantorum de Basilea, donde acabaría reinventándose como violagambista y pionero de la recuperación del repertorio antiguo. Y, ahora sí, el final de la historia: en 1991, con la publicación de la banda sonora de Todas las mañanas del mundo, Savall cerraría el círculo al convertir la música del hasta entonces desconocido Marais en un superventas mundial.
En 1969, el artista griego Jannis Kounellis (El Pireo, 1936) metió 12 caballos percherones en la galería L’Attico de Roma. Fue un shock para el propio contexto del mundo del arte, que se encontró 12 caballos de tiro en un espacio expositivo donde todo era noble y dominado por la escultura, fría e inmóvil. Kounellis, fallecido en Roma en 2017, quiso reivindicar entonces, con una expresión artística revolucionaria, un acercamiento del arte a la vida e introducir un fragmento de piezas en movimiento como los caballos para desvirtuar las abundantes esculturas ecuestres que se habían creado a lo largo de la historia del arte. Fue una muestra explícita de cómo el propio autor se autodefinía: como un hombre antiguo y un pintor moderno.
El pasado 27 de julio la policía austriaca lanzó una operación a larga escala en el valle alpino de Bad Eisenkappel tan inusual que alarmó a todo el país. Desplegó coches patrulla, numerosos agentes —incluidos agentes de la oficina federal de inmigración—, drones, perros y un helicóptero para reducir lo que definieron como una violación de las leyes de acampada y conservación de la naturaleza. Los señalados eran los miembros del Club de Estudiantes Eslovenos de Viena, que estaban allí en colaboración con el Museo Peršmanhof. No es un lugar cualquiera de Carintia. El Peršmanhof es una granja-memorial donde las SS asesinaron brutalmente a 11 vecinos de la comunidad eslovena en 1945, entre ellos siete niños, apenas unos días antes del final de la Segunda Guerra Mundial. La convulsa redada fue descrita en la prensa por los descendientes de las víctimas como una “retraumatización”.
Mujeres en la noche Maja Haderlap Traducción de José Aníbal Campos Periférica, 2025 280 páginas. 21 eurosLa mirada torva de Camilo José Cela parece posarse sobre esta joven de pelo rojo que posa con un vestido gótico tras el que se entrevé un cuerpo tatuado. Los tacones dorados resuenan sobre el parqué de la solemne Galería de Retratos del Ateneo de Madrid, con rostros de ilustres señores observando a la filósofa, ensayista, cantante de heavy metal y pintora Eloísa de Castro (Madrid, 28 años). Entre los cuadros, el de la rebelde filósofa María Zambrano, única dama rodeada de 28 varones. Ella es faro intelectual para De Castro. “¿Acaso no soy libre para sentir? ¿Acaso no soy luz para vivir?”, entona la artista, de sangre burgalesa, en su canción María Zambrano, Ordo Amoris. De Castro recoge el legado intelectual de la malagueña para trasladarlo a un gineceo musical donde reúne a pensadoras ignoradas por sus coetáneos y olvidadas por la historia. Lo hace mediante el heavy metal, género difícil para el profano, pero vehículo utilizado para la filosofía o la ética, la mitología o la historia. El suyo es un ejercicio a contracorriente en tiempos de altavoces escupiendo versos sobre quién tiene el coche o el culo más grande.
La juguetería erótica, sobre todo el Satisfayer, redefinió la idea que las mujeres tenían sobre la masturbación. Y es muy curioso porque, siendo aparatos diseñados especialmente para la zona genital, donde más influyeron fue en las mentes de sus usuarias. De golpe y porrazo, tocarse en la soledad de una habitación no era un parche cuando no había nada mejor, no era un secreto que no se compartía ni con la mejor amiga. Los juguetes dejaron de ser consoladores para ser aliados y convirtieron el autoplacer en un gozo, una alegría compartida, algo de lo que alardear, el perfecto regalo para las Navidades.
Yo solía ir a comer casi a diario a casa de mi madre, a mesa puesta, claro, cuando ella aún podía hacerme la comida, y después veíamos juntas un capítulo de Amar es para siempre, primero y Amar en tiempos revueltos, después. Le encantaba, nos encantaba. Le conté un día lo que eran las tramas troncales (Manolita, Pelayo, Marce, el Asturiano) y por qué cada temporada introducían nuevos personajes. Semanas después oí desde la cocina cómo se lo estaba explicando a mi hija Carlota, toda ufana ella, mientras veían un capítulo juntas.
En Marsella, el paraíso está a tiro de piedra. Basta con dar un par de volantazos desde el centro para salir del caos urbano y aislarse en lo que los marselleses llaman con lirismo “el fin del mundo”. Estamos a las puertas del parque nacional de las Calanques pero todavía no hemos salido de Marsella: Les Goudes y Callelongue son los últimos barrios al sur de la ciudad. Aquí, el paisaje se vuelve mineral y, al contemplar la metrópoli al otro lado de la orilla, resulta extraño pensar que no estamos en otro planeta, sino a un paso del bullicio de una ciudad con una reputación mundial cuestionable. Esta leyenda negra se ha ido diluyendo con la llegada en los últimos años de un turismo joven que busca una foto instagrameable: calas paradisiacas, tumbonas de diseño y barquitos de madera.
Nos dice la muy utilizada y, a veces, poco fiable Wikipedia a propósito del llamado “el efecto mariposa” que un ínfimo acontecimiento como el aleteo de una mariposa, acaecido en un momento dado, puede alterar a largo plazo una secuencia de acontecimientos de inmensa magnitud.